miércoles, 22 de septiembre de 2021

50 céntimos

 

Me produce mucho malestar que el conflicto entre Francia y Australia a cuenta de los submarinos que se construirán en EE.UU y no aquí al lado, en Brest o Toulon, no vaya a servir para que la supuesta recomposición de fuerzas de las democracias occidentales en el Índico y el Pacífico, frente a China, no tenga en cuenta que es un área geográfica con territorios jurídicamente europeos. Una parte de los territorios franceses de ultramar están en esas áreas. No puede ser un olvido. ¿A qué juega Biden? La reacción francesa también parece más de huevo que de fuero. Y siguen sin definirse con claridad las políticas de las democracias frente a las tiranías.

“Anciana/o”, dice la RAE que es un adjetivo para personas de mucha edad. Los demógrafos lo reservan a mayores de 65. Y “niñato”, que tiene sentido despectivo, es un  joven presuntuoso e inmaduro. “Anciana y niñatos”  era otra posibilidad para el título de hoy, pero no merece la pena. Frente a la negociación fallida del salario mínimo interprofesional lo de Teodoro y Esperanza, que no son un dúo musical, es irrelevante. O no, pero habrá tiempo para comprobar si la fiesta de la anciana ex-casi-todo, prevista para final de mes, da algo más que los titulares ya producidos. El mejor, el recordatorio de Teodoro sobre la corrupción del P.P.

La CEOE, que había pactado mucho, demasiado para el gusto de las derechas unidas, se ha rajado. No ha pactado un aumento enano del salario mínimo. Menos de noventa diarias de las antiguas pesetas. Hoy, ni una barra de pan. La vicepresidenta del ramo, Yolanda Díaz, en sintonía con Bertolt Brecht, ya había advertido que era difícil de imaginar que esa subida mínima pudiera causar tantos males como dicen los que lo dicen. La pobreza y la corrupción son los protagonistas de Die drei groschenoper, la ópera de tres centavos. Se estrenó en vísperas de la catástrofe de 1929. Pasada ya la etapa de la peor inflación en la Alemania de Weimar, tres centavos de entonces valían para algo más que nuestros cincuenta céntimos de hoy.

Pero nuestras derechas y sus extremidades, con ese estilo tan poco europeo que se gastan, han debido presionar a Garamendi, para que sintonice con ellos ya que Abascal y Casado, Arrimadas ya no pinta nada, no sabían a quién tenían que defender. Esta semana ya se han aclarado. El oligopolio eléctrico, como las más altas instancias judiciales, tiene querencias claras y el gobierno actual no parece que sea su favorito.

Mario Camus se ha ido esta semana. Con él, uno de los más grandes de nuestro cine. Una vez hablé por teléfono con él. No pudo aceptar mi propuesta para que fuera padrino de una carrera/marcha popular a favor de los refugiados sirios. Me deseó suerte y me confesó que sus ánimos se habían agotado. Ahora que se recuerdan sus éxitos más sonoros, me gustaría revisar sus primeros títulos, Young Sánchez, o Con el viento solano. Un neorrealismo de casa. O la película que puso al Racing en la onda mucho antes de que alcanzara la UEFA, Volver a vivir,  o Los días del pasado con unas escenas finales rodadas en las proximidades de Comillas y con la guerrilla antifranquista de telón de fondo… Muy grande nuestro Mario.

La muerte de Camus, el recuerdo de Raf Vallone como adelanto de Maguregui o de Nando Yosu, ponen la temporada más gloriosa del Racing, la 2008/2009, en conflicto con la más dolorosa de mi vida personal. Y ese cruce empieza un 18 de septiembre. No tengo que mirar calendarios para saber que era jueves. Y que el Racing jugaba contra  un equipo holandés y que solo pude ver un trozo de ese partido comiendo un bocadillo en un bar de la calle Vargas… y ahí empezó una cuaresma otoñal que desembocó en un doloroso domingo 19 de octubre… y para cuando pude presenciar en directo, en el Parque de los Príncipes, el empate del Racing con el PSG –fue real aunque ahora parezca un sueño- mi estado civil ya había cambiado. Todavía poco antes de Navidad ese mismo Racing venció en El Sardinero al Manchester City… para frotarse los ojos.

Todo lo anterior estaba escrito el domingo pasado por la tarde. No sé bien por qué no lo publiqué. Y el lunes, a mucho dolor familiar que ya nos traía septiembre, se ha sumado la defunción de mi sobrino Nacho. Uno de los primos más jóvenes de mi hijo. La desolación en el entorno es incalculable.

 

2 comentarios: