Y casi todo menos gracioso que en la comedia de Wilder sobre aquel Berlín en blanco y negro con la Coca Cola de protagonista.
Uno. Elijo publicar hoy, exactamente
entre el 50 aniversario de la revolución portuguesa y un Sant Jordi que no debe
andar lejos de una celebración redonda, -probablemente el aniversario 48º- del
Ball de l’Estatut, en Montjuïc, cuando yo todavía era un estudiante obrero o un
obrero estudiante. No me resulta fácil, desde entonces, dejar pasar esas
fechas, enlazadas con aspectos de la vida personal que todavía me cuesta contar
en público. Se quedarán para la novela que no publicaré. Pero hoy es 24 de
abril y eso, no lo puede negar nadie, está entre el 23 y el 25. Rastreando mis
escritos también se encontrarán referencias a Italia. Mañana sigue siendo
fiesta allí. No creo que a Meloni se
le ocurra cambiar el calendario festivo.
Dos. Asunto pendiente y prometido desde
hace un par de meses: en
https://robertoruisanchez.blogspot.com/2024/02/koldos.html
me
preguntaba que qué contaría el PP en la madrugada del 22 de abril. Tras las
elecciones vascas. Nada. No tiene nada que contar. La rabia expresada hoy por
aquel supuesto moderado que aceptó el trono popular después del asesinato
político de Casado lo demuestra con
mucha claridad. Están haciendo brillar a un presidente del gobierno que lo
tiene muy difícil. 9 a 1, un resultado contundente. Hoy se lo han puesto en
bandeja. Y ahora a esperar la siguiente madrugada electoral, cuando recuenten
en Catalunya, donde tampoco se adivina un resultado muy favorable para el PP. Los
relatores de Génova se empacharon tras las elecciones gallegas. Solo perdieron
dos escaños y seguían con mayoría absoluta. Hacia fuera todo bien.
Subir un escaño en el Parlamento vasco, pasar de 6 a 7 de un total de 75 puede parecer una noticia positiva. Un gallego bien podría decir ¡Depende! Si esos seis escaños de 2020 eran el peor resultado popular en Euskadi, los siete de ahora serán la medalla de plata de peores resultados… Hasta que cambien de política, de relato o de relatores. A Cuca, cuca, Gamarra le faltó tiempo para echarle la culpa a Pedro Sánchez del casi triunfo de Bildu. Hoy ha sido el propio Núñez. No se apean. Parece que resulta más fácil seguir en el barro que ducharse y cambiar de rumbo. Y llegará el verano…
Tres. Bildu, como todos los demás que recuerdo ahora que han jugado al sorpasso, no ha tenido suerte. No la tuvo el PCI del compromiso histórico de los años 70 –a pesar de la novedad que representaba el mensaje que se denominó eurocomunismo-, ni Rivera, ni Iglesias… Iglesias tiene una parroquia muy fiel. Veo mucha disculpa en redes sociales. El infierno, ya se sabe, siempre son los otros. No creo que le quede mucha vida política. Un bar puede ser un buen observatorio para ver la vida pasar. Sumar tampoco anda para tirar cohetes. Con esa parte de la izquierda, con no muchos mimbres, y además separados, llega lo que podría resultar no muy esperado: el gobierno de coalición fracasará no por la quiebra del viejo PSOE. El agotamiento de la savia supuestamente nueva parece estar más cercano.
Así, Grandola, Vila morena, que me enviarán
mañana muchos amigos, o el Bela Ciao
–popularizado hasta extremos increíbles por una serie de televisión- no pueden
evitar otro ¡Ay! para terminar.
Y todo, todo lo anterior, hasta ese ¡Ay! final, estaba escrito antes de conocer la carta del presidente del gobierno. Primer comentario: no me extraña. Él habla de fango y yo he hablado de barro. Y las primeras reacciones de altos cargos del P.P - López Miras, Hernando, ...- no dan mucha esperanza. En julio de 1936 todo fue peor.