domingo, 15 de noviembre de 2020

Pravda

 

El protocolo español contra la desinformación, una orden ministerial de hace un par de semanas vapuleada desde antes de nacer, responde a la petición cursada por las autoridades europeas hace más de dos años. [El País, 09/11/20] Detrás, la guerra en Ucrania, el padrinazgo ruso sobre miles de ciberataques… y como en la historia de la luna y el dedo, muchos medios supuestamente respetables y una miríada de otros menos conocidos, digitales, locales… haciendo la ola a Pablo Casado e Inés Arrimadas y a su defensa contra el gobierno bolivariano, no de Venezuela, el de aquí mismo. La historia del lobo que viene, no sé si es tan antigua como la del dedo y la luna. Pero no puede ser que, a diario, el país se venga abajo. Simplemente no es cierto. Y miren que tampoco se puede decir que estemos muy bien.

El titular recoge el nombre del órgano de prensa oficial del PCUS desde el triunfo de la revolución hasta la caída del régimen en 1991. Durante más de setenta años, varias generaciones de rusos y de las otras repúblicas de la URSS creyeron de verdad que lo publicado en el Pravda era la verdad, qué otra cosa podía ser si ya ese era el titular. Conocer cuánto de verdad se esconde en los millones de páginas del Pravda supongo que es una tarea todavía inacabada. Pero ya antes de 1991 supimos que no todo el contenido del Pravda era verdad. Resulta entre tierno y no se qué más, que ahora se preocupen por la defensa de la información veraz una serie de medios encabezada, no puedo evitarlo, por el ABC. En un país con mejor memoria esa cabecera simplemente no existiría.

Acabo de terminar mi primera lectura de una obra de Chaves Nogales, periodista sevillano del que no había escuchado nada hasta hace muy pocos años y con cuya obra todavía no me había encontrado. Su biografía, escasa por su muerte temprana en 1944, con tres años más de los que llevaba recorridos el siglo, terminó en Londres, a donde llegó huyendo de la Gestapo, y porque la España de sus últimos años de vida no era su España. Tampoco le gustó la que se fue configurando en la zona republicana en los primeros meses de la guerra civil. Curiosamente, la primera obra suya que ha caído en mis manos tiene como telón de fondo la revolución soviética y la guerra civil posterior.

De la narración, más o menos fiel de un bailarín de flamenco nacido en Burgos, Juan Martínez, Chaves hace un relato que yo me he ventilado en tres días y que me ha resultado apasionante. No es difícil empatizar con el bailaor, me ofrezco como prueba, a mí el flamenco no me entusiasma, pero las peripecias de una pareja de españoles que se mueven entre Turquía, Bulgaria, Rumanía y Rusia, entre 1916 y 1922, atraen  a cualquiera interesado en la Historia.

Si el volumen que he leído no perteneciera a la red de bibliotecas municipales de Santander, le habría subrayado varios párrafos. Las ocupaciones y retiradas de Kiev, por rojos y blancos, concluyen en verdades del barquero dignas de llevar en el bolsillo para que no se nos olviden nunca. Y en tiempos de tantos revisionismos, nuestra guerra, la Transición, el 2 de mayo… me permito adjuntar fotografía de un final de página en el que Chaves o Martínez, explican cómo la intervención polaca acaba por poner de acuerdo a los dos bandos en guerra en Ucrania. Otra guerra en Ucrania.

 

 

 

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