lunes, 29 de noviembre de 2021

Vidas cortas

 

La muerte de Almudena Grandes saca a la portada lo complejo que resulta abordar la desaparición de una personalidad reconocida por algo más que su profesión. Desde la canallada de alguna voz de VOX, hasta el dolor verdadero de sus familiares y amigos, pasando por quien una vez obtuvo unas palabras de la escritora y ahora pudiera parecer que fueron compañeras de pupitre. Nunca la vi en persona y he apreciado tanto su obra literaria, que no he leído completa, como sus columnas periodísticas o sus intervenciones radiofónicas. Ese activismo por la memoria democrática tan necesario en España. Una vez me dirigí a ella, por medio de su editorial, no sé si llegó a recibir mi escrito. Nunca tuve respuesta. En “Inés y la alegría” me pareció apreciar un desajuste histórico, en relación con los abastecimientos de víveres recién liberado el sur de Francia. El racionamiento duró allí hasta 1949.

Con su compañero Luis García Montero, con quien ahora comparto estado civil, y lo que rodea a ese estado, sí tuve un encuentro personal. Fue en 1984, en Granada. Ya había ganado el premio Adonais de poesía y se recluyó un par de horas en la antigua madrasa de su ciudad para hablar de literatura, del reino nazarí y de la nueva sentimentalidad poética, con un puñado de alumnos de un instituto de Barcelona. Espero que todos ellos recuerden aquella charla.

Su vida, estadísticamente corta, le impedirá opinar sobre la manifestación del sábado 27 en Madrid. No soy ningún radical. No me suelo referir a ellos como maderos ni picoletos. Son funcionarios necesarios como lo fui yo en otro sector básico. Algunos de mis antiguos alumnos han elegido esa dedicación y no creo que sean monstruos. El sábado  se colocaron al otro lado de la pancarta y se dejaron utilizar como ariete contra el gobierno. Un gobierno que ha convocado plazas en esas plantillas para neutralizar los recortes de gobiernos anteriores y que les ha aumentado sus salarios como nunca antes. Solo cabe pensar que el pulso es ideológico. Si se colocan del lado de la minoría parlamentaria, es difícil que obtengan el aplauso de la mayoría de la población. Creo que es el primer gran tema sobre el que Almudena no podrá opinar.

Hay un tema local del que ella dudo que se hubiera ocupado. Esta ciudad, en la que nací y desde la que escribo, tiene por primera vez en su historia una mujer al frente de la Corporación municipal. Sinceramente creo que no ha habido suerte. Cuando yo era pequeño, en el fragor del éxodo rural, se escuchaban reproches del tipo “Ese o esa, ha entrado en la ciudad pero la ciudad no ha entrado en él o en ella” La sociedad española de los 50 y 60, mayoritariamente muy poco ilustrada, estaba dando una patada a un clásico como Antonio de Guevara y su Menosprecio de corte y alabanza de aldea…

A Gema Igual se la puede considerar más cercana a Paco Martínez Soria y la ciudad no es para mí. Y no es el lugar de nacimiento lo que importa. Ciudad o aldea, en los tiempos en los que nació la alcaldesa, se habían equiparado bastante. En el municipio de Valdáliga, sentimentalmente el mío y legalmente el de Antonio de Guevara, ya se había inaugurado el abastecimiento de agua que podía haber sido la mayor diferencia hasta esos primeros años 70. Los escolares iban a un colegio como los de las ciudades…

Gema Igual, con casi veinte años de ocupación política municipal, ha recomendado a los ciudadanos depositar las bolsas de basura en el suelo en ausencia de contenedores… ¿Se había fijado alguna vez en cómo se recoge la basura al menos hace esos veinte años? Su última juerga ha sido referirse a la almendra central. Lo ha escuchado con referencia a Madrid, quizás a alguna otra ciudad y le ha dado validez universal ¿Tiene esta ciudad un centro urbano con una forma más o menos de almendra? Gema, hay estudios de percepción del centro de nuestra ciudad. Es bastante alargado como lo es la ciudad, pero esta no es tierra de almendras. Y eso, en el fondo son anécdotas. Lo peor es que al oscurantismo, el minoritario equipo de gobierno lo llama trasparencia.

sábado, 27 de noviembre de 2021

Sicilia

 

Después de casi veinte meses sin salir de España, sin salir de una parte pequeña de España, las últimas vacaciones escolares nos han llevado a Sicilia. Aquí van algunas notas de ese viaje reciente. Tenía un compromiso conmigo mismo de no dejar que se acabase este mes sin hacerlo público. Así, esta entrada al blog, la 578, no va a contar con muchas notas de actualidad como la mayoría de las otras. Quedan todavía unos días de este mes. Es posible que todavía aparezca una entrada, digamos, normal.



La llegada al aeropuerto de Palermo nos produjo un primer disgusto, básicamente por falta de información. Después de desempolvar el pasaporte covid, green pass en Italia, y un prolijo tele interrogatorio antes de obtener la tarjeta de embarque, nos encontramos con una ley regional de la Asamblea de Sicilia, del pasado mes de julio, por la que los viajeros procedentes de ciertos países, España entre ellos, incluso los ciudadanos italianos que iban en nuestro vuelo, debíamos pasar un test de antígenos antes de salir a la calle…

Con más de una hora de retraso y cayendo la noche, llegamos al hotel. Deambulando por el barrio antiguo, próximo al puerto, nos encontramos con Il Piccolo Napoli una trattoria que nos sirvió una cena impresionante después de hacernos mostrar nuestro green pass… El pasado más reciente de esa isla pesa mucho y ayuda a fantasear con algunos rostros que parecen surgidos de películas de hace 70 años… No conozco lo suficiente sobre las relaciones entre la mafia y el desembarco aliado de 1943, pero ese desembarco está muy presente en muchos rincones de la isla. Tan presente como la pasta en todas sus formas, colores y sabores. Ya nos ha ocurrido en otros partes de Italia. Si te va la pasta, la que comes aquí tiene poca relación con casi todas las demás. Incluso con  la que hacemos en casa los verdaderos aficionados. El tomate y algunas hierbas marcan las diferencias.

He podido viajar alrededor de una docena de veces a distintas regiones de Italia. En todas ellas me he sentido bien acogido, pero la gentileza de la gente común de aquí, nos ha superado: Un taxista de Palermo que nos perdonó unos céntimos para no cambiar un billete de 50€. Conductores de autobús, ferroviarios de distinta graduación…Una tormenta casi tropical en vísperas de nuestro viaje nos disuadió de utilizar un coche de alquiler. Hemos salido ganando con la experiencia. En la parte de Patrimonio, la isla supera la media del país que es muy alta, desde el dórico arcaico  a… todo lo demás. Suman,  para españoles con sensibilidad mediterránea, las historias compartidas durante siglos.



Experiencias de cinco estrellas: Nadar en Punta Secca, el 3 y 4 de noviembre, sabiendo que en la imaginación de Camilleri esa es la playa en la que se baña el comisario Montalbano. Dormir y desayunar en su casa, algo que no iba exactamente premeditado y que se arregló literalmente sobre la marcha… Ahora que la serie televisiva sobre el comisario ha popularizado las imágenes, no sé si es necesario insistir en la belleza de esa zona de la isla, Agrigento, Ragusa, Noto y Siracusa. No será muy común que la reseña de Noto, al margen de una auténtica inflación de barroco, sea publicitar lo amables que fueron los empleados del supermercado ARD de la plaza de la estación. Con ésta en obras y sin consigna utilizable, nos permitieron dejar nuestro equipaje en el despacho del gerente.

 

En Siracusa, desde allí el tren nos devolvió a Palermo para volar a España, cometimos, por puro cansancio, el único error gastronómico del viaje, con una cena poco paisana. Compensada al día siguiente con un almuerzo muy tradicional. En Il Forestiero las arancini y la pasta son puro lujo, como los manteles blancos de hilo en una casa de comidas con un estilo aparente bastante pasado de moda. La recomendación para comprar cannoli  en una pastelería vecina, merecería que ambos, los del Forestiero  y los del Dolci momenti, se enterasen de la satisfacción que nos procuraron.

 

Y Palermo. Principio y final del viaje. Mucho patrimonio y más suciedad urbana. La Capilla Palatina, una joya con entrada bastante cara, a la que hay que sumar 0,50€ si se quiere utilizar el W.C… Un rey de España y Sicilia, preside un rincón emblemático de la ciudad y nadie debería perderse, aunque no es fácil llegar en el autobús urbano, la visita a Monreale, aunque no sea nada más que por la vista panorámica que proporciona su altitud. Muchas más cosas quedan en la memoria aunque una semana no da para mucho más. Una isla para volver.






domingo, 21 de noviembre de 2021

Memoria (y 3)

 

Sí. Es la tercera semana consecutiva abordando ese tema. Es por donde me estoy moviendo. El próximo jueves, día 25, vuelvo a presentar un documental en la Filmoteca de Cantabria. Marcos y Vida, es el homenaje que su hijo Marcos Macarro ha hecho a sus padres, Vida Sender y Fernando Macarro. Fernando Macarro, fallecido ahora hace cinco años, no era muy conocido con su verdadero nombre: Marcos Ana puede tener un (re)conocimiento mayor. Fue el preso político que más noches pasó en las prisiones franquistas. Muchas de ellas esperando que fuera la última. Allí empezó a escribir. “Si salgo un día a la vida…mi casa no tendrá llaves.”

El documental de su hijo aborda el tema de la memoria en su doble aspecto: La que iba perdiendo su madre y la que nos ocultaron de su padre. Los falsificadores de la Historia han tenido hasta ahora mejor acogida que otros falsificadores. Parece que no hay leyes que penalicen falsificar la Historia como las hay para quienes lo hacen con las monedas o joyas falsas. Es parte de nuestra excepcionalidad. La falsificación de la Historia es un intento universal, al menos desde la publicación de Fukuyama, aquel glorioso año 1992, anunciando a bombo y platillo el final de esa Historia. Pero como en algunos recursos turísticos, lo nuestro es diferente.

Que después de 1945 pervivieran en la Península Ibérica dos regímenes totalitarios semejantes a los derrotados en la II Guerra Mundial, es una excepción en el marco de la Europa occidental. Que los vecinos portugueses se sacudieran su régimen de una manera distinta a la nuestra, nos ha dejado solos con nuestro tema. La timidez de los gobiernos de España al abordar esa excepcionalidad quiero suponer que ocupará páginas en los libros de Historia del futuro. Nuestra democracia es la única en Europa occidental  que homenajea poco, tarde y mal a los que lucharon por ella.

Y esa excepcionalidad también ayuda a entender algunas de nuestras excepciones actuales. La mayor, con diferencia, que nuestros conservadores no tengan el más mínimo remilgo a la hora de acoger a la extrema derecha en sus arreglos postelectorales. La verdadera dimensión del actual dirigente conservador se va a ver más en ese terreno que en las ocurrencias diarias con las que adorna las portadas de la prensa afín. Sus ensayos sobre la energía solar, sobre la acumulación y transporte de la energía en general, no le van a llevar a ningún altar académico. Una escritora como Berna González Harbour dudaba esta misma semana en un programa radiofónico. No se podía creer que Casado sea tan bobo. Ahí tenemos a su colega y sin embargo rival Díaz Ayuso, que ya no se sabe cuándo es y cuándo interpreta su propio personaje.

La semana nos ha dejado otra de arena de los empresarios españoles. El espejismo de los acuerdos durante la pandemia se va desvaneciendo. El aumento del salario mínimo fue el primer gran desacuerdo –hay que  recordar que se trataba de unos céntimos diarios-. Ahora, otro aumento no muy significativo de las cotizaciones que pueda robustecer el sistema público de pensiones, ha vuelto a no ser posible. Creo que entiendo bastante bien que cada individuo y cada colectivo defienda sus intereses. Pero me llama la atención que la técnica del trile haya llegado tan alto. Era un juego callejero, más bien de gente de pocos recursos materiales e intelectuales.

Si defendemos a la vez bajadas generales de las cargas impositivas y que la garantía del sostenimiento de las pensiones públicas vaya a cargo del sistema de impuestos, a mí, que soy muy mío, en mi pantalla cerebral se me aparecen los tres cubiletes sin  dado. En misa y repicando. Morder y sorber. Nuestra lengua tiene varios ejemplos inspirados en esas actitudes. Muchas de nuestras comunidades autónomas, quizá todas, se pasan mucho tiempo anunciando bajadas, reales o virtuales, de impuestos, a la vez que no paran de reclamar más recursos al gobierno central. Trile, trile, trile.

domingo, 14 de noviembre de 2021

Reinosa en la memoria

 

Mientras el panorama político se oscurece por un lado, podría parecer que se ilumina por otro: frente al trágala de los grupos que sostienen al gobierno con la propuesta infumable del PP, que ha convertido a un ciudadano muy poco recomendable en miembro del Tribunal Constitucional durante nueve años y con un sueldo suculento, se opone la luz de Valencia que es muy especial. Ayer ha podido empezar allí otro nuevo proyecto que podría resultar apasionante. Al menos una de las dirigentes reunidas habrá reparado en que se cumplían cien años de otra ilusión, la que llevó a separarse del partido socialista a quienes creían en vías más rápidas para la emancipación de los sin nada. EL PCE celebra su centenario con dos ministros en el gobierno.  Mi edad y el desgaste de todo el sistema político hacen que mi ilusión sea entre nula y muy escasa. Odón Elorza y Cayetana Álvarez de Toledo pueden conservar más dignidad que todos los compañeros de sus grupos parlamentarios juntos. En vez de una medalla les puede caer una sanción. Tengo una fotografía propia  que no me voy a resistir a publicar aunque la prevista para hoy era otra. Está tomada en Agrigento, Sicilia, hace un par de semanas y es bastante fácil de entender: La mafia mata, el silencio también.  El silencio es una opción personal pero tiene beneficiarios.

El viernes se estrenó en Reinosa un documental sobre los acontecimientos vividos en esa ciudad en la primavera de 1987. El marco de un conflicto laboral, de una pugna por el mantenimiento del empleo industrial en un territorio con alta especialización en ese sector, se vio desbordado y se fue tratando por las autoridades, de manera creciente día a día, como un conflicto de orden público. El esquema es muy parecido y hay numerosos casos en toda España. Y no solo en ese momento histórico. Toda nuestra historia contemporánea tiene cuentas en ese rosario. Incluso algunas pinturas relevantes del siglo XIX muestran esas escenas de enfrentamiento entre trabajadores y fuerzas del orden.

Lo más inesperado de lo ocurrido en Reinosa en 1987 es que, por primera vez desde la Guerra Civil, los trabajadores pudieron pensar que tenían un gobierno más cercano a sus intereses. El delegado de aquel gobierno en Cantabria, Pallarés (Pinochet se añadía en el pareado de la protesta); el director general de la Guardia Civil, Roldán,  que acabó siendo muy famoso incluso antes de entrar en la cárcel; y el propio ministro del interior, Barrionuevo, que también acabó en la cárcel y fue indultado por el gobierno de Aznar; todos ellos y algún mando de la Guardia Civil, produjeron un resultado final que demostró que la confianza de los trabajadores en aquel gobierno era bastante ilusa. Año y medio más tarde la mayor huelga general vivida en España en medio siglo lo certificó. La reacción de muchos medios de comunicación, con una distancia temporal como la que existe en este momento, solo puede calificarse de vergonzosa.

El documental, alejado de cualquier tentación panfletaria, y con notables testimonios de quienes vivieron aquellos sucesos, puede calificarse de joya. Además de un homenaje al trabajador asesinado en aquellos sucesos, Gonzalo Ruiz, creo que la obra de Vicente Vega ensalza la dignidad de la ciudadanía de Reinosa, de su conjunto, no solo de los trabajadores más afectados por los despidos. El próximo jueves 18 habrá una segunda proyección en la Filmoteca de la calle Bonifaz en Santander.

Han pasado 34 años. Reinosa y su comarca han perdido población y empleos industriales en proporciones muy superiores al resto del territorio regional. Nuestro presidente polifacético acaba de volver de Bruselas, de su primer viaje institucional a la capital de la Unión, después de ocho años de vicepresidente del gobierno regional y catorce de presidente. Ha traído las manos llenas de… humo. Nada. Se lo recordaba a toda plana la portada del diario más diario de todos los diarios, el día de su regreso. El error histórico de no haber apostado por una línea férrea del siglo XXI que nos uniera a Bilbao, al Mediterráneo y al resto de Europa, en su primer mandato como presidente, lo vamos a pagar muy caro. El tren de Revilla se retrasa más que los de Renfe. La batalla de Reinosa, ahora, es si el ancho europeo le va a llegar o se quedará en Alar o Aguilar. Pero nunca llegará a la costa, con lo cual el futuro de toda la comarca es bastante oscuro.

 

 

lunes, 8 de noviembre de 2021

Historia y memorias

 

Un reciente viaje a Italia me ha hecho ver lo sencillo que puede parecer cuidar una memoria compartida. He encontrado placas que recuerdan tanto a víctimas de la Primera Guerra Mundial, a las de los bombardeos aliados de la Segunda y a las del terror nazi-fascista. Hace cincuenta años que en Catalunya se creó un organismo unitario de las fuerzas democráticas que se oponían a la dictadura, la Assemblea de Catalunya contó con un trabajador industrial en su reunión fundacional. Uno. Pero hasta ahora, cincuenta años más tarde, no se ha conocido públicamente su nombre.

Del mismo modo que hay quien ha alardeado de haber puesto en una pizarra en Suresnes los trazos por los que iba a transitar nuestro país desde el sistema autoritario del franquismo al actual, también hay quien ha tratado de poner en la Historia con mayúscula que aquel organismo unitario era básicamente obra de intelectuales y representantes de la burguesía progresista. Un poco más tarde, en el verano del 74, en París, se presentó la Junta Democrática, el organismo de alcance estatal similar al ya existente en Catalunya. Aquí ya se ocultó menos el peso del movimiento obrero, articulado principalmente en torno a las todavía clandestinas CC.OO.

También en estos días de noviembre, cada año desde hace ya 46, se pone en el escaparate de la memoria de los que entonces éramos muy jóvenes, el enorme barullo en el que, con el dictador en sus últimas horas, el gobierno de Arias Navarro y el entonces jefe del Estado en funciones, todavía príncipe Juan Carlos, nos metieron. El  resultado no pudo ser más nefasto para quienes hasta aquel momento, en lo que oficialmente era una provincia española como las demás, habían confiado en algún arreglo que no supusiera poner a la población a los pies de los caballos del rey de Marruecos. El conflicto en el Sáhara occidental se está recrudeciendo y ni siquiera ocupa primeras planas en la prensa internacional.

La trama de intereses que desvelan documentales casi clandestinos o libros tan bien documentados como poco conocidos, resulta casi inexplicable. Hace unas semanas el más alto órgano judicial de la Unión Europea ha dado un rotundo no a la política de expolio que practica Marruecos, con el imprescindible padrinazgo de los EE.UU y Francia y la práctica desaparición de esa escena de España, todavía potencia administradora del territorio según el derecho internacional. Pero es que aunque casi nadie lo recuerde ya, días antes del carnaval denominado “Marcha Verde” que puso a cientos de miles de súbditos de Hassan II en el territorio administrado por España, el Tribunal Internacional de Justicia de la Haya sentenció que ese territorio nada tenía que ver con el reino de Marruecos.

 

En la “Historia prohibida del Sáhara español”, casi al final del libro, página 322 de 343, dice el autor, Tomás Bárbulo que los nativos le preguntan al capitán del ejército español Bernardo Vidal, que se la había jugado literalmente por ellos, “¿Qué hace España?” y él responde: “No es España; es el gobierno, que os ha traicionado. Pero el pueblo español os quiere” Lo más dramático de esas líneas es que no ha cambiado nada. Los gobiernos españoles, desde aquel de 1975, presidido por alguien con un historial terrorífico como Arias Navarro, que se arrugó ante Hassan II y Henry Kissinger hasta límites poco comprensibles, hasta el actual, han seguido traicionando a los saharauis.

Aquel trabajador industrial que formó parte de la reunión fundacional de la Assemblea de Catalunya es mi amigo Pedro López. (*) Divulgar las memorias puede contribuir a neutralizar un peligro que corremos: que el pueblo español, por pura ignorancia de lo ocurrido, deje de querer a las víctimas del conflicto del Sáhara. O que se imponga un discurso fake sobre la transición política española

(*)L’obrer desconegut a l’Assemblea de Catalunya | Catalunya | EL PAÍS Catalunya (elpais.com)