lunes, 6 de junio de 2016

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Mientras vuelve a instalarse en las retinas de los ciudadanos una nueva imagen tremenda de lo que nadie quiere para las playas mediterráneas, al margen de si son de una orilla o de la de enfrente, quienes aspiran a gobernarnos no parece que encuentren en este tema algo suficientemente atractivo como para situarlo en el centro de la campaña. Hablo del drama que viven las personas que huyendo de sus países en guerra o en hambruna eterna, tratan de encontrar refugio en Europa. Se que puedo ser reiterativo pero es que sigue siendo un asunto que ocupa una parte notable de mi tiempo y de mi pensamiento.

Las encuestas, es inevitable no prestar un minuto de atención, también empiezan a reiterar algo realmente nuevo. Si finalmente dentro de tres semanas los socialistas ocupan  el tercer puesto como aquellas predicen con unanimidad, estarán en una posición no alcanzada no ya en los últimos 40 años. Será una novedad en casi un siglo. No creo que sea un problema interno del socialismo español, aunque tenga algún condimento propio, la caída del PSOE a esa posición en la carrera electoral. En muchos sentidos hace 12 años la situación no era muy diferente. El éxito de Zapatero en 2004 ocultó, retrasó de hecho,  algo que se estaba cociendo a fuego lento desde la caída del bloque soviético.

Desaparecido el peligro rojo la socialdemocracia europea casi se alzó con la única representación del bloque progresista, de izquierdas en terminología clásica. Hasta que sus políticas reales, sobre todo en tiempo de crisis, se han visto muy poco diferenciadas de las del neoconservadurismo y por ahí ha empezado gota a gota, país por país, un lento desfile que ha ido menguando el apoyo electoral mayoritario que llegó a tener. Falta la anunciada caída de Francia para dentro de un año ¿y después? Habrá otro partido, como ellos sucedieron a los progresistas liberales hace ya un siglo en muchos de los países europeos.

La batalla ideológica va a seguir acompañando a la económica. No es previsible ahí ninguna ruptura. En el caso español el estallido de casos de corrupción que ayudan al adversario a igualar por abajo, los EREs andaluces frente a todo lo demás, en víspera electoral puede ayudar al descenso pero creo que se equivocan quienes lo dejen ahí. Hay más y hace tiempo que se apunta. Por eso me parece la demostración más flagrante de impotencia el discurso de veteranos dirigentes socialistas proponiendo un nuevo dilema moral: La alegría en el uso del dinero público frente al enriquecimiento directo. A los ciudadanos hartos les puede importar lo mismo que conocer lo que llevan los ángeles en la entrepierna.





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