jueves, 8 de enero de 2015

Charlie




Hoy el titular no podía ser otro. Hasta ayer era el nombre familiar de un sobrino, probablemente algún huracán y el nombre en clave de un bando en alguna película de guerra. Quién sabe que más. Hoy es lo que es. Situarnos frente al fanatismo y la intolerancia. Me faltó tiempo ayer para compartir un cartel “Je suis Charlie”. Hoy veo que algunos ponen reparos al cierre de filas. Normal. Eso es lo que nos distingue. El respeto a la discrepancia. Que los lápices no sean contestados con fusiles de asalto. Tampoco es saludable mezclar velocidad y tocino. Y todo lo demás.

Y esa tendencia no es necesariamente de un solo origen. El Islam es una religión tan respetable, o tan poco respetable, como las demás. Las tres grandes religiones monoteístas y todas las demás tienen detrás historias muy complejas para despachar en pocas líneas. No recuerdo que nadie tildara las acciones terroristas de ETA de terrorismo católico, o cristiano, sin matices. Probablemente todos, o la inmensa mayoría, de aquellos activistas estaban bautizados en el catolicismo romano. Hablar de terrorismo islámico es exactamente lo mismo. Hay enfermedades muy graves y las de origen religioso pueden ser, lo han sido numerosas veces, tremendas pandemias.

Haber llegado a recibir broncas notables por francófilo, controlar bastante bien esa lengua vecina, conocer en cierta profundidad su Historia, no me da ningún punto adicional. Pero hay algún mecanismo interno que me afecta. Quizá haber amanecido 48 horas antes del crimen contra el semanario satírico en suelo francés. Haber disfrutado allí de unos días de vacaciones como muchas otras veces. Pero mi francofilia tiene límites. He contrastado en directo que las cosas no les van muy bien a nuestros vecinos, siempre tan por delante en todo en los últimos doscientos años. Pero soy poco fiable. En ocasiones he dejado de comprar productos franceses cuando se producían atentados a productos españoles con escasa respuesta por parte de las autoridades republicanas…

Y ya. La defensa cerrada de la libertad, de la de expresión como pilar fundamental, debe hacer que sigamos con lo que teníamos previsto. Mi apunte para esta semana, semivacacional todavía, solo dice SMIG 648,60€. La subida del salario mínimo ha sido de poco más de tres euros mensuales, como la mayoría de las pensiones, después de tres años de descensos acumulados. La congelación nominal es un descenso real del poder de compra. O sea, la fiesta que nos anuncia el gobierno, de España y de casi todas las comunidades autónomas, se va a pagar con 400 de las antiguas pesetas.

Autorizado por mi edad lanzo una historieta de abuelote sin nietos biológicos. Tengo dudas de si era 1963 o un año más tarde. En cualquier caso hace más de cincuenta años. Camino por la calle Vargas hacia casa. Vuelvo del colegio. Diviso algo en el suelo húmedo frecuente en nuestra ciudad. Muy dobladito, calculo hoy que al menos en un octavo de su superficie, me encuentro un billete de 500 pesetas. En casa me autorizan a gastarlo en lo que hacía como dos años que era mi petición reiterada: una bicicleta. Y me sobraron 100 pesetas. Saltando en el tiempo como en algunas leyes que nos ha regalado este gobierno, la subida de este año del SMIG va a dar para comprar…tres billetes del autobús urbano -no estoy seguro del precio del billete simple, uso bono- Qué tiempos los de la bicicleta! Claro que la última que me he comprado, ya hace siete años, costaba más que un SMIG de 2015.



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