domingo, 13 de diciembre de 2020

S.O.S. Navidad

 

Después de nueve meses nadie debería ya echar culpas a empedrados diversos. Las autoridades azules, rojas o naranjas han tenido y tendrán aciertos y fallos, pero la ciudadanía, un sector más o menos amplio, no está dispuesta a renunciar a necesidades más o menos superfluas que sabemos que pueden conducir al hospital y ese camino puede terminar en una UCI o más allá. Acabo de leer “La agonía de Francia” de Chaves Nogales. Parece que hace ochenta años en París, con los nazis a tiro de piedra, -un peligroso virus- también pasaban cosas de esas y peores.

Si en una determinada zona de terrazas de nuestra capital, pongamos el jueves pasado una hora antes del toque de queda, un día mucho más templado que todos los anteriormente transcurridos de este mes, pero bastante húmedo y con una temperatura que a esa hora no superaba los 13ºC, decenas de personas ocupaban todas las mesas disponibles, excediendo en muchos casos el número máximo permitido por mesa y con las mascarillas cubriendo las gargantas… ¿Qué es lo que todavía no hemos entendido? Y muchos gremios nos llaman a salvar la Navidad. No puedo evitarlo y me pregunto cómo reaccionaría ante un peligro de bombardeo quien no puede pasar sin una caña y charlar con sus amigos con la situación que tenemos.

En París en el invierno 1939-40 muchos inquilinos dejaron de pagar su renta y muchos caseros dejaron de encender las calefacciones centrales… pero el frío estaba allí, cada uno lo resolvió como pudo y el resultado fue espectacularmente horroroso. Leer crónicas periodísticas de una determinada época, revela aspectos que no había encontrado anteriormente en los manuales de Historia. No creo que  llegue a ver lo que escriban los historiadores sobre este año que ya termina. Y me alegro sinceramente.

Hay otra prensa y otros periodistas. Hubo un programa televisivo hace mucho tiempo, cuando todavía veía televisión, que trataba de corregir titulares manipuladores. Me acabo de encontrar uno bastante bueno. Un sindicato denuncia las diferentes coberturas de la sanidad pública y la concertada, especialmente en torno a pruebas diagnósticas relacionadas con el virus del año, y una de las cabeceras de la tripleta reaccionaria titulaba culpando a MUFACE. Los funcionarios del Estado no eligen entre pertenecer al régimen general de la seguridad social o a la mutua estatal. Pero pueden elegir que sus prestaciones sanitarias las cubra el servicio público de salud o un seguro privado.

La solución es sencilla para quienes no estén conformes con la elección realizada. Cada mes de enero pueden rectificar su decisión en cualquiera de los dos sentidos y es algo que los seguros privados deberían agradecer mucho a las administraciones públicas. Parece que más de un millón de funcionarios no confían en los servicios públicos de salud y engrosan las cuentas de los seguros privados. Esas cuentas no serían tan jugosas sin la capacidad de elección de los funcionarios que optan por ellas. Regatear prestaciones solo significa aumentar el negocio en detrimento de la salud. 

Imposible no mencionar antes de acabar el repaso semanal a pato cojo Trump. En las últimas semanas la ha liado bastante parda: Impugnaciones electorales al margen, Israel, Marruecos, cambio climático…La indignidad de un gobernante elevada a todas las potencias concebibles. Lo malo es que su política de avestruz no va a parar el calentamiento global y sus decisiones sobre Palestina y el Sáhara occidental solo van a causar más dolor a cientos de miles de personas de las más castigadas del planeta. 2021 ya viene con una buena noticia y es su salida de la Casa Blanca, sin que eso quiera decir que Biden le vaya a dar la vuelta a todos sus desmanes, al menos a corto plazo. 

 

 

 

 

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