Dos reuniones familiares extensas, en dos sábados consecutivos, me han salvado la segunda quincena de este mes. Me han permitido no estar muy al tanto de las cosillas que han llenado los informativos serios y los otros. La despedida de Belarra y Montero parece que no ha sido muy elegante pero eso no ha sido lo más relevante en ese frente. Que un criminal de guerra como el primer ministro de Israel le declare una guerra personal al presidente del gobierno español y que la dirigente de un partido que se supone que está en la coalición de gobierno, al menos en la mayoría parlamentaria, lance expresiones del tipo de “Sánchez blanquea a Netanyahu con su viaje”… Belarra coloca a Sánchez en una posición envidiable para un líder socialdemócrata: equidistante de los radicales de cualquier signo. Supongo que fuera del consejo de ministros la pareja de ex ministras citada tendrá más tiempo libre. Les voy a recomendar una lectura que seguro conocen de oídas. La que sitúa el izquierdismo en el campo de la enfermedad. De autor poco dudoso.
En el otro campo, el moderado Núñez,
tras una semana de maceración de su mala uva, le llama psicópata a Sánchez. Es
de agradecer. Los menos moderados lo que le llaman –he visto incluso pintadas
con el lema- es hijo de puta. Me atrevo a comunicar a Núñez F que somos muchos los que nos hemos reído
con su afirmación de no haber llegado a la Moncloa porque no ha querido, ja y
más ja. En general sería recomendable, fundamentalmente para la derecha que
todavía dice ser moderada, incrementar las dosis de respeto hacia el contrario.
El camino actual solo puede llevar a aquello que decía un gracioso personaje,
el mafioso Pazos, también gallego, en Airbag: “Bueno, vamos a llevarnos bien porque si no,
va a haber hondonadas de hostias.”
El frente europeo también va a acumular mucha frustración para quien toma su nombre en vano. Están olvidando los mandamientos. Una sesión del Parlamento con menos del 10% de asistencia ya coloca el debate en su interés real. Esos menos de 80 diputados asistentes eran en muy buena parte españoles. ¿Cuánto calculan los populares hispanos que les van a tolerar estos divertimentos –que no son baratos-? Emular al chivato de la clase, Dolors, a tu edad solo te va a servir para que te digan: “Acusica la rabia te pica…”. Pero la supuesta lección de patriotismo que esos representantes están dando, metiendo a nuestro país, nuestro y suyo/ suyo y nuestro, en el saco de Hungría y Polonia… a algunos ya no se nos va a olvidar.
Y finalmente, la semana concluía con
una jornada de huelgafacha. En viernes, para ayudar a convencer a más de uno de
quienes se pueden permitir el descuento del jornal, o a quienes confían en que
sus jefes, cercanos a la idea, van a tratar de que no se aplique el descuento.
Ya lo pagamos entre todos. Ha sido una huelga muy poco general. Imposible
reprimir el chiste fácil. No ha llegado ni a cabo. Pues a pesar de la nula
incidencia, no he tenido suerte. Además de un conductor de tranvía en Valencia
y unas docenas de funcionarios, mi enfermera ha seguido la huelgafacha. Y me
pone en un brete. ¿Será contagiosa? Cuando me ponga el brazalete para tomarme
la tensión, lo que no ha hecho el pasado viernes, ¿puedo correr algún riesgo?
Tengo que pensar detenidamente que opciones me quedan.
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