domingo, 25 de septiembre de 2022

Doce años

 

Son los que lleva este blog en el espacio público. Con apariciones regulares, prácticamente semanales, sin excepción. El lunes 27 y el miércoles 29 de 2010 se publicaron las dos primeras entradas. La de hoy es la 623. Aquel 27 de septiembre, con mi jubilación muy fresca, no pude olvidar, no lo he hecho nunca, lo ocurrido en tal día de 1975. Al dictador le quedaban menos de dos meses de presencia en este mundo, pero murió matando. El fusilamiento en las proximidades de Barcelona –donde yo vivía- del etarra Txiki, con un juicio previo sin ninguna garantía, me impactó de una manera muy especial. Toda mi vida he sido muy claro en torno a la violencia, me ha costado incluso algún reproche en ambientes supuestamente radicales, pero también he tenido muy claro mi negativa a aceptar la pena de muerte como un castigo que una sociedad civilizada se pueda permitir… Dos días más tarde -2010- hubo una huelga general contra el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero. Un año más tarde, 2011, M. Rajoy accedió a la presidencia del gobierno con mayoría absoluta en las dos cámaras de las Cortes…

A estas horas es posible que en Italia hayan votado bien según el gusto de un premio Nobel de Literatura. Hoy he visto a Berlusconi en la televisión. Hacía mucho tiempo que no me encontraba con su imagen. He tenido la sensación de estar ante el rostro de un cadáver, muy maquillado, eso sí. Meloni, Salvini, esos plurales italianos terminados en ni… No me lo voy a creer aunque me lo cuenten los periodistas más serios.

Al margen de la guerra en Ucrania, de las novedades de las últimas jornadas, el asunto de Irán también se ha abierto hueco en las primeras planas. Una mujer detenida por llevar mal puesto el velo, por llevarlo mal a juicio de la policía de la moral…podría parecer una broma, pero con resultado de muerte, poca broma. Hace años vi una película iraní en la que la cuidadora de un anciano enfermo de Alzheimer, consultaba con esa policía si podía lavar al anciano… A veces se puede creer que el cine o la literatura exageran y que la vida real no es tan extrema. Ja y más ja. La película se titula “Nader y Simin, una separación” y supongo que todavía se podrá ver en algún formato.

Aquí mismo, ahora que las esencias nacionales abominan de lo que es habitual en otras culturas, solo hay que tener cierta edad para recordar a mujeres con velo o pañuelo por la calle… Y hay bandos de gobernadores civiles, años cuarenta y cincuenta, recordando cómo había que estar decorosos en las playas; y hay recuerdos personales de guardias municipales con uniforme blanco y salacot, patrullando por El Sardinero en busca de bañadores atrevidos… y eso ya con Beatles y Rolling Stones triunfando por el mundo. Venimos de ahí mismo. No estamos ahí, pero estuvimos no hace tanto  y quién puede saber si hay quien quiere que volvamos exactamente al mismo lugar. O más atrás.

Termino con otra noticia de impacto, aunque probablemente desaparecida entre el champú contra los piojos, –este año parece que los piojos se han adelantado a la rentrée escolar-, las alarmas de seguridad para la casa de la playa; nuestra clásica Rosa Márquez y su Corte Inglés; y  los maravillosos seguros médicos privados. Ahí le duele. Cada año, miles de funcionarios y jubilados de la función pública, de cierta edad, que han podido elegir durante toda su carrera, cuando empezamos a tener achaques, se pasan al sistema público. Uno, que no tiene nada que objetar a que cada uno se gaste su propio dinero como quiera, les da la bienvenida a ese sistema público, pero debéis saber, queridos/as, que os habéis perdido lo mejor. Esto ya no es lo que era y algo tendrá que ver el chorro de pasta pública que se va, y se ha ido, hacia esas empresas privadas de la medicina-negocio.

Foto tomada de laicismo.org

lunes, 19 de septiembre de 2022

Música, cine y poder judicial

 

Los coletazos del verano, al que le faltan horas para terminar y que por fin se ha vuelto tratable y de mañanitas frescas, me han impedido, después de alardear la semana pasada de haber recuperado la normalidad en la publicación, ser puntual a la cita. Esa puntualidad autoimpuesta que está a punto de cumplir doce años. Esta es la entrada número 622 y con ella probablemente se alcanzarán las 168.000 visitas. Todavía no alcanzo a explicármelo bien. Pero el contador no engaña.

El fin de semana ha sido movido. Un concierto en Pamplona y cinco películas en el festival de cine de San Sebastián, unidas a unas cuantas más en los días previos en el festival de cine local. Dos mundos, o dos galaxias, pero alguna vez también fue humilde el festival donostiarra que este año alcanza su 70 edición. Solo hay que ver las imágenes retrospectivas con las que se inician las proyecciones. Aquel blanco y negro y algún bigotito al más puro estilo… Sí, esa preciosa ciudad abrazó y fue abrazada por el régimen franquista con algún sello de prioridad. Está también en su historia local y hay imágenes que lo demuestran. Hace tiempo que es muy diferente y, al menos una visita anual es más que recomendable. Debería estar incluida en las prestaciones de la Seguridad Social.

Si el premio, en forma de concha de oro, lo tuviera que dar yo, yo solo, y juzgando por lo que he visto, una parte mínima de lo que se exhibe y se seguirá exhibiendo hasta el sábado, la película argentina El suplente, sería mi galardonada. El complejo mundo de la enseñanza secundaria, que conozco de primera mano; los barrios difíciles de Buenos Aires, que solo he visto de pasada; la combinación de política/políticos y crimen organizado, mundo de las drogas… para el que no hace falta trasladarse a Argentina… La vida misma. Familias inestables, sociedad maltratada y un profesor de Literatura que se empeña en sacar adelante a unos alumnos que están en el filo de la navaja de sus vidas, algunos ya caídos por el lado oscuro…

Hay otra, 1976, chilena, que también hubiera competido en mi propia final. Y una austriaca, Sparta, que va a ser muy comentada, que ya tiene encima una publicidad negativa tras la suspensión de su proyección en el Festival de Toronto que terminaba ayer… y que roza un mundo escabroso y difícil de reflejar en imágenes que no molesten a nadie, como el de la pedofilia. Runner, con el paisaje invernal del Medio oeste de los EE.UU como actor principal, en mi opinión, y la danesa For ever, completaron mi edición 70 del Zinemaldia. La hora de la proyección de ambas, las cuatro de la tarde, no las han favorecido nada, otra vez en mi opinión. Y su desesperante ritmo, tampoco. 

En algún resquicio, entre el viaje a Pamplona para despedir a Serrat, no encontramos entradas más cercanas y el cine de Donosti, se colaban noticias por la radio. Vivo, soy natural y ciudadano de un país en el que la Justicia, con mayúscula, los más altos peldaños de su escala, incumplen la ley sin despeinarse y parece que aquí no ocurre nada. Y, supongo que hay una frontera en la que, sin saber de qué manera, los que quedamos al otro lado sí estamos obligados a cumplirla. La Justicia, la de la venda en los ojos para que sea igual para todos. La igualdad ante la ley, principio básico de una sociedad que se quiera moderna y democrática ¿Hasta cuándo? 

El muy distraído –ha tardado casi cuatro años en enterarse- presidente de esas escalas superiores de la Justicia, Carlos Lesmes, parece que se ha autoimpuesto una fecha simbólica donde las haya. El 12 de octubre, imitando a Rodrigo de Triana, gritará: “¡Tierra!” y habría que añadirle, “¡trágame!” O sea, que amaga con dimitir en el aniversario del encuentro de Colón con los nativos de las Bahamas. Dentro de pocos días es la Merced, patrona de Barcelona y de los presos…Una fecha mucho más propia para que dimitan todos los que llevan tanto tiempo okupando los puestos que no les corresponden y cobrando muchos salarios mínimos cada mes.


domingo, 11 de septiembre de 2022

Empalagado

 

Catalunya, Chile, Nueva York… Hay días polisémicos y hoy es uno de ellos. Con, al menos, ese triple significado. Siglo XVIII, siglo XX, inicios del siglo XXI, han pasado muchas cosas en trescientos años, que tres de ellas confluyan en un solo día tampoco es tan extraño. Con esa atadura por la Historia, me tiene en ascuas un centenario que llega el mes próximo. Cuando repasé acontecimientos para la felicitación de este año nuevo, cuando no había empezado, el 30 de diciembre último, escribí: Es posible que la celebración del centenario de la marcha sobre Roma nos procure algún dolor de cabeza ya que los seguidores de esas ideas andan crecidos”.

https://robertoruisanchez.blogspot.com/2021/12/a-por-2022.html

Entonces no sabía que un mes antes de ese centenario iba a haber elecciones en Italia –no lo sabía nadie- y que según las encuestas, la suma de derechas y ultraderecha le puede dar la presidencia del gobierno de ese querido país a la líder del movimiento neofascista, Giorgia Meloni. Así, el centenario puede convertirse en cualquier romería carnavalesca. A veces, aprender, escarmentar en cabeza ajena, puede librarnos de males semejantes. Le dedico la última línea a Yolanda Díaz y Margarita Robles, al alimón y en plan tanto monta/monta tanto. Y una recomendación de lectura:

He tenido que buscar la última acepción que da la RAE del verbo empalagar, sentir hastío, para definir lo que me ha ocurrido esta semana con la muerte de una reina que ha vivido al menos diez años fuera de la estadística, -así se refería mi suegra a ella misma, que alcanzó la misma longevidad que la reina de los británicos y de otros muchos, ahora que nos hemos dado por enterados de quién aparece en los billetes del dólar, australiano, canadiense o neozelandés.  También ha coincidido, casi, en la fecha en que mi padre decidió que ya no se iba a despertar ningún otro día. Solo que mi padre, que había nacido quince años antes que Isabel II, hace treinta que dejó de respirar. Él no vivió fuera de la estadística ni un día. Cuestiones de clase seguramente.

Es casi lo mismo que le pasa al hijo de la difunta. Empieza a trabajar, siendo un par de años mayor que yo mismo, cuando yo ya llevo unos cuantos jubilado. Y también será cuestión de clase. No voy a seguir con esa defunción. Ha hecho que me vuelva a sentir extraterrestre. No ha tenido demasiado interés para mí. Ha muerto una señora de 96 años, la mayoría preguntaría por el lugar donde firmar para alcanzar otro tanto. Entiendo que en la BBC cubran el acontecimiento de riguroso luto y todas las horas del día, pero a mí me ha empalagado. Si soy injusto, en esta ocasión no me importa: Las monarquías, incluso las más civilizadas, me parecen reliquias del pasado y profundamente antidemocráticas.

Sé que es una entrada más corta de lo habitual pero hace una tarde espléndida y hay un festival de cine en esta ciudad y tengo entradas. A cambio, hemos vuelto a publicar en domingo. Y eso también es recuperar la normalidad.

 

 

miércoles, 7 de septiembre de 2022

Marichiweu

 

Un titular que requiere explicación en la primera línea. Marichiweu, en la lengua de los mapuches, significa venceremos. Venceremos muchas veces. Elisa Loncon ha sido presidenta de la Asamblea constituyente chilena, y la novedad más enorme no es que sea una mujer. No solo es una mujer. Es una mujer mapuche. Esa era una de las apuestas de la nueva constitución chilena, la que ha sido rechazada ampliamente el domingo pasado: Un reconocimiento explícito de la plurinacionalidad de la sociedad chilena. Como otras más cercanas. De momento el presidente Boric ha tenido que girar su gobierno hacia una mayor moderación. Las constituciones deberían ser de amplio consenso.

Parece que la que se puso a prueba hace pocos días en Chile no ha sido vista así por la mayoría de ciudadanos de allí. Hace pocas horas he visto la última obra del cineasta chileno Patricio Guzmán. Mi país imaginario es un documental que registra de forma magistral el proceso que se ha seguido en Chile en los últimos cuatro años. Solo falta lo ocurrido el domingo pasado. Con los títulos de crédito, al final, suena Quilapayún en su versión de la Muralla de Nicolás Guillén. Con imágenes, en más de un momento del metraje, de los años 70, del periodo de Allende, ahogado en sangre por el general traidor Pinochet. Ahora otra vez toca juntar manos…

Mi guion para esta semana, otra vez con retraso por cuestiones de intendencia personal, iba casi en solitario con apuntes de internacional. El fallecimiento de Gorbachov y las reacciones producidas dentro y fuera de Rusia, incluyendo la postura del actual inquilino del Kremlin, que ha podido recordar un perfil egipcio, de aquellos que no se sabe si están de frente o de perfil. El ex-presidente Trump tampoco está dispuesto a pasar al olvido. Y hasta que una parte considerable de su partido no se dé por enterada de que no tienen nada que ganar sosteniendo esa momia, lo único bueno es que el resultado de Alaska, con la derrota de Palin, una de sus más firmes partidarias, se vaya extendiendo por el conjunto del territorio. Dos meses nos quedan para verificarlo.

También en la vecindad de Chile han ocurrido cosas. Confusas, como tantas veces en Argentina. El atentado, o intento de, contra la hoy vicepresidenta Cristina Fernández está, como en las buenas novelas negras, en los capítulos iniciales. De la confusión con Cristina la que más me sorprende, desde hace muchos años, es que cierta izquierda europea le regale el título de colega. El último, Baltasar Garzón. Con mi sociología aplicada, del taxista y el peatón, y tres semanas en Argentina hace doce años, no le regalo nada a la Fernández. Pero estoy dispuesto a escuchar argumentos.

 

Y para terminar el guión previsto, Boris y Listras. Ayer martes, madrugando como si no hubiera habido fiesta el lunes en el 10 de Downing St,, el premier se despidió de su domicilio de los últimos años. No creo que su periodo al frente del gobierno británico pase a la historia positiva de la que fuera gran potencia mundial durante muchos lustros. Listras, me sonaba a griego. Aguzando la escucha reconocí Liz y, pensé, Trust, como en los billetes de dólar, que confían en Dios. Se ha quedado en la letra anterior a la t, Truss. Oiremos mucho su nombre en los próximos meses. Hasta que otra revuelta interna del partido conservador se la lleve por delante o, quién puede saberlo ahora mismo, hasta que los electores se aburran de ese partido. De momento, aunque su apellido se aproxime al de la confianza, su curriculum de joven republicana, minoría inmensa en el Reino Unido, pasando por su etapa liberal, para acabar abrazando el thatcherismo, no me parecen el mejor síntoma para confiar en ella. Imitar a Thatcher, puede ser el triunfo definitivo de la moda vintage. Personalmente me cuesta olvidar la relación que mantuvo con Pinochet…

Y ya que no he podido publicar antes, hacerlo hoy sin mencionar el estreno del nuevo curso en el Senado, ayer, no me parece propio. El presidente Sánchez había decidido  echarse a la calle para convencer a los suyos y ya había empezado, en Sevilla donde al parecer cosechó palmas y pitos y en el propio palacio de la Moncloa, el pasado lunes. Y, sin contar con ello, los guionistas de Génova le entregaron a Feijóo pidiendo una oportunidad como aquel torero de los años 60. No he seguido la función y no me acaban de convencer los análisis que escucho sobre lo ocurrido. Intuyo, nivel olfato, que ambos aburren a la mayoría y hago constar que no me he vuelto equidistante.