Podría seguir con Lampedusa, tema de la semana pasada, ya que el desastre no se detiene. Ni en el
estrecho de Gibraltar, pero hay gritos más cercanos a los que escuchar, al
menos de vez en cuando. El pasado martes, en Santander, hubo quien no quiso
escuchar los gritos de los alumnos de FP y de los trabajadores de Sniace y otras empresas a punto de quiebra. La
princesa de Asturias, el ministro Wert,
el presidente Diego, Serna y Serna, alcalde de la capital y consejero de Educación, y el resto
de la comitiva, esquivaron a los manifestantes.
Entraron por otra puerta. Aplazaron la bronca hasta el final
del acto. Me parece significativo del recorrido de nuestro país en los últimos
tiempos. No hace tanto podía haber codazos para estar cerca y saludar a los
miembros de la familia real o del gobierno cuando se dirigían a un acto
público. Ese tiempo parece que se acabó.
Repaso con un amigo las sillas del Consejo de Gobierno de
esta pequeña comunidad. Seguramente se nos olvida algún consejero o consejera,
pero qué pocos se salvan. Cuántos hacen un trabajo diario, de su competencia,
sin agresiones a la oposición, o las estrictamente necesarias, sin recurrir a
lo mal que se ha hecho todo en los ocho años del gobierno de coalición para
disculpar que ahora también se hace mal o directamente no se hace, nada. No se
hace nada, y sólo quedan los discursos. Y los chanchullos privatizadores. Yo he
salvado a un consejero, no he sido capaz de recordar el nombre, sólo el
departamento, pero no voy a decirlo, no sea que caiga en desgracia o se le
exija dar más cera al enemigo.
Y tampoco hay tantos políticos regionales que pudieran
quedar clasificados para algún play off de oratoria. No es el caso del
presidente, ni el del consejero de… ni la consejera de … Parece que asistir a
los plenos de los lunes en San Rafael es un acto de mucho compromiso por parte
de todos los que tienen que ver, y lo que es peor, escuchar, a los 20 contra 19,
en razón de sus obligaciones profesionales.
Entre el alcalde de Torrelavega y el presidente regional se
ha establecido una competición de esas que asustarían al extraterrestre al que
le diera por aterrizar en algún rincón de estos poco más de 5.000 kilómetros
cuadrados. La pertenencia al mismo partido ya no es lo que era. Otro político
regional de los que hicieron fortuna fuera, en Madrid, que supongo que sigue
siendo socialista, aunque cada vez sea más complicado explicar el significado
de ese término, Joaquín Leguina, aprovecha el 12 de octubre para descolgarse, nada
menos que en ABC, contra Zapatero,
demonio de mil demonios, contra Rubalcaba,
y… no recuerdo que el sursum corda tuviera carnet del
PSOE. Eso le ha podido librar de la furia del ex presidente madrileño.
Y él, como Bono, Ibarra, y tantos otros, pues pasaba por
allí y no ha tenido nada que ver en esta muerte de Viriato, o de Manolete. Pero
en la primera mayoría absoluta de Jordi
Pujol, 1984, los convergentes le agradecieron al entonces presidente de la
comunidad madrileña aquella bonita faena, que remató en campaña, diferenciando
entre comunidades históricas e histéricas.
¿O fue Alfonso Guerra? Bonito, a la
par que simpático, detalle que se apreció mucho entre los votantes catalanes. Casi
treinta años después: “Si vamos al choque de trenes, que se
preparen los nacionalistas catalanes” No se a ustedes, distinguido
público, pero a mi, de pequeño, cuando en casa me decían que me preparase… Me
protegía las zonas más expuestas. Qué empeño en que seamos nacionalistas, de
alguna parte, pero nacionalistas. Y que vicio tener una derecha española, nacionalista
y con regustillo franquista, cuando en el campo del PSOE se encuentran tales perlas.
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