jueves, 6 de junio de 2024

Le jour le plus long/ The longest day Der längste Tag/ El día más largo


80 años después y 72 horas antes, no puedo evitarlo y me pongo a escribir. No sé si me planteo un dilema tipo huevo/gallina. No soy capaz de recordar si el desembarco del 6 de junio en Normandía ya me había fascinado antes o fue a partir del estreno de “El día más largo” en el cine Capitol. Era 1963. Y yo todavía no había cumplido trece años. Es cierto que las lecturas sobre la Segunda Guerra Mundial sí que me habían atraído antes de esa fecha.

Las ceremonias de hoy en Francia me han dejado algunas pilosidades como almidonadas. Es otra cosa que me ocurre. Escucho el Canto de los partisanos/Le chant des partisans, y hoy ha sonado mucho, y me emociono. Emu aux larmes, les he dicho a un par de amigos franceses, emocionado hasta que saltan las lágrimas…

https://youtu.be/ey_7JeK--u8?feature=shared

De eso han pasado ochenta años. Hay veteranos que han podido asistir. Algunos mintieron sobre su edad para poder enrolarse. Hoy, ochenta años más tarde, los más jóvenes tienen 96. Y faltan tres días para que formemos un nuevo Palamento europeo. De hecho en algunos de los países miembros de la Unión ya han empezado a votar, aunque la mayoría lo haremos el domingo.

Ochenta años son suficientes, al parecer, para que olvidemos mucho. Casi todo. Como la desmemoria sobre lo ocurrido en Europa en el denominado periodo de entreguerras, hace ya un siglo, que desembocó en la mayor locura de la Historia de la humanidad. Y las bases de lo que hoy conocemos como Unión Europea se pusieron en la inmediata postguerra –Tratado de París de 1951 y de Roma de 1957- y muchas veces, algunos nos hemos impacientado por lo lento del proceso. Y ahora ya hay quien declara abiertamente que el objetivo es volar la estructura de la Unión desde dentro. La extrema derecha ha alcanzado un grado de sinceridad que acojona, la verdad.

La cita no puede ser otra que votar. Votar a quien indiscutiblemente ha sido puntal de la construcción europea y lo sigue siendo. Sin concesiones oportunistas como las que en las últimas semanas hemos visto a muchos sectores de los populares europeos. Nadie les va a discutir su papel en la construcción hasta estas elecciones. Ahora, con las concesiones que están dispuestos a hacer a los neonazis de distinto signo- no me invento nada, han empezado a examinar el adn de la extrema derecha porque quieren discriminar entre esa peligrosa tribu- y salvar lo suficiente para gobernar la Unión con menos frenos ecológicos y sociales. Si alguien habló alguna vez de la Europa de los mercaderes, los populares ahora les dan la razón. Parece un error del calibre más grueso.

No desdeño en absoluto el frente interno. En España las elecciones europeas del domingo vuelven a tener carácter plebiscitario. Derecha y extrema derecha han sacado del armario algunos aliados que visten puñetas en sus hábitos de trabajo. No sé si me hubiera atrevido a haberlo escrito ayer. Pero hoy, al fin, ya hay ministros que no se han cortado con el temita, para escándalo de las pieles finas. La división de poderes no está reñida con el gusto por la fruta. Transversalidad al canto.

 

 

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