martes, 17 de abril de 2012

Hasta la corona



De la coronilla ya hacía tiempo que habíamos pasado, estamos hasta la corona, al menos unos cuantos. No voy a pensar que la mayoría piensa igual que yo, o parecido. Si así fuera, demasiadas cosas de la realidad no serían reales. Empezando, sin ir más lejos, por el propio rey. 

Nadie sabe lo que lamento disgustar a la presidenta de Castilla-La Mancha, que sin pasar por la peluquería, algo que nunca le ha pasado a la vicepresidenta, nos ha advertido a los que estamos largando contra la corona, aprovechando que la corona no parece que se comporta de la manera exigible, que la misma corona no hace mucho tiempo que exigía a todos, empezando por alguno de sus hijos, políticos. Como si la corona pudiera tener hijos que no sean políticos.

También Rubalcaba se ha marcado un paso de baile que no he terminado de entender. Parece que el líder socialista, cuando tiene un problema con el monarca va y se lo dice, y no parece que le ha gustado mucho lo que han largado algunos de los dirigentes de su partido, que a lo mejor les pasa como a mi, que no nos facilitan nada acercarnos a Zarzuela a despachar con el monarca.

Después está Mariano. No le ha costado casi nada que no sepamos si sabía o no el proyecto que se traía entre manos el monarca. Está tan a gusto en su papel que no tiene que interpretar. Siempre hay algún especialista cerca para jamarse el marroncillo. Y luego también tiene especialistas superiores, algo así como aquello que aparecía en las series americanas del principio de la televisión. Tenían una star, pongamos Mariano aunque nos cueste, y una,  o más, guest star que no nos queda más remedio que colocar a los ministros en primer lugar.

Tenemos a star Soria, de procedencia canaria, que se debe dedicar a algo relacionado con el petróleo. En menos de una semana ha amenazado, a Argentina o a su gobierno y nos ha dicho poco después que ya lo tenía todo encauzado, para finalizar amenazando de nuevo, una vez que el populismo latinoamericano ha dado un nuevo golpe y que parece que Repsol y España son una unidad de destino. Y quiero que se sepa, Repsol y yo no tenemos nada en común, al contrario que la escuela recortada por poner solo un ejemplo. 

Tampoco está nada mal star Margallo, que se dedica al asunto de exteriores. También en pocas horas ha colocado dos magníficos titulares: “Argentina se ha dado un tiro en el pie” y “Clinton no ha demostrado demasiado entusiasmo” Empezando por el final. Todo el mundo tiene sus propios líos y en caso de lío nadie demuestra entusiasmo con nadie, nadie, excepto los entregados. Y las entregas hay que trabajárselas. El día que España pueda influir en los hispanos de los EE.UU lo suficiente como para condicionar su voto… la cosa puede cambiar. Claro que no va a ser fácil influir en los hispanos de ninguna parte del mundo si vamos de hermano mayor abusón contra ellos.

Lo del tiro en el pie, viniendo de un ministro de la corona, es mencionar la soga no digo en casa de quien. Todavía no ha habido un ministro, o ministra, que nos ilustre sobre la agenda de la reina o la duración de las visitas a su regio esposo. Tampoco ninguno/a de ellos se ha permitido dar un parte, más o menos médico, sobre el estado del elefante, pero probablemente ese ejemplar ya no se podrá columpiar nunca más. Y para que el final nos deje regusto positivo se demuestra una vez más que no hay mal que por bien no venga. 

Estos asuntillos menores me han hecho entender, finalmente, la ventaja de que los socialistas estén en la oposición. ¿Somos capaces de imaginar los decibelios que nos hubieran rodeado si con estos temitas el inquilino de la Moncloa hubiera sido el anterior? La Brunete mediática y el estado mayor del PP hubieran despachado ya alguna flota rumbo al Río de la Plata. 

Al menos, hoy mismo, el portavoz del PP, Alonso, ha podido agradecer la postura socialista. Algo que lamento mucho más seriamente que el disgusto a Cospedal, es que Izquierda Unida de por sentado que el gobierno argentino es homologable a un gobierno progresista en Europa. A ver si se puede empezar a hacer una política que parezca Política, que falta nos hace.

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