lunes, 26 de septiembre de 2011

Tres docenas


Entrada publicada hoy en http://www.aquiconfidencial.es/

“La próxima vez que escriba ya será otoño. A ver si nos aireamos.” Así acababa la semana pasada. Pues no, no y no. El verano se resiste a abandonarnos. Se resiste realmente mucho. Semejante insistencia me recuerda a la que durante meses, años, el candidato Mariano ha empleado con el asunto de la “improvisación” Esos supuestos bandazos que a cada rato daba el gobierno de Zapatero. Esos momentos en los que parecía que Mariano y Pons y Arenas y Soraya y Cospedal y Montoro… Todos sabían lo que había que hacer en cada momento: Lo mismo, exactamente lo mismo, desde hace cuatro años y no hubieran cambiado nada,  no como Zapatero, y Obama y Merkel y Sarkozy  y Cameron y para que hablar de Berlusconi… Cualquiera sale a navegar con estos marineros. No prestan atención a la dirección del viento. Ellos van a lo suyo.
Pues ya está. Las Cortes están disueltas. El mismo día que se cumpla el 36 aniversario- tres docenas de años- de la muerte del anterior Jefe del Estado (¿les suena el eufemismo?)   elegiremos el recambio.
Pero mañana, martes 27 de septiembre, luna nueva y mareas enormes, también se cumplen tres docenas de años, 36, del asesinato judicial de cinco antifranquistas. Las últimas penas de muerte ejecutadas en nuestro país. Con procedimientos judiciales que hoy provocarían sonrojo en la inmensa mayoría de los países del planeta, dos militantes de ETA y tres del FRAP, fueron fusilados en Barcelona, Burgos y Madrid.
Aquel 27 de septiembre era sábado y yo trabajaba en el turno de tarde en una fábrica barcelonesa. No había todavía la semana de 40 horas. Ese trabajo me permitía seguir mis estudios universitarios en aquella ciudad. Todo lo relacionado con el fusilamiento ocurrido allí,  el de Paredes Manot, Txiki, me quedó grabado de una manera muy especial. Incluso conocía a su abogada defensora. Puedo repetir sin consultar la Wikipedia el epitafio de Txiki, las palabras de Ernesto Guevara “mañana cuando yo muera, no me vengáis a llorar, nunca estaré bajo tierra, soy viento de libertad”.
Hoy, 36 años después, a punto de acabar la locura que ha significado la propia existencia de ETA, creo que vale la pena reivindicar la figura de Txiki, la de todos los demás también. Pero Txiki, cuatro años más joven que yo, cuyos compañeros polimilis serían amnistiados poco después por el gobierno de UCD, no era un asesino y fue un estado totalitario el que acabó con su vida. La semana pasada, en Georgia, Estados Unidos en un estado que de ninguna manera puede considerarse totalitario, también se acabó con la vida de un presunto inocente. La pena de muerte es una lacra en si misma y ningún estado plenamente democrático debería mantenerla en su ordenamiento jurídico.
Hoy los príncipes de Asturias han inaugurado algo en San Sebastián, relacionado con la cocina, con ínfulas universitarias. Antes, algunos estudiantes a los que el currículo normal se les atragantaba, encontraban, a veces, un noble oficio al que dedicarse, con el que ganarse la vida e, incluso, con el que hacer mucho dinero. La cocina ha sido un caso frecuente. Los estudios de formación profesional de la rama se han ennoblecido hace tiempo. Pero hay cocineros, muy silenciosos respecto a buena parte de lo ocurrido en su tierra, a los que no les valen los doctorados honoris causa.
¿Llegaremos a ver tesis doctorales sobre la marmita de bonito o el bacalao al pil-pil? Cada vez me acuerdo más de la orquesta del Titanic, debe ser que nos aproximamos al centenario del naufragio


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