lunes, 24 de marzo de 2014

La muerte y lo cotidiano




No hace muchas semanas ya había comentado aquí que cada vez debo prestar más espacio a la necrológica. El pasado jueves a última hora falleció Iñaki Azkuna, un político que sin pretenderlo ha sido mucho más que alcalde de Bilbao, pero el viernes la familia anunció que Adolfo Suárez estaba a punto de fallecer. La gestión de la muerte sigue siendo en nuestras sociedades tremendamente diversa y contradictoria. Teniendo mi propia experiencia en el asunto me libraré de enjuiciar gestiones ajenas. Vamos a dejarlo en que algunas son sorprendentes, con preaviso. Y después también queda esa costumbre, no sólo española, de ensalzar a los difuntos aunque en vida hayan sido, o te hayan resultado, tremendamente antipáticos.

Hoy no es el caso. Bilbao, una ciudad que se detiene dentro de unas horas para el funeral de su alcalde, es la ciudad que, sin haber nacido en ella, también es la mía. Y su difunto alcalde una personalidad que se detuvo en numerosas ocasiones para atender las necesidades más mínimas de sus vecinos. Un ejemplo para quien quiera ser buen alcalde de su ciudad. No es difícil, en este caso, caer en el tópico de lo bueno que era el difunto. El otro caso me resulta más difícil y a la vez me parece que tiene más mérito.

En su momento, entre 1976 y 1981, no sentía ninguna simpatía por el presidente del gobierno. Yo estaba situado en la minoría que quería, y había combatido, por lo que entonces se denominaba la ruptura democrática. La reforma me parecía una pantomima. Casi cuarenta años más tarde no me cuesta reconocer que el papel de Adolfo Suárez no ha parado de crecer y que su relevancia histórica, desde hoy, va a ir dejando a los demás presidentes del gobierno en una altura, en una órbita, muy distinta.

¿Lo cotidiano, que no excluye a la muerte, se queda también en otra órbita? Creo que no. En Francia se apuntan datos electorales inquietantes. El pasado sábado en Madrid culminaron dos semanas de movilización con un lema que hasta hace poco parecía del mundo pobre, del sur, del tercero de esos mundos: Pan, trabajo y techo. Y hay quien se empeña, además de rebajar las cifras de participantes, en situarla en la extrema izquierda.

¿La muerte nos iguala? Al menos con excepciones. En Ceuta, ya hace mes y medio, fallecieron 15 africanos en unas condiciones que no han acabado de aclararse. Había una propuesta de reprobación parlamentaria al ministro del Interior por esos hechos. El principal partido de la oposición ha terminado por no apoyar la propuesta. La deriva de ese partido lleva a una parte notable de la población al naufragio. Si alguna vez hay consecuencias electorales como las de ayer en Francia…

En este blog no nos tomamos muy en serio hace meses el viaje de Cospedal a China y el hermanamiento del PC Chino y el PP. Ahora hay modificaciones legales en nuestro ordenamiento a instancias de China pero parece que el propio Mao ya estuvo presente en el diseño de la transición. La muerte de Adolfo Suárez va a poner otra vez la transición española en el prime time. No dejará de tener gracia que a la pizarra de Suresnes haya que añadir otra pizarra, la de Pekín. Aquel peligro amarillo literario y fantástico, se concreta.

No quiero terminar la entrada semanal sin comentar a mis lectores habituales que en Bilbao, en sus cercanías, Koro y Pablo, los padres de Hodei, el resto de la familia, sus amigos, siguen en su búsqueda. #HodeiEguiluz  #Zure bila

2 comentarios:

  1. Siempre certero. Gestionar la muerte también es una labor que nos unifica. A veces se gestiona la muerte de alguien que ha fallecido, otras hay que gestionar la muerte de alguien que sigue viviendo.

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    1. Supongo que los difuntos que siguen viviendo tienen una gestión del fallecimiento muy peculiar. Pero Bilbao está por encima de todo, para tu nueva vida es propio "Bilbao, Bilbao, über alles, über alles in der Welt" Danke und/eta eskerrik asko

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