domingo, 20 de octubre de 2024

Botinburgo y mi Pascua otoñal

 


Han pasado las cuatro semanas y media que anuncié a mediados de septiembre. Alguna intuición me había prevenido. Puede ser mi temprano contacto con el sistema hexadecimal, porque ese es el tiempo que ha pasado, 16 años; y todo se revive, con alguna sordina algunos días, pero otros con voz muy viva. Revivir también el entorno de aquel otoño de 2008, es recordar que todo estaba  bastante patas arriba también entonces aunque yo no fuera capaz de analizarlo a diario. Tenía bastante con lo suyo, lo nuestro.

Y si no fuera por ella y lo nuestro, lo de los tres ¿con qué hubiera abierto hoy?  Rebusco en mi memoria. Hoy no hay borrador. Encuentro cuatro posibles temas con los que hubiera abierto.

1 Una tal Anitta, así, con la t doblada, que supongo que es periodista o estilista o las dos cosas y, quizá, no especialmente lista, destaca en una crónica, de todo lo ocurrido en Madrid el sábado 12, la capucha del presidente. Llovía a mares en la capital y en vez de ir de otra manera, Pedro Sánchez se puso alguna prenda impermeable con capucha. Es como aquello de “no te lo perdono, Carmena”. No creo que en el alto mando socialista hubieran pensado que el cerco tendido por lo que antes se llamaba los poderes fácticos, incluyera el impermeable presidencial. Puede que Pedro, en su versión más perra, incluya la prenda impermeable para demostrar lo que le resbala casi todo. Al fin y al cabo el gallo negro no es valiente. Y se sabe. Si lo fuera, ya habría presentado la moción de censura. Pero eso es jugar limpio y el gallo negro es traicionero.  En “El 47” hay un recuerdo emocionado de aquella canción de combate.

2 El plan de Meloni, que tanto gusta a nuestras gentes ¿de bien? ¿O simplemente raros? También va de gallos negros, pero a la italiana. Comedia rodeada de drama. Por algo fueron maestros del Neorrealismo. Pan, amor y… reembarque. Hace ahora justo un año estaba preparando mi primera visita a Albania. Se nota por todas partes la cercanía con Italia, también un pasado conflictivo en torno a la II Guerra Mundial. Se libraron del régimen estalinista más duro de toda Europa oriental y caminan como locos hacia lo que interpretan como normalización. Prestando esa colaboración al gobierno de Roma, estarán más cerca de Bruselas, de Estrasburgo… o no. De momento, la justicia italiana le ha enmendado la plana al gobierno. Vuelta atrás y un montonazo de miles de euros de gasto. Menudas soluciones (nos) plantean los gallos negros.

3 El martes estuve muy cerca de un ministro. El de Política Territorial y Memoria Democrática. Torres se mostró muy firme sobre el camino que recorrerá el Gobierno de España si finalmente el Parlamento de Cantabria deroga la ley autonómica de Memoria. De momento, toda mi confianza. El camino ha sido largo y como otras cosas de palacio, va despacio. Hace casi siete años, con M. Rajoy todavía presidiendo el gobierno, - y vaciando la ley de Memoria de 2007- pasó por aquí Andrés Perelló, miembro de la ejecutiva de su partido, debatiendo sobre lo que acabaría convirtiéndose en la ley aprobada por las Cortes ahora hace dos años. En aquellos días de 2022, también pasó por aquí el hoy ministro de Justicia, Bolaños. Está casi todo por hacer, pero el marco, la ley, existe. Falta desarrollarla y aplicarla.

4 El jueves llovía aquí como el día 12 en Madrid y los activistas de Greenpeace se descolgaron por la fachada de la sede del Banco. Aquí se puede hablar del Banco, a secas, y ya se sabe de qué banco se habla. Denuncian que algunos negocios de esa enorme entidad no son muy limpios ¿Ha habido muchas reacciones? ¿Ha saltado del ámbito local? ¿Estaría la ciudadanía dispuesta a cambiar el nombre de la ciudad? Si alguien relevante de la familia Botin lo propusiera… Botinburgo nos elevaría a un rango de ciudades de otro calibre. De momento, esa familia ya se ha empeñado en bautizar su nuevo proyecto y lo hace usurpando uno de casi dos siglos. Es un monumental atentado al Patrimonio local y no he visto ninguna reacción. Si nadie lo remedia, las generaciones futuras creerán que el faro Santander está en el Paseo Pereda y no en Cabo Mayor. Sobre esto hay que volver. Me comprometo a volver.

Gracias a la confianza que expreso en el punto 3, puedo dejar de publicar el párrafo y la imagen que han acompañado las dos últimas entradas

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