lunes, 21 de octubre de 2019

Pure Souche


Tengo arrugado el optimismo. Las lluvias han cancelado un empeño colectivo de muchas semanas al que algunos nos habíamos entregado por cuarto año consecutivo. Y además,  el aniversario del que hablaba la semana pasada y todo lo demás. Supongo que ahora que se van a cumplir 30 años de la desaparición del muro físico que separaba el este del oeste en Berlín y no solo allí, ahora puede ser importante recordar que hace 30 años nadie en Yugoslavia podía suponer la que se avecinaba. De hecho, en febrero del 84, cuando se inauguraron los Juegos de invierno en Sarajevo, Yugoslavia podía suponer, todavía, algo parecido a una tercera vía tratando de conciliar lo mejor de los dos primeros mundos. Después pasó lo que pasó. Algunos yugoslavos puede que estén mejor que sus padres. No creo que eso alcance a la mayoría.

Tuve un primer vértigo muy en el momento. Un cuñado, militante de la CDU, de una prima residente entonces en Alemania, estuvo por aquí con nosotros en el verano del 91. Aprendía cincuenta palabras diarias de nuestra lengua, como una máquina. Se marchó con un castellano de supervivencia después de dos semanas. Defendía entonces la fragmentación de Yugoslavia con mayor ímpetu que su canciller, Kohl. El día de San Fermín de aquel año, con Martin aquí aprendiendo como una máquina, Eslovenia ya era independiente de facto, después de unas operaciones militares que duraron diez días. Ha sido el actual presidente de la Generalitat el que ha bendecido la vía eslovena…

Los escombros nos alcanzan a todos. Si hace una semana este humilde blog pronosticaba que “en los próximos días se provocarán desórdenes”… No me importa reconocer que no esperaba que la batalla de Barcelona llegara a ser espectáculo retransmitido en directo por varias cadenas de televisión en la noche del viernes 18. Ese mismo viernes, un comunicado de Amnistía Internacional, a mi juicio, el juicio de un activista de esa organización, ha resultado muy inoportuno, justo en la medida en que ha dado munición a uno de los bandos, o a los dos. No sé si el equipo de Amnistía Internacional que ha estado en el terreno monitoreando la situación ha venido del extranjero, pero ya lo he preguntado a la sección española.

Mi humilde blog también decía en su última entrada que se está buscando un mártir (desde) hace más de dos años. Cada vez estamos más cerca. Una amiga, supongo, de un amigo francés, con la que me he enzarzado un poco en el muro de mi amigo en fb, a propósito del tema, ha escrito, literal:  il faut laisser voter seulement aux catalanes de pure souche pas à tous ce qui vivent . Pure souche, pura cepa. Los demás que se vayan, ya se oye en los conatos de enfrentamiento de estos días,  a quién sabe dónde. Probablemente al pueblo del abuelo o del bisabuelo. Y se quedan anchos. Tan anchos que un presidente que manda apretar y después manda a la policía a que reviente los ojos de los que aprietan, sigue siendo presidente y cobrando, bastante, como presidente.

Y el otro presidente, que parece que cobra bastante menos, tampoco parece que vaya a recibir un plus de rendimiento por su trabajo en este campo. No lo considero el mayor culpable de lo que hay, pero empieza a ser responsable de una parte de lo que no hay. Mucho cálculo electoralista y mucha confianza en los gurús de los sondeos. Cualquier día veremos a zahoríes en las reuniones de los círculos de (in)decisión.

De verdad es tan difícil entender que casi nada es uniforme? Que España no lo es, pero tampoco ninguna de sus comunidades autónomas. Qué ha pasado en Badía del Vallés a la llegada de las columnas independentistas procedentes de antiguas comarcas carlistas? Todavía no ha ocurrido lo que pasó en la Plaza de Palacio en Barcelona, allá por los años 30 del XIX, lo mismo que en la Alameda de esta ciudad desde la que escribo: Las milicias urbanas rechazaron a tiros a las partidas apostólicas. Todavía no hemos llegado ahí. Como en Sarajevo hace treinta años. Todavía no. Pero otras columnas, fascistas, se han vuelto a descolgar por la falda del Tibidabo, por los barrios altos en los que el bienestar se escapa por las ventanas. Nunca dejaron de estar ahí. Desde enero del 39. O antes.

Nadie es ajeno a estas turbulencias. El efecto mariposa también saca a la calle a los fascistas de aquí. Hace dos años aparecieron banderas en barrios en los que ni la selección nacional de fútbol lo había conseguido. Ahora ya están normalizados en las vías institucionales pero no abandonan la calle, al contrario. Cuánto faltará para que arrasen electoralmente en las periferias urbanas que todavía se tiñen de rojo en las noches electorales?



No hay comentarios:

Publicar un comentario