martes, 15 de octubre de 2019

Rebeldes o sediciosos


Me pasó lo mismo cuando se aplicó el artículo 155 de la Constitución en Catalunya. Tanta atención a ese artículo y tan poca a otros muy relevantes. Ahí estamos con la sentencia publicada ayer y filtrada hace días. Esos señoros del alto tribunal, alguno de ellos, filtra por los codos. No soy uno de los aproximadamente quince millones de españoles especialistas en Derecho, que incluyen a muchos sin graduado escolar y pontifican a diario sobre lo que se tercie. Quizá todavía no hemos encontrado la fórmula de vivir con las nuevas tecnologías de la comunicación, que ya no son tan nuevas.

Otros varios millones, con estudios, se comportan de forma muy parecida. Los dos vicepresidentes frustrados, Rivera e Iglesias, sí, sí, cualquiera de los dos podía ser ahora mismo vicepresidente del gobierno y seguramente hubieran dado menos leña al mono de la que dieron ayer. Pedro Sánchez, que no me parece mucho más espabilado que cualquiera de sus dos potenciales y frustrados vices, justo en este temita no menor, no tiene la máxima responsabilidad, creo yo. En junio de 2018, cuando llegó a la presidencia del gobierno, el proceso estaba en instrucción muy avanzada. La política no había actuado y se había vulnerado la ley. Supongo que tantos especialistas en Derecho como tenemos serán partidarios, todos, de la división de poderes. Viva Montesquieu y viva el vino.

M. Rajoy y su vicepresidenta, no creo que se hayan pronunciado de momento. Coincide que otra tensión institucional enorme, aquello que se denominó Plan Ibarretxe, se fraguó con el gobierno de la mayoría absoluta del PP, presidido por Aznar y del que formaban parte varios delincuentes. En septiembre y octubre de 2017, cuando los dirigentes catalanes se saltaron la legalidad a la torera, Pedro Sánchez, que ya había ganado las primarias en el PSOE, no era ni diputado en el Congreso. Había dimitido un año antes…

No debería olvidarlo el actual dirigente del PP. Alguna vez, alguien tendrá que dejar de jugar con los votos que se pueden ganar en la España interior a costa de tener cada vez menos relevancia en Catalunya y de que allí cada vez sea mayor el número de ciudadanos que no le hagan ascos al independentismo. Algo históricamente minoritario que se ha ido convirtiendo en masivo a costa, también, de desaciertos de los gobiernos de Madrid. Y es que igual que antes de la sentencia, hay que hablar. Tendrán que hablar  quienes en un lado solo han visto la aplicación de la ley como receta y en el otro saltarse esa misma ley, y también podrían empezar ya a hacer las maletas y escribir sus memorias.

No me he leído la sentencia. Ni pienso hacerlo. Supongo que quienes jodieron ayer el vuelo a más de veinte mil personas tampoco lo han hecho. No es fácil pedir algo de vergüenza a quien no la tiene por definición, pongamos el neofranquismo. Pero el pijerío catalán, que vivió espléndidamente en el franquismo y en el pujolismo, alguna vez le va a dar la puñalada trapera a sus socios, los que ayer y hoy y los próximos días provocarán desórdenes. Se está buscando un mártir hace más de dos años. Es milagroso que todavía no lo hayan conseguido.

Me queda una piedad especial para quienes fuera de aquel territorio han comprado y compran el relato de los pijos y de su revolución. Sé que no suelen ser partidarios de indulgencia en otros casos de vulneración de leyes y que prefieren la modificación de las mismas. Ahí vamos a estar de acuerdo. Pero mientras alguien no mida mejor, aproximadamente la mitad de los ciudadanos residentes en aquellas cuatro provincias no quiere la independencia. La mayoría de mis amigos y parientes de allí entre ellos. Allí trabajé y estudié y residí casi un tercio de mi vida adulta. Allí nació mi hijo. No soy neutral en este conflicto. Fui administrativamente catalán dieciséis años, mitad en dictadura y mitad en democracia. De haber seguido siendo ciudadano catalán, sé en que posición no estaría. No sé mucho más. Que no quería haber escrito esta semana solo de esto y que si meto algo más me alargo demasiado ¿Tendremos arreglo?

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