lunes, 22 de agosto de 2016

Fun, Fun, Fun


La bahía de Santander figura entre las más guapas del mundo. Es una de esas condecoraciones que no tengo intención de discutir. Es, naturalmente, subjetiva. Y yo no puedo ser  objetivo cuando uno de los primeros recuerdos de infancia es la vista de esa bahía desde la fachada sur de la casa en la que nací. Una vista que me duró hasta los quince años. El desarrollo urbanístico se cepilló nuestra vista al sur. A cambio, ahora, puedo ver la bahía siempre que quiero aunque no desde mi casa y de verdad que merece la pena. Atravesándola en la primera hora de este penúltimo lunes de agosto, un extraordinario lunes al sol, he recordado la película que vi ayer.

Money monster vale la pena. Y no es por ser la primera producción que desde dentro se carga el sistema. Algo en su ritmo me ha parecido muy original. Esa especie de juicio final en el que el comunicador de fama cree llegado su momento… No acaba bien para ser creíble, pero ese planteamiento de aquella joven, 25 años menos, agente del FBI que negociaba con Hannibal Lecter, me ha gustado. No creo que la plana mayor de C’s haya visto esa película. Que haría Rivera si descubriera que Rajoy viaja a Sudáfrica en lugar de a Ginebra?

¿Han visto la película los que insisten a  diario en que hay que facilitar que Mariano siga siendo el presidente del gobierno de España? Somos cuarenta y tantos millones y el presidente tiene que ser alguien como él? Han reparado en el villancico catalán quienes han diseñado una estrategia de convencimiento que pasa por evitar unas elecciones el día de Navidad? Cuando escuché por primera vez el villancico del titular no sabía inglés. Ni catalán. Ahora mismo tampoco se si refiere a la alegría. Y además están los anuncios de la lotería nacional que no paran…  ya es navidad, como cuando el corte inglés anuncia la primavera en enero.

Al  Ayuntamiento de Santander le ha debido tocar la lotería esa antes del sorteo y no para de anunciar obras. Parece un año electoral.  Una de esas obras que se anuncian a diario, quizá la más gruesa por presupuesto, se sitúa en la intersección de General Dávila y Alonso Vega. Nuestro callejero todavía está así. General Dávila parece que va a dejar de existir en Madrid y un nieto del general no parece muy de acuerdo con la retirada del rótulo. En un país normal ese rótulo hubiera dejado de existir hace muchos años. Mi abuelo no traicionó a nadie hace 80 años y nunca hubo una calle con su nombre. A cambio, sigue presente en nuestra memoria en positivo. Sin dar que hablar… Acabo con otro asunto municipal.


La concejala de cultura de esta Smart City, con bonita bahía, ha afrontado el conflicto entre la corporación y la Sociedad Menéndez Pelayo tirando hacia la confrontación. Ya tuvo otra actuación muy discutible en torno, precisamente, al callejero que incumple la legalidad vigente. No conozco a la concejala pero conozco al presidente de la Sociedad Menéndez Pelayo antes de que Jodie Foster interpretara su papelón en el silencio de los corderos. Destaco, hoy, solo un par de sus virtudes: Enorme capacidad de trabajo y talante negociador. Por favor, sobran conflictos, tomen nota en la Casa Consistorial.

1 comentario:

  1. Tocando al viento es un titulo que vi hace años. Tendré que ver Money Monster, que ya veo que tu no paras de "tocar...." ni en verano

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