martes, 4 de junio de 2024

¿Qué mandamos a Bruselas?

 

Modelo clásico para empezar junio; de lo amplio, Europa, Italia, Meloni, a lo de casa, el Racing o la concejala de Cultura de Santander. Parece que alguien de los contrarios ha llamado fascista a Meloni, y se han indignado mucho, los contrarios de los contrarios. No es que quiera ocultar quién ha llamado fascista a Meloni. Simplemente no me he enterado a tiempo y me da una pereza enorme averiguarlo. Pero la primera ministra italiana, desde su más tierna juventud se integró en las secciones juveniles del Movimiento Social Italiano, el partido fascista de Mussolini  redivivo. Y en esa órbita ha girado hasta su madurez actual. Su partido, o lo que sea Fratelli, es más de lo mismo con otro nombre ¿Ha declarado ella que le parezca insultante –hacia ella- si alguien la llama fascista? Puede que solo sea sano orgullo. Y que quienes se han metido a redentores…acaben como suele acabar la mayoría de ese gremio.

Seguimos por casa. Casa grande. Casa España. A los que les gusta la fruta por encima de sus posibilidades, resulta que  les ha molestado un “a la mierda” que no ha alcanzado ni la mitad del relieve de aquel intenso de Fernando Fernán Gómez. Nada nuevo. No es lo mismo dar que recibir. Opera en todos los sentidos. Pero pieles tan finas cansan mucho. Llamar traidores a representantes de la ciudadanía mientras ejercen su voto en el templo de la soberanía nacional, les parece a las tribus de pieles finas menos grave que el desprecio infantil de un “a la mierda” dicho en la misma sesión caldeada por los que siempre caldean todo lo que les parece.

Y con ese ambiente caldeado se va descendiendo por la pirámide de las representaciones democráticas y no es difícil encontrar a alguien que cree hacer méritos elevando el tono. En el último pleno del Ayuntamiento de Santander –para forasteros aclaro que es el único ayuntamiento de España que no ha cambiado, en lo básico, la mayoría política desde agosto de 1937-. Noemí Méndez, concejala de, supuestamente, Cultura, ante una moción del grupo socialista para que se cumpla, de una vez, la legislación en materia de memoria democrática  y el Paseo del Alta, por ejemplo, vuelva a llamarse Paseo del Alta, ha encontrado la forma de vincular la propuesta a  ETA. Tiene mérito. Para esta convocatoria no llega a tiempo pero la señora Méndez puede acabar en Bruselas. Ese era el asunto de esta semana.

¿A quiénes enviamos a las instituciones europeas? ¿Con qué méritos previos? Después pasa lo que pasa. Por centrarnos en los dos partidos que seguramente alcanzarán la mayor representación entre nuestros ciudadanos, la solvencia intelectual de las dos candidatas no me resulta equiparable. Teresa Ribera, diana de todos los que equiparan la agenda 2030 al mismísimo diablo, ha hecho uno de los papeles más dignos en el gobierno de España desde la recuperación de la democracia y en su ámbito, relacionado con la transición ecológica, es respetada a nivel internacional. No puedo emitir ningún juicio similar sobre la candidata popular. Lo que me parece más destacable en ella es su acento. Y en su partido eso puede que no sirva para alcanzar puntuación importante. Alguien sabrá las razones que la han llevado a la cabeza de esa lista. El hecho de que ni tan siquiera haya intervenido en el acto de apertura de su campaña deja a Dolors Montserrat a los pies de todos los caballos.

Y lo del Racing. Por dejar constancia de que sigo apartado, pero sigo. Que miro los resultados todas las semanas y que me lo había creído. Que los dos últimos domingos no lo he pasado bien. Que tengo ganas de volver al fútbol en directo, aquí, en El Sardinero, frente a contrarios de nuestra categoría, la de la Primera División. Y que eso se retrasa al menos un año más y no está uno ya para muchos retrasos. Así, el domingo próximo, sin objetivos futboleros, toda la atención a las elecciones. Y a algún juez ocurrente

 

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