Una historia compleja la de ese
estado nacido de la derrota austro-húngara en la I Guerra Mundial… Los tres
años entre 1945 y 1948 fueron convulsos y esperanzadores. Habían pasado por algo
peor en la segunda mitad de los años 30, cuando se convirtieron en la única luz
democrática en la oscuridad totalitaria de la Europa central y oriental… Que
terminó con la rendición de Francia y Gran Bretaña ante Hitler en Munich, en 1938. Y la oficialización de la guerra fría en
febrero de 1948, la exclusión definitiva del Plan Marshall… La tradición democrática que trató de renovar el sistema a
mitad de los años 60 y que terminó en agosto del 68 con los tanques del Pacto
de Varsovia en las calles ahora llenas de turistas. Algunos, muy pocos, hemos viajado
hasta el final de una línea del metro. Háje, solo le puede parecer un infierno
socialista a quien no conozca la ladera norte del Alta en esta ciudad, o
Bellvitge y el Singuerlin, o alguna colmena de Otxarkoaga, o mucho del sur de
Madrid… o ciertas banlieus francesas… No fue lo peor de aquel sistema las
actuaciones urbanísticas.
Estoy casi seguro de que este blog se volverá a ocupar de Praga pero es que estando allí, y habiendo pasado una horas en Roma, como escala hasta el destino final, hemos conocido la fumata blanca. Y más. Hemos visto el sepulcro del Papa Bergoglio sin hacer ninguna espera disuasoria. Y aún más: León XIV es agustino y yo soy antiguo alumno del colegio de esa orden en esta ciudad: lo he dicho más veces, no entendí nunca por qué se sacrificaron tanto mis padres y no guardo malos recuerdos de aquellos años. De los cuatro colegios católicos para varones, que siguen existiendo aquí, creo que tuve mucha suerte. Ni era el más pijo, ni el más integrista – los ejercicios espirituales se los encomendaban a los jesuitas de Pedreña y la formación del espíritu nacional, a un falangista. Qué miedo ambos. Y el nivel educativo general era aceptable. Lo digo muy a posteriori y después de haberme dedicado a la enseñanza una buena parte de mi vida activa.
Tampoco eran crueles en los
castigos, normales en la época, aunque yo, que era bastante bueno como
estudiante, recibí un día una buena bofetada de quien años más tarde llegó a
superior de la comunidad… Por contestón,
que aunque entonces no había delegados de curso, yo debía tener tendencia. El
colegio no tenía salón de actos. El más solemne del año, a final de curso, se
desarrollaba en el Teatro Pereda. Como miembro del coro, observé bambalinas
reales a los diez años… Podría recordar todavía alguna estrofa del himno –marchemos por los caminos del arte y de la
ciencia…- y, mucho más mayor, conocí
mejor el espíritu de San Agustín y
de su madre Santa Mónica, la bonita
historia del hijo pecador y la madre abnegada…
Desde mi alejamiento, me parece una buena noticia la decisión de ese colegio electoral tan peculiar. La Iglesia podría haber decidido cerrar la etapa de Francisco y enquistarse. Puede que León XIV no llegue al atrevimiento de Juan XXIII pero lo que parece seguro es que no dará cerrojazo a una cierta actualización del mensaje católico. Es bueno, en este primer momento, no tener expectativas muy altas que pueden llevar con rapidez a la frustración. Un mal muy actual y, por primera vez en mi vida, el Papa es más joven que yo. Doble significado.
Si tengo que volver a contar algo de
mi primera visita a Praga –puedo esperar que no sea la última- también tendré
que hacerlo con la lectura que me ha acompañado en el viaje: la obra de Jorge Dioni, “El malestar de las ciudades”. Terminado el viaje todavía no he terminado
la lectura, pero la movilidad, el turismo, la sociología urbana, la crisis
actual… son temas de mi interés desde hace mucho tiempo y es una sorpresa que
se analicen con tanto rigor por alguien
que no es especialista pero que sabe del tema como si lo fuera –y lo cuenta muy
bien-.
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