lunes, 26 de marzo de 2012

Lengua azul



Esta columna se iba a titular “the big one”, que es mucho más moderno, y hortera, en referencia al gran terremoto que hace un siglo se espera en California, y que hará de buena parte de ese estado y de la península mejicana del mismo nombre, una isla por efecto del desmadre de la falla de San Andrés.
Yo estaba comparando ese efecto con los presupuestos que preparaba el gobierno para hoy mismo y, que si no nos cortaba los mismísimos, se iba a quedar a milímetros. Había ya hecho alusión al Racing y a su empate en Sevilla, contra el Betis, para dar entrada a los resultados electorales.
No eran todavía las once de la noche cuando por tercera o cuarta vez en menos de medio año, desde que cambié de ordenador, me invadió la “lengua azul”, que además de a los rumiantes afecta a mi ordenador, se me perdió todo lo que llevaba escrito y me marché a la cama a leer unas páginas de “Ahogada en llamas” de Ruiz Mantilla, que mi hijo me ha regalado el pasado 19, fiesta del bicentenario de lo de Cádiz.
Y ya a mediodía del day after, voy a mantener la modernidad, u horterez, en homenaje a quien fue “ministro campeón” en los guiñoles de hace un decenio, que por fin ha ganado unas elecciones en Andalucía y está por ver para que le ha servido, al margen de la jubilación anticipada, que eso se le ocurre a cualquiera.
Dos anotaciones, pues a estas horas ya estará todo dicho. Espero, mi ingenuidad no tiene límites, que ahora que quien gana en Asturias probablemente no va a gobernar y quien gana en Andalucía tampoco, y que en una lado es uno, y en el otro el otro, espero que se acabe la cantinela de la lista más votada cuando le conviene al uno o al otro.
El sufragio indirecto, por el que se eligen desde el presidente del gobierno hasta los alcaldes, pasando por los presidentes de las Diputaciones o de la Comunidades Autónomas, está en la Constitución y no es ninguna trampa sumar votos con un programa pactado para gobernar las instituciones. Ocurre desde las municipales de 1979 y hasta aquí hemos llegado y si quieren cambiar la ley electoral adelante, pero que se acuerden también de un tal D’Hondt, que ya es un apellido raro.
La otra es para Presidente Mariano. Parece que la jugada no le ha salido. No se habrá ido a Corea por eso, pero se le ha visto venir pese a que pretendía, otra vez, hacer trampas con lo prometido después de votar. Y el personal está para pocas bromas. Se le ha enfadado media Europa con el asunto de ocultar los presupuestos, se ha disparado la puñetera prima de riesgo, y hasta el primer ministro italiano, llegado a ese puesto mediante un golpe de estado  blando, si hay golpes de estado blandos, se ha permitido en la víspera electoral sacar pecho con el asunto de mi prima es más blanca que la española…
¿Para qué tanto lío? El viaje y las alforjas, Mariano, tu que eres tan dicharachero, acuérdate de lo que decían del Padre Angulo y lo que respondía éste. La luna nueva ya ha pasado. Las mareas van rebajando coeficiente. El PP ya ha tocado techo y es hora de negociar, dentro y fuera. O sea, lo que decían cuando estaban en la oposición.

lunes, 19 de marzo de 2012

El guión



Últimas horas del invierno. Hace 200 años también era así. En un rincón, Cádiz, de una Península Ibérica, casi completamente ocupada por el ejército de Napoleón, unos pocos patriotas aprobaban el nuevo modelo de organización política para España que llevaban casi dos años discutiendo. ¡Viva la Pepa! Ese viva a la constitución, una de las primeras en todo el planeta, tras la norteamericana y las francesas, le costó la vida y el exilio a muchos españoles.
Durante mucho tiempo me ha tocado explicar a estudiantes de bachillerato lo complicado de la situación en esos primeros momentos del tránsito desde el Antiguo Régimen a la nueva sociedad. El doble aspecto de la guerra de la Independencia, como guerra de liberación pero también guerra revolucionaria, que construyó un nuevo poder desde la base de las Juntas Locales, era una pregunta típica de examen. Y no tenía respuesta sencilla. Entre los antifranceses no todos eran constitucionalistas, lo que ayuda a explicar estos 200 años de nuestra Historia.
Pero tampoco los afrancesados eran un bando monolítico. Junto a los más lameculos de la familia real, aposentados con ellos en Bayona, estaban algunos tecnócratas, en lenguaje más actual, que creían de buena fe que España solo podía salir de su atraso secular con la presencia militar de Napoleón que iba imponiendo alguno de los avances de la gran revolución ocurrida en el país vecino.
Cuatro bandos. Hoy parece que tres no tienen herederos. ¡Qué bien! Sólo hemos necesitado 200 años para normalizarnos. Eso o el guionista de esta película ha enloquecido.  La mayor parte del siglo XIX transcurre en pasos adelante y atrás en el aspecto constitucional, y con muchos muertos por el camino y consolidando el atraso. Pero no nos ha sucedido nada mejor hasta 1975. Sólo considerando como democrática la constitución de Cánovas de 1876, que es admitir pulpo como animal de compañía, podríamos encontrar un cierto equilibrio entre periodos autoritarios y constitucionales en estos 200 años.
¿Y hoy todos nos reclamamos de lo mismo? Me gustaría creerlo, pero mi edad me lo impide. Y no se cierra todo en el marco de la denominada clase política ni en el aparato del estado. La sociedad civil ofrece numerosos ejemplos de estar en la misma y desgraciada onda. Desde la Federación española de fútbol, a punto de superar a famosos tiranos por la duración en el cargo de su presidente, eso si, debidamente refrendado cuando toca, a la Asociación de la prensa de Cantabria, donde ni siquiera ha habido refrendo durante años y en una situación actual que haría sonrojarse a los profesionales, pongamos, de Swazilandia. Si no se soluciona pronto el asunto, la C, de la APC, propongo que se traduzca por Calabria.
Sin olvidar a un yerno del rey, al anterior presidente de la CEOE, y  al lucero del alba. ¡Viva la Pepa!