Un fin de semana largo y especial hace que me despierte el
martes con sabor de lunes de resaca. Primera noticia que retengo de la radio
mañanera: Un juez de Torrelavega desestima una reclamación de un propietario de
un coche alemán, de esos del fraude ambiental, de los que te cobraban por
contaminar poco pero contaminaban como si no hubiera mañana, como si el mañana
nos importara un poco menos que un pimiento.
Uno de los considerandos me acerca a su señoría. Una de las
razones por las que ese cliente del popular vehículo alemán no va a tener razón
de momento es que su interés por el medio ambiente no está demostrado. Por
ejemplo, no cotiza como socio en ninguna organización de las que promueven un
planeta más limpio y sostenible. Me encanta la acepción durable, pero no se si
nuestra Real Academia, la de las almóndigas
que hasta mi corrector subraya, tiene el vocablo admitido y yo tengo poca
conexión ahora mismo para mirarlo.
O sea, que en ese juzgado de Torrelavega, por ejemplo yo,
que si soy socio de alguna de esas organizaciones y de muchas otras, podría
haber tenido razón, o que el juez me la hubiese dado. Pues por ahí me he estado
moviendo mientras he desayunado, nadado, hecho la compra…la ley igual para
todos…no acabo de tener el criterio formado... Si la compañía alemana ha hecho
fraude debería ser penada independientemente de la conciencia ambiental de sus
clientes, claro que este cliente lo que quería era toda la pasta, que no sería
poca, y devolver la máquina utilizada…
Es que el coche de marras me ha enlazado con el término volk que acabo de revivir en las últimas
jornadas. He vuelto a Berlín. He vuelto de Berlín. Sobrevolando Pasajes, el
puerto guipuzcoano, con una nitidez perfecta se me ha ocurrido repensar lo
afortunados que podemos seguir siendo algunos. Que nadie nos regala ni nos ha
regalado nada, pero que tenemos derechos, documentos en regla, una pensión
digna, de momento, después de 42 años cotizando, en mi caso…que he estado en
otro avión a principios de este mismo mes…que con mi DNI español entro y salgo
de Berlín con naturalidad y tranquilidad, que mi color tirando a moreno no es
lo suficientemente llamativo para que nadie me moleste por esa razón…
No puedo dejar de recordar lo escuchado directamente a un
voluntario recién llegado de Lesbos a principios de este año. Está apuntado en
alguna entrada de este blog de esa época, enero o febrero. Un trayecto de 10€
ida y vuelta, se ha convertido en una factura cien veces mayor y sin ninguna
seguridad por el hecho de no tener documentación adecuada. Algunos gozamos de
pasajes seguros. Pasaje seguro para los refugiados es un movimiento universal
con una sucursal local con la que colaboro.
El pasaje seguro no es universal pese a que hay legislación
internacional que apoya mi interpretación. Y la de tantos otros.
Una organización de seriedad contrastada como Amnistía
Internacional acaba de publicar un estudio que revela el divorcio existente en
este tema entre los gobiernos y la mayoría de la población. Los gobiernos
tienen miedo y hacen políticas salvajes para que no vengan otros más salvajes…
y el uffff! austriaco? Cuando sepamos y alguna vez se llegará a saber, el
número exacto de víctimas de la guerra en Siria, y cuántas de ellas se han
producido en nuestro mar, en el Mediterráneo, que traducido en directo del
alemán sería como el mar del medio. El que tenemos en mitad. ¿En mitad de qué?
Naturalmente de Europa y África. De Algeciras a Estambul y con cien cañones por
banda. En ese momento los responsables que no hayan muerto morirán de vergüenza.
Y hay algo más que evidentemente conocía desde mis tiempos
de bachiller pero que en mi última visita al Museo Pergamon se me ha aparecido
como una revelación. Siria, el territorio actual sirio, está en todos los
rincones de nuestra Historia. Mapas que explican la importancia de ese cruce de
caminos del oriente más cercano. En ese espacio geográfico se coció casi todo lo nuestro aunque hoy
muchos europeos prefieren olvidarlo. Córdoba y Damasco tienen el apellido Omeya como nexo de sus épocas más
brillantes. San Pablo, nacido en Tarso, en documentación actual sería turco y
creo recordar que fue llegando a Damasco cuando se cayó del caballo…Los turcos
controlaron el territorio durante siglos. Ese debe ser el mérito para que
Europa les devuelva el papel. Y mucho dinero. Los trabajos sucios no son
gratis. También es el espacio geográfico de las tres grandes religiones
monoteístas lo que muchas veces ha aumentado el caudal de sangre que circula
por allí de ordinario.
Falta muy poco más de un mes para la cita electoral. La
mitad será la campaña oficial. Que gran tema para que los aspirantes a
gobernarnos clarifiquen sus mensajes.
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