Yo ya he votado. El domingo puedo llegar a casa con los colegios electorales ya cerrados. Un viaje que podía haber sido una
coartada para no votar y demostrar, a no se quién, que estoy muy cansado.
Al final ha habido alguna sensación de incomodidad conmigo mismo si no votaba y
ya está. Ya he votado. Espero no haberme equivocado como casi siempre.
Hoy es el día mundial del refugiado. Según los estudios de la ONU más de sesenta millones de
personas en el mundo entero integran esa categoría sumamente desfavorecida. Una buena parte de ellas no tiene reconocida tal condición. La cifra aumenta.
Un diez por ciento de ese total es de los últimos doce meses. Al menos un cinco
por ciento son sirios…
A la hora de votar he tenido muy en cuenta lo que dicen los
distintos partidos políticos sobre este asunto. Y también lo que no dicen.
Dirigentes populares como la diputada por Málaga Celia Villalobos o el ministro del Interior Fernández Díaz han estado presentes a la hora de elegir papeleta.
Tampoco me ha resultado fácil olvidar
algún discurso de dirigentes socialistas. No estoy seguro de la
contribución a la elección de mi voto de la eurodiputada Elena Valenciano y su actuación en el Hotel Bahía el pasado 29 de
marzo. En su momento, está recogido en este blog, el discurso de la señora
Valenciano me pareció desconcertante.
No he seguido mucho la campaña y ahora debo seguirla menos.
Podría ser muy tremendo que algo de la misma contribuyera a que pudiera
arrepentirme de haber votado lo que he votado. Y debería quedar claro que lo
que he votado ha sido con muy poco entusiasmo. Por eliminación de otras
opciones más que por mucho fervor hacia la elegida.
El Ayuntamiento de Santander mete en dicha campaña un suceso
de corrupción, probablemente menor, pero en el mismo día en que en Valencia saltan otros diez
millones, unos 6.000 €, que parece la cifra de Santander, no podrá llegar muy
lejos en los informativos nacionales. El PP parece que puede ser de nuevo la
lista más votada pero lo que está fuera de duda es que ha ganado en la carrera
de esquilmar fondos públicos para beneficio privado. Reclamarse ahora la España moderada es una
broma con muy poca gracia.
La semana acaba con la despedida, espero que temporal, de Paco Gómez Nadal. En tres años ha
logrado mover la opinión de esta ciudad como nunca antes había ocurrido. Hace
poco, al saber que se iba al menos por un año, le dije que me parecía una
batidora de brazo que se había introducido en nuestra bahía para que las calmas
solo fueran pasajeras. No siempre he estado de acuerdo con sus propuestas o no
totalmente. Su escrito de despedida me ha emocionado y no me importa confesarlo
públicamente. Buen viaje y mucha suerte Paco
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