domingo, 14 de septiembre de 2025

Una de huevos

 

La nueva campaña del ministerio de Igualdad puede ser interpretada desde muchos ángulos: Hay que tener huevos para hacer declaraciones como las del presidente de la CEOE regional. Al señor Conde, que no es un título nobiliario, ni un personaje de Padura, le parece que estamos, algunos, en época bolchevique. Así, con un par. ¿Por qué? Por aspirar a una reducción en la jornada legal de trabajo que no se mueve desde hace más de cuarenta años. ¿Cuántas le gustarían al señor Conde? ¿Ninguna regulación? Te montas un chiringuito, patrullas por todas las tertulias de la Comunidad, te hacen señor supremo de los empresarios y ya te crees Rockefeller. Señor, lo que hay que ver. Y la vicepresidenta Díaz, a la que se le ocurre hablar de la lucha de clases. Qué cosas tiene esta señora. Caca, feo. ¿Tener intereses distintos? ¿Existen clases sociales? O es Conde el bolchevique y aboga por un “todos iguales” y no se expresa correctamente.

Coincide que esta semana, como muchas otras veces casi la víspera del último día, he visitado la exposición de Maruja Mallo. Suficiente para además de apreciar la importancia de esa artista, para visualizar lo que perdimos entre 1936 y 1939 y la resaca que duró hasta… No solo los datos objetivos que proporciona la macroeconomía… En la entrevista de Paloma Chamorro en TVE que acompaña la exposición, - y que se puede ver en RTVE en la fórmula a la carta- Maruja, ya mayorcita, se declara marxista, y por eso mismo, no comunista… Señor Conde, si hubiese usted visitado esa exposición quizá se hubiese ahorrado una memez.

El tema de la lucha de clases debería llevar al estudio detenido y concienzudo de la correlación de fuerzas, para no darse cabezazos contra los muros. Por ejemplo, esa correlación podría ayudar a entender cómo se cuecen las mayorías en el Europarlamento. Y lo decepcionados que nos pueden dejar muchas veces. El alcalde de Madrid, que parece que tiene formación jurídica, no se molesta en argumentar de manera un poco sólida su negación del genocidio en Palestina. Dice que eso no lo es porque lo que sí lo fue se dirigió contra los judíos en la Alemania nazi. Al señor Almeida puede que no le entre en la cabeza la propiedad conmutativa pero es posible que alguna vez haya escuchado que la víctima se convirtió, después, en verdugo. ¿Le suena la ley del Talión? Del criminal Netanyahu y sus secuaces ya es difícil decir algo nuevo. Pero la factura de 1492 que se la pase a su socio Abascal, que seguro que tiene mejores relaciones con Isabel I de Castilla, (a) la católica, que la inmensa mayoría de los/as españoles/as de hoy

Otro acto relevante de la semana, y ha estado muy completa esta vuelta a la normalidad, ha sido la presencia de Leonardo Padura en la librería Gil. Parece que me lo han puesto a huevo para terminar como empezamos, con huevos. Ha escogido, para ejemplificar el destino de su generación, que sería la mía si yo fuera cubano, los que íbamos con pantalón corto cuando los barbudos entraron en La Habana en el Año Nuevo de 1959, ha escogido, digo, el precio de un cartón de huevos que allí parece que son de dos docenas y media. Descontando la quiebra del sistema soviético, el bloqueo de los EE.UU y todas las disculpas que se quieran encontrar todavía, ese Régimen, sin electricidad suficiente, sin papel suficiente… ¡sin huevos! habrá que empezar a decir que ha fracasado. Cuba nos duele a muchos españoles. Es una parte de nuestra Historia. He seguido a Padura desde hace mucho. Hace diez años, me seleccionaron en un programa de radio para conversar con él. Me definieron como padurista. Había leído de él todo lo que se había publicado y he seguido. Me falta la última, la que ha presentado esta semana. Su creciente desafección hacia el Régimen hace que allí ya no le publiquen. Dice que fe, en Cuba, es un salvavidas. FE, familiar en el extranjero, -que envía socorros mensualmente- Pero un jubilado cubano, con la pensión recién actualizada, no alcanza a cobrar para un huevo diario.

 

Gaza, vergüenza de la humanidad; Gaza, siempre en la memoria

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