No tomar en vano los temas de educación. De Educación. No es
la ley de Dios. De momento tampoco la de los hombres y mujeres. En las últimas
jornadas me he visto metido de nuevo en la olla que durante seis lustros fue mi
medio natural. Mis compromisos sociales me han llevado a asistir al congreso
regional de Educación y a visitar un par de centros educativos en relación con
el drama que se vive en el Mediterráneo en torno a los refugiados. Y además,
como todos los demás ciudadanos, las polémicas sobre horarios y vacaciones
escolares y ahora, hoy mismo, el asunto de los deberes escolares en el
Parlamento regional.
Los nuevos partidos siguen empeñados en dar espectáculo y
uno de ellos además de fichar a un supuesto cómico como cabeza de lista, se va
al Parlamento, debería haber un respeto mayor hacia la institución, a plantear
un tema que quizá no debe exceder del Proyecto Educativo del Centro. Claro que
es un parlamento en el que el mismo día, la anterior consejera de Sanidad, que
creo recordar que algo tiene que ver con todo lo relacionado con nuestro gran
hospital regional, incluida la velada privatización de muchos de sus servicios,
se permite llamar garrapata al partido del presidente. El nivel no da más.
El desencuentro entre los distintos sectores de la comunidad
escolar, profesionales, familias y administración, no ayuda absolutamente nada
a que la política educativa sirva a los intereses de la mayoría. Con una
administración, en principio y supuestamente cercana tanto a los sindicatos
mayoritarios de los enseñantes como a la federación mayoritaria de las
asociaciones de madres y padres, el consejero anterior cabalgaba sus neurosis
sobre ese bicho: A él y a su partido no le querían por estar entregados a quienes
hoy gobiernan, con esa situación actual no deberían suceder estas cosas.
Todo es más complicado. Las mentes sencillas o directamente
simples, no deberían alcanzar esos niveles de poder. Después repercuten en el
conjunto de la ciudadanía. Tampoco es razonable que las madres y padres se
enteren por la prensa de temas que mediatizan notablemente la vida familiar. Exámenes, vacaciones y horarios escolares afectan al conjunto de la sociedad. En la
inmensa mayoría de países de nuestro entorno esas negociaciones son parte tan
notable del año político como los debates presupuestarios.
¿Acabaremos regulando por ley la cantidad de trabajo escolar
que se puede hacer fuera del aula? En el territorio de la demencia todo es
posible. Espero que si la respuesta es afirmativa alguien se moleste en hacer
una determinada progresión. El día que terminemos por igualar a los alumnos de
primero de Primaria con los de segundo de Bachillerato habremos alcanzado el
gran objetivo de destruir el futuro.
Afortunadamente, en el interior de los centros educativos,
funcionan microclimas que permiten seguir trabajando en favor de los alumnos. De
todos. Incluidos los hijos de quienes
tanto enredan.