Esta entrada ha estado a punto de titularse los
miserables, pero es un juego demasiado claro teniendo en cuenta que
todavía quedan por representar en esta ciudad la mayoría de las funciones del
musical, basado en la novela de Victor
Hugo del mismo título, que ha elegido, y ocurre muy pocas veces, la capital
de Cantabria como punto de salida de la gira española y latinoamericana.
Siguiendo con mi costumbre de marcar en negrita los nombres propios y con el
título de Victor Hugo, se podía haber malinterpretado todo. El espectáculo,
magnífico.
¿Y quiénes son los otros? Vamos a ir describiendo a algunos
que se han separado del común a lo largo de la semana. Si alguien sabe de
dinero en España, y en muy buena parte del #restodelmundo, es el presidente del
Banco Santander. Emilio Botín ha
visto cosas que nadie más ha visto. Una lluvia de dinero parece estar cayendo
sobre España mientras la pobreza avanza con una rapidez difícil de describir.
En este extremo del continente nos hemos hecho imbéciles colectivamente. Llueve
dinero y ni nos molestamos en cogerlo.
De políticos nacionales, en activo y preferentemente en el
gobierno, no me ocupo esta semana. Los ingenios dialécticos del presidente del
gobierno, de la vicepresidenta, del ministro de Hacienda, del de Economía, de
casi todos los demás excepto los que han conseguido pasar desapercibidos una
semana, se ocupan ya en exclusiva los programas de humor. Ellos también ven
cosas que nadie más ve. Hemos salido de la recesión y todo eso. Los políticos
regionales y sus posturas, postureos, en relación con la
fractura hidráulica, contestada de manera creciente por la población, el
mercadeo de la sanidad pública, la ruina del tejido industrial, los recortes en
educación que llevan a una huelga el próximo jueves 24. Y todo lo que puede
hacer la lista cansina e interminable. Esa escala regional, está a la altura
del glorioso equipo de fútbol centenario a punto de desaparecer por la acción
pirata de muchos.
Una llamada telefónica me impidió escuchar, la pasada noche,
al anterior presidente del gobierno. Excepto unos primeros minutos de la
entrevista que le hizo la cadena televisiva oficialmente de izquierdas. Un
caballero. ZP se desmarca claramente del papel de otros presidentes del
gobierno en el pasado. No enjuicia la tarea del actual.
Muy fino. Admirable. Pero cuidado, a la vez, refuerzo de ese
bipartidismo que nada menos que The
Guardian calificaba ayer domingo de caduco
y retórico, dando mucha cancha a la presentación del partido
X, que emana de los movimientos sociales, 15M, mareas ciudadanas, etc.
También es cierto que el diario británico se ocupaba del creciente papel de los
medios humorísticos. La revista Mongolia,
en año y medio, recibe ecos continentales. Wyoming
y su programa de la Sexta puede estar interesando ya a los servicios secretos,
a ver por dónde se le puede hundir.
Pero una deuda con mi propio pasado, recogido en este blog
hace año y medio,
me obliga a ocuparme de un político español de nacimiento
pero ciudadano francés.
Si en aquella entrada calificaba el triunfo de Hollande como una esperanza para
Europa, ahora ya sólo nos queda la desesperación. El ministro del interior de
nuestros vecinos del norte, socialista, está protagonizando una polémica
mundial de un alcance todavía impreciso. Si la semana pasada recibía en este
blog una andanada Joaquín Leguina a
propósito de unas declaraciones sobre el nacionalismo catalán, lo de Manuel Valls y el racismo puro y duro,
tiene muy poca explicación.
Con poco más de cincuenta años está en la política desde los
18. No se si ha podido tener alguna otra ocupación. Concejal, alcalde, consejero
regional, diputado, ministro… La vida real, el espejo y el lado oscuro: Los
otros. Si en el país que históricamente ha representado mejor que ningún otro
la defensa de los derechos humanos, el derecho de asilo y el refugio político
muy destacadamente, la disputa de un sector del electorado con la extrema
derecha hace que los socialistas en el gobierno olviden lo que representan
¿para qué los socialistas?
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