lunes, 6 de octubre de 2014

Sínodo



No es una noticia que yo siga con asiduidad pero hay veces que una noticia se cuela por uno de los dos oídos y en pocas horas obtiene eco. Ayer domingo tuve esa experiencia. Por la mañana escuché que en Roma se inicia el Sínodo de obispos y que van a discutir sobre la diversidad que en la actualidad presenta la institución familiar. Por la tarde otro eco de algo relacionado. Una nueva manifestación, nada menos que en París, y no es la primera ni la segunda, de partidarios de la familia tradicional. Bien. 

Y tres. Más tarde, en el marco del Festival de Cine de Santander, que no tiene alfombras rojas, de momento, pero que de puro familiar resulta muy entrañable, un joven realizador cántabro, al presentar su proyecto, que espera rodar en las dos próximas semanas en Costa Quebrada, manifestó que en el matrimonio se desperdicia mucho amor. Cada vez me gusta menos intervenir en público pero le tuve que preguntar por aclarar el asunto. Más tarde me encontré con él en un bar del Río de la Pila. Los festivales familiares y entrañables propician esos encuentros imposibles en los grandes festivales consagrados. Me confesó que no le gusta hablar en público. Tuvimos una charla agradable. Le deseé mucha suerte en su nuevo proyecto y en su carrera.

De hecho, todavía hubo otro eco de esa noticia romana de origen. Hace exactamente diez años por estas fechas recibí un encargo de una amiga. Ella era entonces la secretaria general de una ONG y quería que yo intentara su implantación en Cantabria. De paso, mi amiga tiene un estilo propio, me invitó a unas jornadas que iban a celebrar en Zamora a principios de noviembre: “Ser padres y madres frente a los retos de la sociedad actual”. La encomienda para esas jornadas consistió en que hiciera el relato final. Editado con posterioridad junto a las ponencias.

En alguna publicación posterior de la Liga Española para la Educación, al referirse a esas jornadas he visto que alguien, probablemente mi amiga Txusa, dice que las jornadas fueron “brillantemente relatadas por Roberto Ruisánchez“ Al margen de posibles brillanteces recuerdo que el encargo de entrada me preocupó. Nunca había hecho algo así para una organización que en buena parte me resultaba ajena. Al final creo que eso fue la clave. Mi distanciamiento y objetividad. Vale, lisonjas fuera.

Allí, hace diez años, se contrastó, creo que por vez primera en España, como los cambios sociodemográficos incidían en la transformación de los modelos de familias y como esas nuevas situaciones sociales y familiares afectan directamente a la formación de las nuevas generaciones, exponiendo a veces a una mayor vulnerabilidad a determinados sectores de niños, niñas y adolescentes. Desde allí se lanzó también la advertencia de que la fortaleza del modelo de familia mediterránea, mayoritariamente católica, con su estructura de autoprotección, podía entrar en crisis y resultaba apremiante trasladar algunas tareas a la atención del Estado.

En diez años el camino se ha hecho de ida y vuelta. El estado había empezado a colaborar en tareas anteriormente realizadas en exclusiva en el seno familiar y la crisis, su gestión por parte del último gobierno de Zapatero y por el actual de Rajoy, ha tumbado el modelo. Ahora van a decir algo, se supone que nuevo, desde Roma. Y en Paris, curiosamente ahora mismo la colaboración de Madrid ha consistido en enviar a Roma a monseñor Rouco, en Paris, hay manifestaciones a favor de la familia tradicional. Diez años de Zamora a Roma. Y Paris al margen. Tiempos confusos. Si.

Tan confusos como que el ministro que más habla del contencioso catalán es el de Asuntos Exteriores, Margallo, el cual parece que no posee entre sus saberes el de la navegación. Le he escuchado esta semana que “contra el viento no se puede navegar”. Digamos que es más difícil, pero es en las ceñidas donde se ve a los buenos patrones. Con el viento a favor casi navega cualquiera.

Del otro lado, reconozco que no se si antes o después, el portavoz de la Generalitat también ha aplicado símiles náuticos. “No pleguem veles” Muy bien. Se acabaron los choques de trenes. Ahora vamos a la mar. No plegar velas muchas veces solo quiere decir estrellarse contra el acantilado o encallar. En pocas horas, pero mi inexistente editor no puede esperar, el alcalde y el rector de la Universidad de Cantabria nos informarán del éxito económico que ha supuesto el Mundial de Vela para las arcas de Santander. El alcalde ya ha deshojado la margarita. Vuelve a por un tercer mandato que todavía no está prohibido. Las municipales ya están convocadas. En Catalunya también. La única acepción de sínodo que no se relaciona con las creencias es la conjunción de dos planetas en el mismo grado de la Eclíptica o en el mismo círculo de posición. Palabras mayores.

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