Tengo arrugado el optimismo. Las lluvias han cancelado un
empeño colectivo de muchas semanas al que algunos nos habíamos entregado por
cuarto año consecutivo. Y además, el
aniversario del que hablaba la semana pasada y todo lo demás. Supongo que ahora
que se van a cumplir 30 años de la desaparición del muro físico que separaba el
este del oeste en Berlín y no solo allí, ahora puede ser importante recordar
que hace 30 años nadie en Yugoslavia podía suponer la que se avecinaba. De
hecho, en febrero del 84, cuando se inauguraron los Juegos de invierno en
Sarajevo, Yugoslavia podía suponer, todavía, algo parecido a una tercera vía
tratando de conciliar lo mejor de los dos primeros mundos. Después pasó lo que
pasó. Algunos yugoslavos puede que estén mejor que sus padres. No creo que eso
alcance a la mayoría.
Tuve un primer vértigo muy en el momento. Un cuñado,
militante de la CDU, de una prima residente entonces en Alemania, estuvo por
aquí con nosotros en el verano del 91. Aprendía cincuenta palabras diarias de
nuestra lengua, como una máquina. Se marchó con un castellano de supervivencia
después de dos semanas. Defendía entonces la fragmentación de Yugoslavia con
mayor ímpetu que su canciller, Kohl. El día de San Fermín de aquel año, con Martin aquí aprendiendo como una
máquina, Eslovenia ya era independiente de facto, después de unas operaciones
militares que duraron diez días. Ha sido el actual presidente de la Generalitat
el que ha bendecido la vía eslovena…
Los escombros nos alcanzan a todos. Si hace una semana este
humilde blog pronosticaba que “en los próximos días se provocarán desórdenes”…
No me importa reconocer que no esperaba que la batalla de Barcelona llegara a
ser espectáculo retransmitido en directo por varias cadenas de televisión en la
noche del viernes 18. Ese mismo viernes, un comunicado de Amnistía
Internacional, a mi juicio, el juicio de un activista de esa organización, ha
resultado muy inoportuno, justo en la medida en que ha dado munición a uno de
los bandos, o a los dos. No sé si el equipo de Amnistía Internacional que ha estado en
el terreno monitoreando la situación ha venido del extranjero, pero ya lo he
preguntado a la sección española.
Mi humilde blog también decía en su última entrada que se
está buscando un mártir (desde) hace más de dos años. Cada vez estamos más
cerca. Una amiga, supongo, de un amigo francés, con la que me he enzarzado un
poco en el muro de mi amigo en fb, a propósito del tema, ha escrito, literal: il faut laisser voter seulement aux catalanes de
pure souche pas à tous ce qui vivent . Pure souche, pura cepa. Los demás
que se vayan, ya se oye en los conatos de enfrentamiento de estos días, a quién sabe dónde. Probablemente al pueblo
del abuelo o del bisabuelo. Y se quedan anchos. Tan anchos que un presidente
que manda apretar y después manda a la policía a que reviente los ojos de los
que aprietan, sigue siendo presidente y cobrando, bastante, como presidente.
Y el otro presidente, que parece que cobra bastante menos,
tampoco parece que vaya a recibir un plus de rendimiento por su trabajo en este
campo. No lo considero el mayor culpable de lo que hay, pero empieza a ser
responsable de una parte de lo que no hay. Mucho cálculo electoralista y mucha
confianza en los gurús de los sondeos. Cualquier día veremos a zahoríes en las
reuniones de los círculos de (in)decisión.
De verdad es tan difícil entender que casi nada es uniforme? Que España no lo es, pero tampoco ninguna de sus comunidades autónomas. Qué ha
pasado en Badía del Vallés a la llegada de las columnas independentistas
procedentes de antiguas comarcas carlistas? Todavía no ha ocurrido lo que pasó
en la Plaza de Palacio en Barcelona, allá por los años 30 del XIX, lo mismo que
en la Alameda de esta ciudad desde la que escribo: Las milicias urbanas rechazaron a tiros a las partidas apostólicas. Todavía no hemos llegado ahí. Como en Sarajevo hace
treinta años. Todavía no. Pero otras columnas, fascistas, se han vuelto a
descolgar por la falda del Tibidabo, por los barrios altos en los que el
bienestar se escapa por las ventanas. Nunca dejaron de estar ahí. Desde enero del 39. O antes.
Nadie es ajeno a estas turbulencias. El efecto mariposa
también saca a la calle a los fascistas de aquí. Hace dos años aparecieron
banderas en barrios en los que ni la selección nacional de fútbol lo había
conseguido. Ahora ya están normalizados en las vías institucionales pero no
abandonan la calle, al contrario. Cuánto faltará para que arrasen
electoralmente en las periferias urbanas que todavía se tiñen de rojo en las
noches electorales?
No hay comentarios:
Publicar un comentario