Es la noche de San Juan. No creo que haya fiesta en mi barrio. No está el horno para bollos. Se acabó la fiesta. Hay un patán con gorra roja que todavía no ha descubierto la boina requeté pero se comporta como aquellos. Ahora parece que ya todo depende de quién sea el agresor para condenar o jalear la agresión. Se ha puesto muy poco simpático el planeta. Dentro y fuera de los límites naturales de esta Península. Viene a ser lo mismo con la corrupción o con las probabilidades de fabricar armas nucleares.
El PP
tiene sentencias, sentencias firmes, con todos los recursos agotados, en las
que el partido es calificado de banda criminal. Ellos se lo arrojan a los
contrarios en las primeras escaramuzas, mucho antes de que haya la primera
sentencia. Ya está todo juzgado y agotados todos los posibles/probables
recursos. Los bolos, otra vez, están pinados al gusto de…
¿Qué
hay que hacer? Desde fuera, retratarse con un poco de valor: moción de censura,
programa alternativo y con quién se cuenta para llevarlo adelante, aunque sea
con camisas viejas. Dar la cara viene denominándose desde hace siglos. Pero hay
que tener lo que hay que tener.
Desde
dentro, moción de confianza, con lo mismo que puede faltar enfrente, lo que hay
que tener. Pensar que se puede seguir dos años de esta manera, esperando ver
realidades o ficciones o medias de cualquiera de las dos, es pensar que el
país, la sociedad que lo habita, es de plastilina. Y no. Quebradas muchas
cosas, se trata de ver qué queda de la confianza y si no queda…
Seguramente
es otro resto de ingenuidad que me queda por algún recoveco de algún bolsillo.
Pero la ciudadanía, supongo que mayoritariamente honrada, apreciaría un pacto
contra la corrupción, con blindajes contra corruptos y corruptores, de los dos
grandes partidos, los que han gobernado y previsiblemente continuarán
haciéndolo. Curiosamente o no tanto, los que han protagonizado los grandes
casos de corrupción, que, como la risa, va por barrios. Un problema de cierto
tamaño es el tema de la memoria. No la otra, la de las leyes que unos aprueban
y otros intentan derogar.
Memoria,
acordarse de… Navarra. ¿Cuánto hace que el primer presidente de la Comunidad
Foral pasó por la cárcel? ¿Quién recuerda a un tal Urralburu, sacerdote –otra vez la curiosidad- en una vida anterior?
No es el único caso en una Comunidad rica y plena, soberana fiscalmente, en
cierta contradicción con algún artículo de la Constitución que habla de
igualdad entre todos los españoles… ¿Y un tal Santiago Cervera, del otro equipo, detenido unos años más tarde
cuando iba a recoger un sobre relleno de pasta a un hueco en la muralla de
Pamplona?
Y
todo lo que se me olvidará en este repaso rápido, escrito muy deprisa, en una
tarde que debería ser de preparativo de fiesta y que me parece casi tan triste
como aquella noche de San Juan, a los pocos días del atentado en el Hipercor de
la Meridiana barcelonesa. 1987, mi primera noche de San Juan fuera de aquella
tierra después de muchos años de celebrarlo allí, al estilo de allí. Hoy no
está la tarde ni para el baño ritual. Sánchez
y Núñez F deberían pactar una tarde de catecismo. Ya no será un recuerdo
muy general pero había dos vías para llegar al perdón, por arrepentimiento
profundo, o por temor al castigo divino. Contrición y atrición. Una pena que
los obispos se dediquen ahora a pedir adelantos electorales cuando tenían mucho
más fácil que yo mismo hacer un recuerdo de este tipo. Pena, penita, pena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario