domingo, 20 de junio de 2021

Morocho

 

El inspector Morocho es, para mí, el personaje de la semana, o del mes. Quién sabe de cuánto tiempo más. Parece un personaje de novela. El poli bueno, el funcionario leal que no se corrompe. Enfrente, Villarejo. Todo lo contrario. Una especie de Torrente escapado de la ficción. El coraje de Morocho, y de alguno más, frente a una mafia que alcanzaba la cumbre del poder ejecutivo, despierta admiración, supongo que a los españoles de bien. Los otros que se arreglen como puedan.

Soy un niño de la posguerra. Cuando nací le quedaban todavía cuatro años a las cartillas de racionamiento y la mayoría de la población las pasaba canutas. Es cierto que había disminuido el número de fusilados. En mi época se ventilaba lo que le ha ocurrido esta semana al PP y a su líder máximo con un chincha-rabia y es que como muchas veces en la vida de la gente normal, todo lo que le podía salir mal, le ha salido mal.

Empezó el lunes la ministra de Exteriores, haciendo un relato sobre el bien y el ruido creo que con un fondo de la crisis con Maruecos. El ruido no hace bien y el bien no hace ruido. No se recuerda suficientemente. De paso, nos ponemos una medalla: La próxima cumbre de la OTAN se celebrará en España en 2022. Todas esas fotos que vienen y los minutos de conversa con líderes del mundo mundial serán muy  difíciles de contabilizar. Parece que hasta los que nunca hemos querido nuestra integración en esa alianza deberíamos estar contentos. Por un chincha-rabia de los demás.

La presidenta madrileña es muy joven. Seguramente no recuerda lo que Balduino, rey de los belgas, hizo cuando debía firmar una ampliación del derecho al aborto, en Bélgica. En 1990, con 60 años y sin hijos, se hizo un "dontancredo" durante unos días para no firmar la ley. Le sirvió de poco. La ley entró en vigor y él murió en 1993. Los reyes parlamentarios que no quieran aprobar lo que les pasen a la firma los poderes democráticos, tienen una salida única: Abdicar.  O decir que ese día de la firma están indispuestos. Probablemente con afección intestinal. Isabel Díaz Ayuso, en su versión más descaradamente idiota, -no en la acepción de insulto- trabaja contra la monarquía aunque seguramente todavía no se lo han dicho. 

A media semana, esos miércoles “gore” de la Carrera de San Jerónimo, llegó Úrsula von der Leyen con algo más que buenas notas y promesas de pasta, fotos y más fotos y minutos y más minutos y ahí fue el desmadre. Ana Botín  y su “nos vamos a salir del mapa” y que nadie nos había comentado que la presidenta del mayor banco de España formara parte de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE. También los obispos catalanes se guiñan ojitos con el gobierno y, tachán, tachán, el patrón mayor de la CEOE, Garamendi, también ha dado su visto bueno a los indultos. A mí, tanta facilidad al gobierno no me gusta. Acabará aprobando sin presentarse.

Porque el gobierno todavía no ha explicado suficientemente su plan para aliviar el cisma en Catalunya pero a este paso, no va a hacer falta. Un paso cambiado que también ha llevado a la desorientación total al PRC. Mientras se le caen físicamente  los muelles de Maliaño sin poder culpar del desastre esta vez a los inmigrantes que aspiran a una plaza de polizón, vota con la derecha y la ultraderecha para quedarse en minoría en el Congreso. Ni siquiera optaron por una cómoda abstención como los nacionalistas canarios y los de Teruel existe. Desorientación, senilidad o las dos cosas. Revilla y el diputado Mazón también tuvieron cartilla de racionamiento como yo. Marcano libró por muy poco.

 

El fin de semana ha tenido actos diversos para conmemorar el día mundial de las personas refugiadas que se celebra hoy, 20 de junio. Otra vez recurro a datos frente a los que se cierran en impresiones más o menos personales o de sus comunicadores favoritos. El problema, que nos golpea a diario con decenas de muertes innecesarias, afecta a un 1% de la población mundial. Cualquier colectividad, en este caso la sociedad entera del planeta, sus gobiernos, que no sea capaz de resolver un problema que afecta, solo, a un 1% de la misma, no es una colectividad sana.

 

 

 

 

 

 

 

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