lunes, 19 de septiembre de 2022

Música, cine y poder judicial

 

Los coletazos del verano, al que le faltan horas para terminar y que por fin se ha vuelto tratable y de mañanitas frescas, me han impedido, después de alardear la semana pasada de haber recuperado la normalidad en la publicación, ser puntual a la cita. Esa puntualidad autoimpuesta que está a punto de cumplir doce años. Esta es la entrada número 622 y con ella probablemente se alcanzarán las 168.000 visitas. Todavía no alcanzo a explicármelo bien. Pero el contador no engaña.

El fin de semana ha sido movido. Un concierto en Pamplona y cinco películas en el festival de cine de San Sebastián, unidas a unas cuantas más en los días previos en el festival de cine local. Dos mundos, o dos galaxias, pero alguna vez también fue humilde el festival donostiarra que este año alcanza su 70 edición. Solo hay que ver las imágenes retrospectivas con las que se inician las proyecciones. Aquel blanco y negro y algún bigotito al más puro estilo… Sí, esa preciosa ciudad abrazó y fue abrazada por el régimen franquista con algún sello de prioridad. Está también en su historia local y hay imágenes que lo demuestran. Hace tiempo que es muy diferente y, al menos una visita anual es más que recomendable. Debería estar incluida en las prestaciones de la Seguridad Social.

Si el premio, en forma de concha de oro, lo tuviera que dar yo, yo solo, y juzgando por lo que he visto, una parte mínima de lo que se exhibe y se seguirá exhibiendo hasta el sábado, la película argentina El suplente, sería mi galardonada. El complejo mundo de la enseñanza secundaria, que conozco de primera mano; los barrios difíciles de Buenos Aires, que solo he visto de pasada; la combinación de política/políticos y crimen organizado, mundo de las drogas… para el que no hace falta trasladarse a Argentina… La vida misma. Familias inestables, sociedad maltratada y un profesor de Literatura que se empeña en sacar adelante a unos alumnos que están en el filo de la navaja de sus vidas, algunos ya caídos por el lado oscuro…

Hay otra, 1976, chilena, que también hubiera competido en mi propia final. Y una austriaca, Sparta, que va a ser muy comentada, que ya tiene encima una publicidad negativa tras la suspensión de su proyección en el Festival de Toronto que terminaba ayer… y que roza un mundo escabroso y difícil de reflejar en imágenes que no molesten a nadie, como el de la pedofilia. Runner, con el paisaje invernal del Medio oeste de los EE.UU como actor principal, en mi opinión, y la danesa For ever, completaron mi edición 70 del Zinemaldia. La hora de la proyección de ambas, las cuatro de la tarde, no las han favorecido nada, otra vez en mi opinión. Y su desesperante ritmo, tampoco. 

En algún resquicio, entre el viaje a Pamplona para despedir a Serrat, no encontramos entradas más cercanas y el cine de Donosti, se colaban noticias por la radio. Vivo, soy natural y ciudadano de un país en el que la Justicia, con mayúscula, los más altos peldaños de su escala, incumplen la ley sin despeinarse y parece que aquí no ocurre nada. Y, supongo que hay una frontera en la que, sin saber de qué manera, los que quedamos al otro lado sí estamos obligados a cumplirla. La Justicia, la de la venda en los ojos para que sea igual para todos. La igualdad ante la ley, principio básico de una sociedad que se quiera moderna y democrática ¿Hasta cuándo? 

El muy distraído –ha tardado casi cuatro años en enterarse- presidente de esas escalas superiores de la Justicia, Carlos Lesmes, parece que se ha autoimpuesto una fecha simbólica donde las haya. El 12 de octubre, imitando a Rodrigo de Triana, gritará: “¡Tierra!” y habría que añadirle, “¡trágame!” O sea, que amaga con dimitir en el aniversario del encuentro de Colón con los nativos de las Bahamas. Dentro de pocos días es la Merced, patrona de Barcelona y de los presos…Una fecha mucho más propia para que dimitan todos los que llevan tanto tiempo okupando los puestos que no les corresponden y cobrando muchos salarios mínimos cada mes.


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