La fiesta local de mañana, Lunes de Pentecostés, -Virgen del Mar para los santanderinos- me permite escribir desde muy cerca de donde Eugenia de Montijo trabó relaciones entre el Segundo Imperio y la España que se movió entre las victorias liberales que se fueron moderando y la revolución democrática – la Gloriosa- de 1868. Poco antes de mandar al exilio parisino a Isabel II ayudamos a Napoleón III a ocupar Indochina…Cruzar una frontera que no exige más parada que la del peaje de la autopista, significa todavía poner sordina a tanto ruido local. Aunque no es fácil digerir el mensaje del viernes. Pero a este lado de la muga hay que buscar los disgustos internos, no llegan sin querer. La procesión de la Virgen del Rocío sí ha llegado. Probablemente en Almonte no se han enterado pero se acompaña prueba gráfica.
Los conservadores hispanos le pueden seguir riendo las gracias a la raquera-de-la-fruta. Otra Isabel, sin ordinal pero ordinaria, muy ordinaria. El precio a pagar se verá. Especialmente en los lugares en los que la población no solo se expresa en castellano. Castellano, Isabel, la Constitución habla del castellano como lengua común. Tú, tu madrina Esperanza y tu padrino Josemari, - que ya olvidó el catalán que hablaba en la intimidad- tan atrevidos, tan franquistas sin complejos…Deberías hablar directamente de la lengua del Imperio. Era lo que se acostumbraba en aquellos tiempos. Y al que hablase en otras, burlas, palos, o algo peor… ¿sabes? Eso que no quieres que se coloque en la Puerta del Sol. Un signo de memoria, de las torturas efectuadas en ese lugar. Y lo que roza un no-va-más: creer con un cuarto de siglo XXI ya en el bolsillo que es provincianismo lo de expresarse en la lengua propia. La lengua propia de varios millones de españoles no es el castellano. No está sujeto a discusión.
Es así. Si viajas, lo ves y lo escuchas. También acabas de descubrir hace poco, y además nos lo hiciste saber, que en Ecuador hablaban lo mismo, que les entendías. No como cuando vas a Croacia…Lo de tu cociente intelectual no es preciso mencionarlo. Para qué hacer sangre. Boba y mala es una combinación venenosa. Pero hay mucho mundo fuera de la M-30, fuera del ático de tu novio, fuera de la Comunidad de Madrid. Lo estás consiguiendo: pronto empezará el éxodo veraniego. Si en algún lugar tus súbditos son contemplados como marcianos, la responsabilidad, no será del maestro armero.
Y Gaza. Esa Gaza que tú y tu padrino
y el alcalde de tu villa y, supongo, que tu madrina, queréis que se evapore con
sus cientos de miles de vidas que todavía resisten. Y apoyar la basura en que
se está convirtiendo el mundo, un mundo sin más ley que la del más fuerte, en
algún momento pasará factura y no será solo a los y las irresponsables que se
han abrazado a los gobernantes criminales de Israel. Es especialmente llamativo
el mensaje del presidente de la Organización Médica Colegial de España. Tomás Cobo, un ilustre cántabro que
hasta hace muy poco no era bolchevique, Isabel, Esperanza, Josemari. Él
menciona sin tapujos los crímenes de guerra cometidos en la otra orilla del
Mediterráneo.
Con menos dramatismo pero convertido
en un problema básico para una parte notable de la ciudadanía, la vivienda,
parece que no es un problema que a los supuestos liberales les importe. El
patriotismo de billetera es un espectáculo. Lamentable, pero espectáculo. Y la
falta de valor político. Por primera vez desde 1979 el candidato de la
oposición no presenta una moción de censura con un programa alternativo de
gobierno. Parece más fácil calentar la calle. Tanto odio sembrado, hay que
esperar que no fructifique.
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