martes, 1 de diciembre de 2015

Tiempo y clima

De nuevo Paris en todas las portadas. Una cuenta más en el largo rosario iniciado en Ginebra en 1979, o finalmente encauzar la defensa del planeta como si fuera un ataque marciano de esos que nos ha regalado la literatura, el cine, la radio…Yo lucía pantalón corto cuando empezaron a medir las emisiones de CO2, 1958, y la comunidad científica empezó a alarmarse.

Las cumbres de Río en 1992 y Kyoto cinco años más tarde, ya han cumplido la mayoría de edad. ¿Y? Pues que todo está más grave. Johannesburgo, Copenhague, Cancún, Durban han ido añadiendo fracasos, mayores o menores. Y el planeta corre riesgos de tal calibre que es posible que ahora empiecen los acuerdos.

No me fío mucho de una cumbre en la que nuestro representante principal y todavía presidente del gobierno, no es que sea negacionista respecto al cambio climático, eso se lo deja a su mentor ideológico, Aznar y su tinglado de la FAES, pero Rajoy no hace mucho confundió el clima con el tiempo atmosférico. Ese error  se basa principalmente en las muchas veces en que periodistas de especialización deportiva confunden ambos términos. Se oye demasiadas veces climatología adversa en vez de mal tiempo. Ninguna ciencia  es adversa, ni la que estudia el clima. El clima es algo estructural, duradero, que necesita un mínimo de 30 años de observaciones, mientras el tiempo (atmosférico) es por definición coyuntural. Un día concreto, en una etapa del Tour, por ejemplo, puede hacer mal tiempo pero nunca una climatología adversa.

Los cambios de tiempo son normales y benéficos. El cambio climático es el mayor enemigo del planeta en este momento. Debe hacer unos cincuenta años de los primeros avisos serios sobre los límites del crecimiento y después la herencia del informe Meadows. La variable ecológica no ha ocupado la porción debida. Se temía más el agotamiento de los recursos que la voladura poco controlada de nuestro planeta. Con la excepción de Alemania las opciones políticas más comprometidas con la conservación del mismo no han tenido mucho eco. 

El consenso empieza a ser más amplio. Obama, los chinos… aunque el primer ministro indio, Modi, ha reclamado ejemplos más contundentes de occidente. También cuentan mucho en este caso, las actitudes individuales. Aquel viejo anuncio, que advertía de que aunque nosotros pudiéramos pagarlo –el petróleo- España no podía, iba bien enfocado Son órbitas de diferente responsabilidad. El gobierno debe favorecer el uso de energías alternativas, exactamente lo contrario de lo que ha hecho el que rinde cuentas dentro de tres semanas, pero los ciudadanos podemos ahorrar mucha energía.

Usar la bicicleta y el transporte público, además de ir caminando todo lo que nos resulte posible, tiene que incentivarse. El predominio del automóvil, con incentivos por cuestiones de empleo, debe someterse a una revisión más que crítica. La calefacción o el aire acondicionado pueden moderar su uso… El papel de quienes en la calle Génova de Madrid o en Florida y el senado de los EE.UU todavía no se dan por enterados, me atrevo a pensar que será juzgado no con severidad, más bien con absoluto cachondeo.

Hace pocas jornadas ha fallecido José María Mendiluce. Sus opciones políticas se movieron entre la extrema izquierda, de la época de la clandestinidad y la socialdemocracia clásica, llegando a ser eurodiputado en las listas del PSOE aunque finalmente abrazó la causa verde y estuvo a punto de presidir Greenpeace. En una cena que un grupo de amigos le organizó en Santander, en una de sus campañas europeas, me impresionó su tratamiento del conflicto en los Balcanes. Frente a elementos agresivos y totalmente belicistas como Milosevic, la respuesta pacifista clásica se quedaba corta y coja.  Seguir promocionando combustibles fósiles requiere hoy una respuesta muy activa que no tiene que pasar necesariamente por bombardear a nadie.

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