Una entrada al blog en el inicio de la recta final del mes más festivo y vacacional del año puede empezar por hacer autorreferencias. Diego, el pequeño de mis dos nietos, ha cumplido años ayer y ya va a empezar la enseñanza Primaria. Es, o puede parecer un topicazo, pero han sido seis años supersónicos en cuanto a la velocidad con la que los he percibido. En su momento quedó reflejada en el blog su partida de nacimiento.
https://robertoruisanchez.blogspot.com/2018/08/llego-diego.html
También se abordaban en aquella
entrada aspectos, variados, que siguen siendo actualidad. Mi nieto es
tremendamente espabilado pero todavía no sabe quién fue Federico García Lorca, ni que comparte aniversario con el crimen de
Granada. Tampoco sabe que justo un año antes de su nacimiento ocurrió un crimen
múltiple en las Ramblas, la vía más popular de la ciudad en la que nació su
padre. Diego tiene todas las disculpas del mundo por no saber esas cosas y
muchas otras. Lo peor es que adultos/as, con tareas de gobierno, fingen ignorar
esos hechos y muchos otros.
La presidenta regional se ha
instalado en una realidad paralela y le falta acuñar una expresión del tipo: Cantabria va bien para empaquetar los
desastres del último año de su no gobierno, del descenso de viajeros en el
aeropuerto a la crisis gravísima de la sanidad. Eso sí, amenazando con derogar
la ley de Memoria. Esta es una comunidad muy pequeña. No renuncio a encontrarme
algún día con ella y preguntarle por el crimen de Granada de agosto de 1936, ni
por todos los demás ocurridos poco antes y mucho después.
La ministra de Defensa, que pasa por ser la moderación personificada del ejecutivo central, ha tenido que recordarle a Cuca Gamarra quién gobernaba en 2017, cuando la primera fuga de Puigdemont. Un poco de lo mismo. No tienen nada de lo que excusarse. Ni de los años 30 y 40, ni de los 50, 60 y 70. Su presidente fundador se sentaba en Consejos de Ministros que dieron el enterado a penas de muerte otorgadas en procesos que no pasan la prueba del algodón democrático. Su partido, cuando gobernaba el CNI, tampoco tiene nada que ver con la previsión de los atentados de marzo de 2004… Y hay un tema, especialmente uno, en el que es necesario el acuerdo entre los dos grandes partidos que, juntos, suponen una holgada mayoría parlamentaria. Y es el de las migraciones. Imagen de la Sexta
Me repugna afrontarlo desde ahí, pero
es que es una estulticia máxima querer frenar lo que se necesita con urgencia
para reparar el averiado sistema demográfico español. Me repugna porque es un
tema, prioritariamente, de derechos de las personas, de derechos por el mero
hecho de ser personas. Derechos ampliados, como no puede ser de otra manera,
cuando las personas son menores. Bien, si no se quiere afrontar desde el ángulo
de los derechos, que se haga desde el interés. Y cuando se alegue que de lo que
se está en contra es de las migraciones irregulares –con su punto de lógica-
que se explique qué cuotas se ofrecen y a qué países, para las migraciones
ordenadas. Y es necesario y prioritario que la derecha homologable deje de
comprar el discurso de los energúmenos.
Cumpleaños de Diego para empezar y subida de tono al ver que ya hace seis años que… No quiero terminar así. Es agosto y nos vamos a dar un gustazo familiar en los próximos días. Termino con una referencia esperanzadora. Por más de un rincón de las 725 entradas de este blog –que acaba de superar la cifra de lectores que hace poco se veía llegar- debe estar mi afirmación de que a mí me costó más saber algo de inglés que conseguir un título universitario. Una de mis prácticas para no olvidar lo aprendido es leer, al menos una vez al año, en inglés. En la biblioteca de mi barrio me encontré con un tomo de Grisham, del que no había leído nada pero sí que había visto dos películas basadas en sus obras: La tapadera y El informe pelícano. Y pensando que sería algo de ese tipo y sin mirar mucho más, la tomé en préstamo. Skipping Christmas, algo así como saltarse la Navidad, es un derroche de humor que recuerda a veces a Tom Sharpe, y aunque rozando el exceso de almíbar, al final la solidaridad vecinal se impone a la devoción por los cotilleos. Yo diría que recomendable.
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