El año electoral avanza plagadito de encuestas sobre intención de voto dando lugar a manidas respuestas, tanto si favorecen como si no lo hacen. Desde el ¡Vamos que me lo quitan de las manos! a “la única encuesta válida es la del día de las elecciones… “ Revilla ya ha censurado la del CIS, probablemente con razón. El alcance global mide mal las particularidades locales. Ayer, en La Vanguardia, sorprendía el sondeo que da la primera posición a Trías, ex alcalde poco memorable en sus realizaciones, ahora reconvertido, como su vieja Convergencia, al soberanismo de Junts. La solución, en mayo.
Otra manera de abordar el año electoral es el de la presidenta madrileña. No tengo datos precisos de los sondeos efectuados hasta ahora para su comunidad, pero visto el ánimo de Díaz Ayuso que despliega su desparpajo, su descaro, su ignorancia, sus atrevimientos bajo la etiqueta de su pretendido liberalismo, puede que no sean muy favorables. Eso y una reunión con amigos de muchos quinquenios, de mucha antigüedad en la amistad, la que se fraguó en tiempos muy difíciles, cuando a nadie de la cuerda de Díaz Ayuso se le hubiera ocurrido proclamarse liberal, me hace percibir con claridad una intuición que llevaba años tratando de dar forma. Los recuerdos de esos amigos, los recuerdos con esos amigos, me han hecho ver con claridad un enorme fraude cometido contra la ciudadanía a lo largo de muchos lustros.
Un momento clave en mi historia personal: Lo afirmo yo, puede que no sea fácil revalidarlo, pero quedan testigos y algunos leerán esto, se relaciona con una intervención ante miles de trabajadores de la empresa en la que trabajaba en 1977, defendiendo la oportunidad de los Pactos de la Moncloa para estabilizar la dificilísima situación económica que presentaba España al final del franquismo, con datos del IPC en la segunda mitad de los 70 que triplicaban los actuales. Había una torna. Torna en catalán viene a significar contrapeso. Los trabajadores perdíamos poder adquisitivo, la macroeconomía se enderezaba y a cambio arrancábamos, sí, arrancábamos, una Constitución muy avanzada que definía España como un estado social y democrático de derecho…(Artículo 1,1)
¿Qué ha ocurrido después? Que la forma de entender el liberalismo al estilo de la presidenta madrileña ha ido desguazando los grandes principios socializantes de la Constitución de 1978. Responsables máximos, sin dudas por mi parte, los dos grandes partidos que han gobernado desde 1982, y colaboradores necesarios los nacionalistas periféricos que les han dado apoyo cuando ha hecho falta. Cuando a partir de 2011, en la resaca de la crisis que ya marcaba un trienio y a la que le faltaban al menos otros dos, empieza a haber una contestación a lo establecido, que se formula políticamente en las elecciones europeas de 2014, se arremetió no contra el fraude cometido contra la Constitución; pudo parecer más atractivo intentar denigrar el “régimen” del 78…
Ahora desde ese flanco, su voz más autorizada, de momento, insiste en poner por delante las “cosas de comer”, supongo que frente a las grandes declaraciones teóricas. Imposible no estar de acuerdo. Las cosas de comer, el haberlas ligado con acierto a la lucha por las libertades, fue el enorme capital acumulado por el antifranquismo militante. En su éxito se incubaba también el huevo de la derrota. No voy a extenderme ahora, pero el vértigo hizo presa de muchos dirigentes desconectados de la realidad… Han pasado más de cuarenta años. Si no aprendemos del pasado seguiremos gobernando mal el rumbo al futuro.
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no estuvo ningún representante municipal del PP. Las cosas de comer de los santanderinos del futuro no están entre sus preocupaciones.
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