lunes, 2 de abril de 2012

¿Quo vadis Mariano?


El próximo jueves, Santo, la primera cadena de la televisión pública, con la coartada de llevar varias semanas ofreciendo clásicos, nos ofrece una enorme película que ya tiene mi edad. San Pedro se imagina un encuentro con Cristo, en la época de Nerón … para que veamos que una de las mayores certezas es aquella de nada nuevo bajo el sol y que cada uno justifica lo que le parece. A mi, lo que me ocurre es que no se preguntar en latín “a dónde nos llevas Mariano” Realmente a donde vaya él me deja muy al pairo.
Y lo mismo que el héroe cubano, quiero echar mis versos. Hay alguna premonición en las últimas semanas que quiero publicar para liberarme. Y si me quedaba una duda, hoy, empezando la lectura del “Viajero solitario” de Kerouac, me entero que zarpó de Brooklyn rumbo a Tanger en 1957. Y yo en un par de semanas desembarcaré en Tanger para un periplo africano… Pero llevaba yo semanas hilando lustros. Y el jueves pasado, con más gente que nunca en la Alameda- yo he sido un niño y un joven de la  Alameda y se cuando hay lo normal, menos, mucho más o la cercanía del infinito en cuanto a gente en la Alameda. Pues el jueves pasado había decenas de miles de cántabros en la Alameda. Hasta llenar dos hectáreas y la densidad que la calcule Rita.
No me entró la risa floja de puro milagro. Hace ahora cincuenta años, cuando iba o volvía al colegio, segundo de bachiller, me imaginaba detrás de cada plátano de la Alameda, esos plátanos centenarios, con heridas de bala de alguna carlistada de los años 30 de 1800, me imaginaba rojos al acecho, los rojos que escuchaba por la noche, en una supuesta radio Pirenaica que mucho más tarde me enteré que emitía desde Bucarest, o Praga, escuchaba que esos rojos estaban en todas partes, como un dios verdadero. Y donde si estaban, entonces, era en Asturias, que vivía aquella primavera el mayor movimiento huelguístico que había sacudido la España de Franco desde la de los tranvías de Barcelona de 1951.
Nadie me pregunte la razón de escuchar esa radio en casa de mis padres. Ninguna respuesta coherente se puede obtener. Pero se escuchaba. Y en aquellos días, con una compañía del regimiento Valencia que se cruzaba en mi ruta y que bajaba del Alta por Alonso Vega para recorrer desde Cuatro Caminos la calle Alta, y hacer la tarea que la Policía Armada, despachada a las cuencas mineras, no podía realizar en la Prisión Provincial, todo lo que decía aquella radio podía parecer próximo. Hemos tardado cincuenta años en llenar la Alameda de rojos... y es legítimo que nos entre la risa, ¿o no? Suponiendo que los cincuenta mil del jueves pasado fueran/fuéramos rojos.
Y entre esos cincuenta años y los veinticinco que se van a cumplir un día de éstos, del crimen de Reinosa, me niego a llamarlo los sucesos de Reinosa, en abril de 1987… Un mes más tarde el partido socialista se presentaba a las elecciones municipales con el mismo lema en toda España, también en Reinosa, “las cosas bien hechas” Lógicamente perdieron aquella alcaldía. También hace ahora veinte años que tenemos AVE, el Madrid-Sevilla es de abril del 92. Acabo de escuchar a presidente Mariano que no es tiempo de AVEs. Que no acabo yo de entender lo de este hombre y sus secuaces. Que uno puede hacer huelga de hambre pero lo que no es posible, en ese caso, es engordar.
Y por ahí han ido mis aniversarios de lustro en lustro. Hace treinta años que los generales golpistas argentinos intentaron lavar su imagen dando un golpe al Imperio Británico… El tiro por la culata literalmente, pero no murió ninguno de los generales golpistas. Y hace treinta y cinco años, el sábado de la semana santa, el gobierno de Suárez legalizó  en el PCE, a una parte muy notable de la España clandestina.
Y hace cuarenta años, y termino, y me he acordado al visitar una exposición en la Escuela de la Marina Civil, hace cuarenta años, en abril, después de una visita fallera a Valencia, yo me fui, me llevaron, al servicio militar, y varios de mis amigos estaban en la cárcel de la calle Alta y tuvieron que escaparse a Francia para no cumplir todos los años que la dictadura les había echado encima.
Va a cumplirse el décimo aniversario, en noviembre, del naufragio del Prestige. El de los hillillos de plastilina de entonces acaba de amnistiar a no se sabe cuantos chorizos defraudadores, mientras da todo lo que da a los demás, y al menos algunos nos conformamos con que la vicepresidenta no gesticule al anunciarlo. Mariano, sea a donde sea, ¿por qué no te vas tu solo?

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