jueves, 8 de julio de 2021

Julio avanza (¿avanza?)

 

Empecé esta entrada ayer, un húmedo día de San Fermín, -en pocas horas, en esta ciudad, ha caído más precipitación que en todo el mes de marzo, o que en el de abril. Más tarde, una noticia me dejó con pocas ganas de seguir. Nadie sabe cuántas vueltas más le quedan a la pandemia, pero yo, mañana viernes, tengo que ir a que me hagan mi primera PCR. He sido contacto –Salud Pública considera que contacto estrecho, en una terraza de un bar, más de quince minutos…- de un amigo que, con síntomas leves, ha resultado positivo en la prueba. El rastreo funciona y me incluye. De momento, evitar socializar… 

Además del rastreo también parece funcionar alguna justicia poética. El llamamiento supuestamente liberal a hacer lo que le parezca a cada uno, sin respetar bienes comunes, empezando por la salud en caso de pandemia, por poner otro ejemplo,... está encontrando eco en la segregación social urbana. Al menos en Barcelona ya hay estudios que demuestran que los contagios afectan más a los jóvenes de las clases acomodadas, los que viven en las zonas ricas, a los que no les falta dinero para el ocio nocturno… Puedo asegurar que no es el caso de mi contacto estrecho.

Prometí en la anterior entrada estar atento a la Eurocopa y he cumplido. Contra Suiza y contra Italia. Mi nieto nos acompañaba el viernes. En un momento debió aburrirse y su grito durante la prórroga era: “Papá, partido no!” La Eurocopa parece que ya tiene dueño y no es mi favorito. Si Italia gana el domingo, Wembley podría pasar a ser un lugar de culto semejante a Lourdes o Fátima. Acompaño una captura de pantalla con la selección de Suiza. Podría haber buscado otras selecciones, pero me quedé con ellos en el partido contra España. Podría ser el juego de las adivinanzas. ¿Cuántos de los abuelos de esos once jugadores son suizos? En esta Europa que a veces parece que se casa con el ultranacionalismo, ver los apellidos de los jugadores suizos también reconcilia con algunas realidades.

 

Una ciudad próxima y querida parece tener un mal que afecta a sus alcaldes.  Valladolid y el ‘bocachanclismo’ de sus mandatarios. De uno, creo que ginecólogo de profesión, no quiero recordar ni el nombre. El actual también ha cosechado muchos aplausos con una referencia reciente. Si bien es cierto que a Toni Cantó le van a caer más de 6.000€ al mes por tocarse la entrepierna, ¿le parece normal al señor alcalde que su sueldo, como el de muchos de sus colegas, sea superior al del presidente del gobierno? Dislate por dislate.

De fuera llegan alcaldadas positivas. La alcaldesa de Amsterdam ha pedido perdón  por el pasado esclavista de la ciudad, lo cual no está nada mal. Lo siguiente debería ser algún impulso reparador, que no se quede en el terreno espiritual y que más pronto que tarde pase a ser ayuda material. Insisto en que la petición de perdón no es nada desdeñable. Solo me parece insuficiente.

Aquí todo es bastante distinto. En Europa occidental ser demócrata se correlaciona totalmente con ser antifascista. Nuestra derecha, desde el mismo 20 de noviembre de 1975, no ha renunciado a nada. Su entrega al franquismo pudo quedar un tanto solapada durante casi veinte años. Hoy, esa ilusión se ve como algo antiguo en términos geológicos. Pudo ser bonito mientras parecía ser… ¿Quién encuentra hoy las diferencias entre los tres partidos que gobiernan Andalucía o Murcia y muchos ayuntamientos, entre ellos el de Santander? El discurso homófobo, como el negacionista de la violencia machista, son ejemplos que cuestan vidas y esos discursos tienden a la uniformidad entre esas derechas. Desgraciadamente, algunas veces,  se ven bendecidos además por instituciones que deberían tentarse los hábitos, literalmente, antes de sumarse a esas opciones.  

 

 

 

 

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