Hoy el titular no podía ser otro. Hasta ayer era el nombre
familiar de un sobrino, probablemente algún huracán y el nombre en clave de un
bando en alguna película de guerra. Quién sabe que más. Hoy es lo que es. Situarnos
frente al fanatismo y la intolerancia. Me faltó tiempo ayer para compartir un
cartel “Je suis Charlie”. Hoy veo que algunos ponen reparos al cierre de filas.
Normal. Eso es lo que nos distingue. El respeto a la discrepancia. Que los
lápices no sean contestados con fusiles de asalto. Tampoco es saludable mezclar
velocidad y tocino. Y todo lo demás.
Y esa tendencia no es necesariamente de un solo origen. El
Islam es una religión tan respetable, o tan poco respetable, como las demás.
Las tres grandes religiones monoteístas y todas las demás tienen detrás
historias muy complejas para despachar en pocas líneas. No recuerdo que nadie
tildara las acciones terroristas de ETA de terrorismo católico, o cristiano,
sin matices. Probablemente todos, o la inmensa mayoría, de aquellos activistas estaban
bautizados en el catolicismo romano. Hablar de terrorismo islámico es
exactamente lo mismo. Hay enfermedades muy graves y las de origen religioso
pueden ser, lo han sido numerosas veces, tremendas pandemias.
Haber llegado a recibir broncas notables por francófilo,
controlar bastante bien esa lengua vecina, conocer en cierta profundidad su
Historia, no me da ningún punto adicional. Pero hay algún mecanismo interno que
me afecta. Quizá haber amanecido 48 horas antes del crimen contra el semanario
satírico en suelo francés. Haber disfrutado allí de unos días de vacaciones
como muchas otras veces. Pero mi francofilia tiene límites. He contrastado en
directo que las cosas no les van muy bien a nuestros vecinos, siempre tan por
delante en todo en los últimos doscientos años. Pero soy poco fiable. En
ocasiones he dejado de comprar productos franceses cuando se producían
atentados a productos españoles con escasa respuesta por parte de las
autoridades republicanas…
Y ya. La defensa cerrada de la libertad, de la de expresión
como pilar fundamental, debe hacer que sigamos con lo que teníamos previsto. Mi
apunte para esta semana, semivacacional todavía, solo dice SMIG 648,60€. La
subida del salario mínimo ha sido de poco más de tres euros mensuales, como la
mayoría de las pensiones, después de tres años de descensos acumulados. La
congelación nominal es un descenso real del poder de compra. O sea, la fiesta
que nos anuncia el gobierno, de España y de casi todas las comunidades
autónomas, se va a pagar con 400 de las antiguas pesetas.
Autorizado por mi edad lanzo una historieta de abuelote sin
nietos biológicos. Tengo dudas de si era 1963 o un año más tarde. En cualquier
caso hace más de cincuenta años. Camino por la calle Vargas hacia casa. Vuelvo
del colegio. Diviso algo en el suelo húmedo frecuente en nuestra ciudad. Muy
dobladito, calculo hoy que al menos en un octavo de su superficie, me encuentro
un billete de 500 pesetas. En casa me autorizan a gastarlo en lo que hacía como
dos años que era mi petición reiterada: una bicicleta. Y me sobraron 100
pesetas. Saltando en el tiempo como en algunas leyes que nos ha regalado este
gobierno, la subida de este año del SMIG va a dar para comprar…tres billetes
del autobús urbano -no estoy seguro del precio del billete simple, uso bono- Qué
tiempos los de la bicicleta! Claro que la última que me he comprado, ya hace
siete años, costaba más que un SMIG de 2015.
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