Media tarde con la desazón que produce buscar un libro en
una biblioteca, la propia, que no es como la de Vargas Llosa, que parece que nació el mismo día que yo aunque algunos
años antes, …desazón. Y nada que ver con Porcelanosa. La simpleza esa de creer
tener un cierto orden dentro del caos y que cada vez que hace falta algo se
pierda un montón de tiempo… la promesa cientos de veces incumplida de que eso
se va a terminar y que a partir de ¿ahora? reinará un orden exquisito… ¿Le pasa
a alguien más?
¿Qué libro buscaba? Ni eso puedo afirmar. No recuerdo el
título exacto. Pero es sobre el levantamiento del lunes de Pascua. Ahora hace
un siglo. En Dublín. El mundo ya llevaba un par de meses atónito ante la
carnicería a escala industrial que se desarrollaba en Verdún. Así, las víctimas
irlandesas eran de otra escala. El triunfo, relativo, tardaría todavía unos
años. Y dejaría la isla dividida hasta hoy. Como tantas otras veces en muchos
otros lugares, más sangre que nueces.
La parte de desazón que se relaciona con la fecha de edición
del libro va a permanecer hasta que consiga encontrarlo. Otros se que han
desaparecido para siempre, pero de este no me consta. Es probable que me
acompañe desde mis tiempos de instituto y eso puede decir que me hice con él en
el cincuentenario del levantamiento, con lo que lo único que se certifica es
que me he hecho muy mayor. Oficialmente hoy empiezo otra vuelta, un movimiento
de traslación en el que como el planeta debo tardar un año…
Si tengo ahora la imagen que no tenía cuando leí el libro.
Entre finales de julio y principios de agosto de un verano que incluso en
Irlanda llegó a ser cálido, visité la isla. En la capital no me pude resistir
y entré en la oficina de Correos de la calle O’Connell. Era 2003. Ningún aniversario redondo pero un guiño de
simpatía mutua. Esa tradición común que no está muy clara… Valera allí, O’Donnell
aquí y algo más. La religión, el naufragio de la Invencible… haber derrotado al
enemigo secular en definitiva, y nada menos que proclamando la República para
que no quedara ningún lazo… todo junto.
Pero hoy, además del cumpleaños del premio Nobel peruano,
del mío, del de mi hijo -que francamente es el que me resulta más atractivo-
del centenario, en años lunares, del levantamiento irlandés… hoy es el
aniversario de la muerte de uno de los más grandes poetas de nuestra lengua.
Hace muchos años que, entre las muchas alegrías de mi
cumpleaños, guardo un recuerdo para el poeta de Orihuela. La muerte de Miguel Hernández, varios años antes de
que yo naciera, es la radiografía de una España en blanco y negro, triste, miserable,
cruel y sanguinaria. La España que dejó morir o que mató a muchos de sus
mejores ejemplares. Nunca más.