Acontecimientos de índole familiar y de carácter luctuoso me han apartado tres días de las noticias frescas y de la Eurocopa. La vuelta a ser un Ser medianamente bien informado, por unas pocas horas, debo confesar que me ha ayudado a seguir aturdido. Ese dolor de mi nueva familia del que participo plenamente y la falta de sueño pueden hacer esta entrada de digestión difícil. Indigesta. El titular constaba en un borrador previo al fallecimiento de la abuela de mis sobrinos más recientes.
En términos médicos ha podido
parecer que se ha producido una inflamación de los indultos. Y eso a pesar de
los miles de ellos concedidos en los últimos años, de los que la inmensa
mayoría no trasciende. Aznar y Guerra, muy bocazas ahora, ya no deben
recordar que cuando fueron presidente y vicepresidente respectivamente, también
hubo indultos controvertidos: El de un kamikaze homicida, el de algún banquero,
el de algún militar golpista… Sigo pensando que el de los dirigentes
soberanistas catalanes se ha explicado poco y tarde. Y con pocas contrapartidas
en lo folclórico por parte de ERC. Hoy se abre la puerta para ver hasta dónde
llegan las ganas de pactar. Se empieza a hablar con, al menos, cuatro años de
retraso. Aquel parlem surgido de la
sociedad civil que el gobierno del PP, metido en sus cosas, que hoy siguen en
primera plana con la declaración de la en otro tiempo todopoderosa Cospedal, no consideró necesario.
Hablar, qué pereza.
Uno de los indultados por Aznar resultó ser un agente de policía condenado por torturas, que ha tenido el más alto cargo de la policía nacional en esta comunidad y ahora, a punto de alcanzar la jubilación, acaba de ser condecorado por este gobierno. El mismo que indulta a los soberanistas presos. Fuera de la región la noticia no tiene eco. Nuestro mediático presidente, que hizo una especie de protesta hace unos años, cuando el hoy condecorado fue nombrado para ese alto cargo, ha descendido muchos enteros en la cotización de dicharacheros.
El Ministerio del ramo alguna vez se denominó de Gracia y Justicia y el conductor máximo del PP, el eminente jurista Casado, parece que la parte de Gracia la tiene mal interpretada. Entre los cientos de sus declaraciones diarias que dejan el Apocalipsis en un cuento infantil, ha colado hace poco una referente al tiro de gracia. Ser dicharachero, natural o impostado, se puede perdonar cuando el cargo público no es superior al de jefe de sección. Llevar más de media vida viviendo de lo público debería obligar a un rigor mayor.
A su partido no le gusta hablar de lo que históricamente han significado las decenas de miles de tiros de gracia que se produjeron en España entre abril de 1939 y septiembre de 1975. No debería jugar tanto con los dobles sentidos el señor Casado y quien le prepara los juegos de palabras cotidianos no debería cobrar la paga extra de verano en su puesto actual. Seguro que Casado y su asesor conocen el cuento del lobo, el de la fiera que venía todos los días y nunca llegaba… Podría ser una loba, en este caso, quien llegue y se quede con todo. Al fin y al cabo la loba tenía menos responsabilidades en el PP en toda esa época que va siendo juzgada y condenada y que necesita más calamares de los disponibles en todo el planeta azul para que la tinta oculte tanta miseria moral y tantos actos delictivos.
En pocas horas las rigideces del tiempo ordinario se ponen pantalón corto. La próxima entrada será en julio pero no aseguro la fecha. Me vuelvo mañana al encuentro de mi nueva familia, dolorida, y horas más tarde a disfrutar unos pocos días con mis nietos. En un ambiente más seco. Prometo, además, que el viernes procuraré estar atento a la Eurocopa.