La bahía de Santander figura entre las más guapas del mundo.
Es una de esas condecoraciones que no tengo intención de discutir. Es,
naturalmente, subjetiva. Y yo no puedo ser objetivo cuando uno de los primeros recuerdos
de infancia es la vista de esa bahía desde la fachada sur de la casa en la que
nací. Una vista que me duró hasta los quince años. El desarrollo urbanístico se
cepilló nuestra vista al sur. A cambio, ahora, puedo ver la bahía siempre que
quiero aunque no desde mi casa y de verdad que merece la pena. Atravesándola en
la primera hora de este penúltimo lunes de agosto, un extraordinario lunes al sol,
he recordado la película que vi ayer.
Money monster vale la pena. Y no es por ser la
primera producción que desde dentro se carga el sistema. Algo en su ritmo me ha
parecido muy original. Esa especie de juicio final en el que el comunicador de
fama cree llegado su momento… No acaba bien para ser creíble, pero ese
planteamiento de aquella joven, 25 años menos, agente del FBI que negociaba con
Hannibal Lecter, me ha gustado. No
creo que la plana mayor de C’s haya visto esa película. Que haría Rivera si descubriera que Rajoy viaja a Sudáfrica en lugar de a
Ginebra?
¿Han visto la película los que insisten a diario en que hay que facilitar que Mariano
siga siendo el presidente del gobierno de España? Somos cuarenta y tantos
millones y el presidente tiene que ser alguien como él? Han reparado en el
villancico catalán quienes han diseñado una estrategia de convencimiento que
pasa por evitar unas elecciones el día de Navidad? Cuando escuché por primera
vez el villancico del titular no sabía inglés. Ni catalán. Ahora mismo tampoco
se si refiere a la alegría. Y además están los anuncios de la lotería nacional
que no paran… ya es navidad, como cuando
el corte inglés anuncia la primavera en enero.
Al Ayuntamiento de
Santander le ha debido tocar la lotería esa antes del sorteo y no para de
anunciar obras. Parece un año electoral. Una de
esas obras que se anuncian a diario, quizá la más gruesa por presupuesto, se sitúa
en la intersección de General Dávila y Alonso Vega. Nuestro callejero todavía
está así. General Dávila parece que va a dejar de existir en Madrid y
un nieto del general no parece muy de acuerdo con la retirada del rótulo. En un
país normal ese rótulo hubiera dejado de existir hace muchos años. Mi abuelo no
traicionó a nadie hace 80 años y nunca hubo una calle con su nombre. A cambio,
sigue presente en nuestra memoria en positivo. Sin dar que hablar… Acabo con
otro asunto municipal.
La concejala de cultura de esta Smart City, con bonita bahía,
ha afrontado el conflicto entre la corporación y la Sociedad Menéndez
Pelayo tirando hacia la confrontación. Ya tuvo otra actuación muy discutible en
torno, precisamente, al callejero que incumple la legalidad vigente. No conozco
a la concejala pero conozco al presidente de la Sociedad Menéndez
Pelayo antes de que Jodie Foster
interpretara su papelón en el silencio de
los corderos. Destaco, hoy, solo un par de sus virtudes: Enorme capacidad
de trabajo y talante negociador. Por favor, sobran conflictos, tomen nota en la Casa Consistorial.
Tocando al viento es un titulo que vi hace años. Tendré que ver Money Monster, que ya veo que tu no paras de "tocar...." ni en verano
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