Del escándalo de la semana pasada en relación con la
libertad de expresión no tengo mucho que añadir. Las redes sociales ardieron,
#apoyoBDC marcó tendencia a escala nacional. Puede que alguien, algún día, se
arrepienta. Pero parece que es un fenómeno mucho más cotidiano de lo que
sospechamos los legos. Debe ser tan habitual que, por ejemplo, la Asociación de
la Prensa no tiene nada que decir. Ni las dos grandes centrales sindicales,
pese a tener, las dos, a sus secretarios generales en el plantel de
contertulios del programa.
Me entero que El País, nada menos que El País, también se ha
cepillado un artículo un día de éstos por alguna irreverencia hacia los
alemanes y sus tanques, que en la actualidad no disparan obuses. No lo
necesitan. Casi cien años, sin contar la guerra franco-prusiana de 1870, para
acabar dominando Europa sin un solo disparo. ¿Quién nos llamaría a la
resistencia en estos momentos si la invasión adoptara las formas clásicas?
Mariano? Rubalcaba? El rey? Lo dudo mucho.
También parece ser, y han pasado dos años antes de que un
servidor y la mayoría empiece a enterarse, parece que una foto del mismísimo
Rajoy en el yate de un narco, concluyó con la dimisión pactada del
director del periódico que se atrevió a publicarla. Cómo para que dimita Núñez
Feijóo por la cremita en la espalda. No nos enteramos, las relaciones entre políticos y mafiosos son
de lo más normal. Normal por frecuente, al parecer.
Pues eso. Si en todas partes cuecen habas, cómo saber en qué
lugar eso se hace en proporciones poco admisibles. Qué es lo admisible.
Mientras la inmensa mayoría de la población tiene entre desesperación y miedo, pasando por problemas muy
serios para llegar a fin de mes, los
dirigentes reclaman paciencia. Ajo y agua les falta decirnos. No se va a
mejorar nada en lo que falta de legislatura, que es algo más de la mitad, si la
desesperación mayoritaria no impulsa un cambio. Ellos están ahí sólo para
cobrar. Y cobran muy bien. En su primer mes la directora del banco
malo, parece que se levantó más de treinta kilos de las antiguas pesetas. Lo
que no gana la inmensa mayoría en un año.
En poco más de 24 horas ya se han recogido casi doscientas cincuenta
mil firmas por la dimisión del gobierno y la convocatoria de nuevas elecciones.
Yo he firmado. Con entusiasmo para la primera parte. Son incapaces y perversos.
Hacen todo lo que les ordenan desde fuera sin rechistar. Eso es todo lo
contrario del patriotismo que invocan como el nombre de Dios en las blasfemias,
en vano.
La segunda parte me da pavor. Nuevas elecciones. La ruptura
total, desde las primeras semanas, del contrato electoral entre el PP y sus
votantes, justifica plenamente la petición. ¿Y? Con lo que se conoce por
sondeos recientes la salida sería a la griega, ahora también a la italiana. Los
partidos del sistema, unidos, podrían conseguir una mayoría parlamentaria. Y la
parte de la sociedad, cada vez mayor, que no confía en los dos grandes
partidos, obligada a elegir entre lo poco que hay fuera de los mismos. Un
panorama no mucho mejor que el actual de cara a parar los pies a quienes han
declarado la guerra a la mayoría. Estamos en guerra, pero con la resistencia
sin organizar.
Y en pocas horas el 1 de mayo. Una cita clásica. Entre la
libertad de expresión machacada y el septimo aniversario, hoy, del
fallecimiento de John K. Galbraith … Murió con 97 años bien cumplidos y a
tiempo para no ver el poco caso que se le está haciendo en la coyuntura actual.