Ulises

 

Eran algo más de las once de la noche del 31 de enero de 2023 cuando terminé de leer el Ulises de Joyce. Ya había dado noticias de esa aventura personal hace unas semanas. Ha sido el segundo intento después de un paréntesis de más de cuarenta años. En el primero no debí pasar de la página 50. La edición que he leído ahora tiene 940… Supongo que si escribo que me parece que la obra está sobrevalorada habrá quien esté de acuerdo y a quien le parezca blasfemo. No deja neutrales, entre los que consiguen acabarla. Lo que sí me parece más objetivo es que sus capítulos, que intentan reflejar la obra de Homero, son muy desiguales. Junto a ratos muy placenteros, la lectura, a veces, me ha invitado más a abandonar que a seguir adelante. Como le dije a una amiga que me vigilaba de cerca, fue más difícil dejar de fumar. La voluntad es muy poderosa. Entre las numerosas alusiones a España, bastante al final habla de un “pisto madrileño”. Primera noticia para mí. Manchego, navarro, riojano… Pero el madrileño es estreno mundial.

Como reto de inicio de año no ha estado mal. Lo recordaré. La semana y todas las que faltan hasta mayo, por lo menos, van a tener tinte electoral. Ayer, en el Día Mundial contra el Cáncer, en la plaza del Ayuntamiento se escenificó un lazo con docenas de voluntarias y voluntarios y público que se unió. No faltó el presidente regional, Revilla, ni el candidato municipal socialista, Daniel Fernández, ni la alcaldesa Gema Igual. Esta última mediante mensaje enlatado en video, en el que alabó la iniciativa “Todos contra el cáncer”, que el gobierno de España ha declarado acontecimiento de excepcional interés público con ventajas fiscales para las empresas colaboradoras. Y la alcaldesa lo leyó como si la normalidad institucional no fuera un espejismo en este país.

El presidente no estaba con tono muy alto. Hace pocas semanas volvió exultante de Madrid, de esa cita extraña que es la FITUR, anunciando que el AVE ya llegaba a Santander. Literalmente mentira. Está a punto de subastarse un tramo que, cuando concluya la obra, dejará esa vía en Alar del Rey, a más de cien kilómetros de nuestra bahía. Y Revilla sabe que, con mucha suerte, ese tren llegará a Reinosa . Y que esa apuesta, ferrocarril moderno por dónde va el del siglo XIX, es lo más erróneo de su larga carrera política. Mientras, en el ferrocarril costero de ancho métrico se sigue tardando tres horas para llegar a Bilbao y más de cinco para alcanzar Oviedo. 

Y algo más. El material rodante que se estaba fabricando para dignificar unas cercanías tercermundistas no va a caber en los túneles ya centenarios. Como unos submarinos que no flotaban y que al reformarse no cabían en el muelle de su base en Cartagena… Son esas cosas que restan puntos a un país casi normal. Lo que resulta mucho más obsceno es la utilización partidista. ¿Los trenes son incompetencia de cargos nombrados por el gobierno actual? ¿Ha comprobado la lideresa regional del PP la fecha en que se produjo el error en los submarinos? De pajas ajenas y vigas propias el ciudadano medio está muy harto. Alguien debería clamar por el derroche de dinero público.

Este pequeño ejercicio de memoria saca a flote el problema que con la misma tienen muchos dirigentes y ciudadanos de a pie. Esta semana ha habido unos actos en Santander con Maixabel Lasa, la viuda de Juan Mari Jáuregui, que ha contado sus experiencias con los asesinos de su marido y divulgado el concepto de justicia restaurativa en un encuentro con alumnos en dos institutos y con profesores en un acto abierto al público. Casi a la vez, el concejal de VOX en el Ayuntamiento de la capital publica una nota de prensa en la que arremete contra la ley de Memoria democrática y contra los colectivos que tratan de que se cumpla. Y la presidenta madrileña, que la goza en el barro, se desliza tanto por esa pendiente que ha sido llamada al orden por Consuelo Ordóñez, hermana de otra víctima de ETA que no se había distinguido hasta ahora por ser crítica con el partido de su hermano. La próxima estación no es Ítaca, es mayo.