Paradoja. Quienes matan en nombre de un dios se
cargan a un correligionario. Pasa casi a diario, pero hay quien considera a Ahmed Merabet, un cipayo, un colaboracionista, y eso justificaría...Lo explica su
hermano, Malek, en un acto fúnebre:”Mi
hermano era musulmán y ha sido asesinado por dos terroristas, dos falsos
musulmanes”. Se puede estar orgulloso de defender una cultura y una religión y
a la vez, los valores de la República francesa, los que compartimos, quiero
creer, la mayoría de occidentales: libertad, igualdad y fraternidad. El mundo
es y está muy complejo para despachar los asuntos de manera simple. Y se
intenta a diario.
El desastre es que esos valores no sean compartidos por
todos, después de más de doscientos años de su botadura. Al margen de la
religión de cada cual. Parte del desastre es tener que soportar la hipocresía
que representan algunos de quienes encabezaban el cortejo oficial del domingo
en Paris. Si algunas fotos no están trucadas, se prueba el divorcio que existe
entre la población y sus dirigentes. La presencia de Netanyahu en esa cabecera duele… Otros reclamarán por Abbas o por otros.
Rajoy tiene un problema. En broma lo
denominamos #postureo. Encabezar la
marcha de Paris y patrocinar algunas de las leyes que se han aprobado o pueden
todavía aprobarse en esta legislatura es, como mínimo, muy contradictorio. Y
las contradicciones las carga el diablo. Su ministro del Interior no le va a la
zaga. Tienen propuestas que no sirven, que no han servido y que no van a
servir. La libertad se defiende con más libertad. Con recortes se acaba.
Retocar el tratado de libre circulación de personas en la Unión solo traerá más
sufrimiento a quienes peor lo pasan en los aledaños de Europa y en sus regiones
periféricas. Y eso, a la vez, alimenta la inseguridad en Europa.
Más de cuatro millones de franceses, según Le Monde, se han
movilizado, en Paris y en muchas otras ciudades de todo el país. Marine Le Pen parece que se ha reunido
con mil seguidores. La proporción tiene esta vez mucha importancia. La
propuesta de Le Pen sobre la pena de muerte, aprovechando el caso de Charlie Hebdo, además de… es grotesca.
Amenazar con la pena de muerte a quien ya ha decidido el martirio, es una
salida muy difícil de calificar desde parámetros de racionalidad adulta.
La última vez que estuve en Paris residí, junto a otros miembros
de mi familia, en un apartamento de alquiler junto a
la Place de la République. En otras ocasiones, algunas de ellas con mis
alumnos, hemos atravesado esa plaza camino de nuestros alojamientos baratos,
periféricos. Hoy no era posible dar un paso en esa zona de Paris. Voy a tratar
de quedarme con esa imagen. A Paris he ido varias veces. He tenido esa fortuna.
Casi la mitad de ellas por motivos de trabajo, fortuna añadida.
En El Cairo solo he estado una vez. En los primeros días de
enero de 1999 estaba por allí. Ya habían pasado muchas cosas de las que
envenenan las relaciones entre occidente y el mundo islámico y no habían pasado
otras que han envenenado todavía más esas relaciones. Visitamos, entre otras,
la mezquita de Al Azhar. Como experiencia no estuvo mal. Su valor artístico
fuera de duda. Pero hubo contenido ideológico. Además de cierta liturgia. No es
una queja. Aceptamos voluntariamente ponernos algo entre gabardina y chilaba
para entrar. Lo de descalzarse es mucho más común y se hace en muchas casas de
latitudes nórdicas.
Pero el seminarista
que nos tocó como guía se puso algo pesado al enseñarnos la plegaria. Pudo
empezar como un juego. Unos guiris que recitan algo rítmico en árabe dirigidos
por el que sabe. Como cuando con unas sangrías delante, se intenta lo del cielo
enladrillado o los tristes tigres.
Mi atrevimiento de hoy, al transcribir lo que sigue, también
va en memoria de lo sucedido el pasado miércoles en Paris. “Al-illáh, illáh
Allah, láhu Muhammad rasúl illáh”. (*) Vale. Ahmed lo habrá recitado muchas
veces. ¿Qué hará Malek ahora?
(*) Aproximadamente, “No hay más Dios que Alá y Mahoma es su
profeta”
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