lunes, 24 de octubre de 2011

E.E.



Menos mal que las siglas se registraron en su momento. Por las diversas encrucijadas en las que se ha ido desenvolviendo la izquierda vasca desde el final del franquismo, la porción del nacionalismo de izquierdas, que había abandonado previamente la violencia, y cuyo paso por el eurocomunismo se selló con el mismo fracaso que ese proyecto tuvo en el resto de España, Euskadiko Ezkerra, acabó hace casi veinte años fusionándose con el partido de los socialistas vascos.
De no haber sido así, quizá hoy el diccionario de la Academia reservaría esa entrada para un E.E, (estulto empalagoso) de mucha categoría y seguramente quien ha llegado hasta aquí ya sabe a quien me refiero y voy a tratar de no nombrarlo. Alguien que considera idiota a media España no puede ser muy listo, pero desgraciadamente puede tener razón. Si un elemento como él llega a ministro de este reino, habrá que buscar la explicación por donde el indica. Pero al revés.
Es un tipo que recuerda a los peores compañeros de colegio, instituto o servicio militar. Dispuesto a reír la gracia del jefe el primero. A ser más machote – o chivato- que nadie y si se pasa, y al jefe no le gusta su babosada, no tiene ningún inconveniente y rectifica al primer bote aunque no lo parezca, pero dice digo y Diego en el orden que sea preciso para seguir halagando. Y sin despeinarse. Políticos como él han logrado el hartazgo actual de la población.
El asunto es que como no es el único de la especie, y finalmente lo que se había anunciado con bastante claridad ya ha sucedido y ETA, no recuerdo si cabe más en este caso la contrición o la atrición, pero por una de ellas o por alguna otra, todo parece que va a ser distinto en la región vecina a partir de ahora. Y necesitaremos dirigentes que las vean venir y que sepan reaccionar. Mejor si no son muy dicharacheros, que normalmente tienen que enmendar para la segunda edición.
El potencial de la comunidad vecina, que no es manco, ha estado tremendamente restringido por el terrorismo. Finalizada esa situación el nuevo escenario nos importa mucho más que a los que viven lejos de ese territorio. Primero, una parte del PIB de Cantabria nada desdeñable, se relaciona ahora mismo con las visitas y las propiedades de ciudadanos vascos a y en nuestra comunidad. Además del intercambio de bienes de su industria y la nuestra.
Segundo, a esos ciudadanos les hemos dicho durante lustros que sin violencia podíamos hablar de todo y, al menos en una provincia,  la mayoría ciudadana puede querer hablar de independencia y estaría bien reaccionar como belgas, checos o canadienses y no como celtíberos.
Tercero,  y último por ahora. Alguna vez volverá alguna normalidad económica y no haber apostado por la comunicación con Bilbao en el asunto del AVE, puede hacer que Cantabria se quede al margen del nuevo reparto. Las obsesiones –alguna vez he escuchado hablar de la Autopista Dos Mares en clave estratégica, ante una eventual independencia del País Vasco…- eso, las obsesiones se quedarán en obsesiones.
¿Es que si llega alguna vez esa independencia, alguien ve nuestro territorio separado del otro por alambre de espino y baterías de artillería? ¿Y Álava estará aquí o allá? Vamos a dejar el papel del titular a quien ya lo tiene con mucho mérito y a desear que no llegue a ministro antes de Navidad.

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