No recuerdo bien si ha sido un sueño, con esa mezcla de cansancio y
alegría que da el recorrido por nuestras montañas o una visión diurna, justo al
emprender la cuesta abajo por la canal de Culiembro, en su descenso en picado
hacia el Cares, por ahí. Cuánto bien alcanzaríamos si el presidente catalán y
el español, con el auxilio de su vicepresidenta, Soraya Saenz de Santamaría, una vez agotadas todas las vías de
diálogo- previamente deberían empezar a hablar- se subieran a un todo terreno y
apretaran el acelerador. Aunque al despertar suenen rimas terminadas como
cinco.
Prometo por lo que me quede que no es papardeo frívolo. Me interesan
más otros artículos. Algunas organizaciones sociales llevan tiempo trabajando
de cara a una reforma de la Constitución del 78. Ahora que salen expertos
constitucionalistas por todas las esquinas, y no necesariamente de las
facultades de Derecho, justo ahora, convendría recordar la superioridad del
artículo 14, que sería imposible en una dictadura como algunos dicen que
tenemos. Otros precisan más: Estamos en un régimen fascista.
Por ahí ni me encuentran ni me van a callar. Alguna vez he dejado
escrito por aquí, o por otro sitio, que el fascismo me robó al menos nueve
años. En 1977, la primera vez que pude votar, ya tenía 27. Como mi memoria
sigue estando bastante bien, recuerdo con precisión lo que quiere decir crecer
y madurar en un régimen totalitario. Y no, no voy a callar ante quienes puedan
decir que no hay diferencia con la actualidad. A pesar de… todos los pesares.
Ya tuvo la Constitución un accidente de nacimiento en relación con la
organización territorial del Estado: Aquel Título VIII que estuvo a punto de
abortar todo el resto. Declaraciones sobre nacionalidades y regiones que no se pudieron
expresar con claridad. Diferentes vías de acceso a la autonomía. Se tendrá que
manosear mucho a partir de ahora el 155 para que alcance el sobe del 143 y el
151 entre el final de los setenta y los primeros ochenta.
Y ni entonces ni ahora puedo recordar que se haya gastado mucho tiempo
en explicaciones sobre las razones que hicieron blindar algunos derechos frente
a otros. Como que el derecho a la Educación, artículo 27, sección primera del
capítulo II, se haya podido convertir, entre muchas otras bendiciones, en una
fuente inagotable de recursos públicos regalados a negocios privados en buena
medida en manos de órdenes religiosas católicas. Qué desgracia tuvo el derecho
al trabajo, artículo 35 o a la vivienda, artículo 47, incluso el 50, que en su
defensa de la tercera edad también menciona expresamente la necesidad de
vivienda de ese sector social.
En una futura revisión del texto constitucional, que tendrá que llegar
antes o después de que la crisis catalana se solucione, porque se tendrá que
solucionar, entonces, sea todavía siglo XXI o ya el XXII ¿se podrán equiparar
algunos de esos derechos? No tiene porque ser un gran problema económico si se
ahorra de tantos lugares donde se puede ahorrar. Si no se roba lo público, lo
de todos, como si no tuviera dueño.
No vienen buenos tiempos, Olivia,
ahora que empiezas a andar y que todavía no han pasado dos meses desde tu
primer cumpleaños. Aquel choque de trenes previsto se produjo. Aquel mismo día.
Pero un gobierno perezoso, un gobierno que lo es porque los que pudieron
evitarlo no lo hicieron, se ha tomado dos meses para, dice, aplicar el puñetero
155. Hasta Ada Colau ha tenido
tiempo de nadar, guardar la ropa, volver a nadar y sumarse a la revuelta pija. Thelma, acelera. ¿o era Louise?
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