Publicado en El Faradio el domingo 17
La revolución falsa, pija, se admite en plural, en España es,
al menos, triangular. Por razones familiares me tocó de cerca algún capítulo de
la versión vasca. La que causó centenares de muertes. El 99% del poquito
euskera que controlo viene de carteles, pintadas y pancartas. Fiesta y lucha,
lo uno y lo otro: Jaia bai eta borroka ere bai.
Aprendido algún verano de aquellos en que las fiestas de pueblos y
ciudades empezaban con tradicionales quemas de banderas… ay!
La última revolución pija a la que la ciudadanía había
asistido, con bastante perplejidad, era la catalana. Viví quince años allí, lo
que me daba una mayor capacidad, ojo, de incomprensión. Añorado procés que no
había causado muertes hasta la llegada del virus. Sí, los actuales partidarios
del procés han gestionado Catalunya, en lo bueno y en lo malo, 33 años de los
cuarenta que lleva en marcha el proceso autonómico. Las víctimas, abundantes
allí, no son del maestro armero.
Y ahora, Madrid. Me declaro más incompetente en este tercer
vértice. Por mi profesión, me ha tocado explicar el plano de la capital muchas
veces. La Geografía urbana incluye aspectos sociales, naturalmente. Es el
terreno de encuentro más fértil de la Geografía y la Sociología. Un primo ya
fallecido vivió mucho tiempo en el Barrio de Salamanca. Alguna vez comí en su
casa. Incluso dormí alguna siesta. Desde el punto de vista puramente
urbanístico, su trazado ortogonal es legible de lejos, incluso para no
iniciados.
Más tarde, siendo ciudadano de Barcelona y representante de
trabajadores con muchos problemas, acudí a alguna reunión en la sede de alguna
institución, no recuerdo si el INI o el Ministerio de Industria o Trabajo,
gobiernos de UCD, 1977 y 78, y a la salida de alguna de aquellas reuniones, una caña en algún
local imposible de ver en la Barcelona de aquel momento.
Los motivos decorativos de aquel bar de hace más de cuarenta
años, los he visto esta semana en las calles del Barrio de Salamanca, que en su
segura diversidad, también es reserva espiritual de no se sabe qué. Creo que el
asunto no ha empezado como dice Jabois que ha empezado, por una fiesta de
despedida de un DJ que ya se tiene que poner a estudiar. Las imágenes tienen
una versión friki mucho más poderosa, en mi opinión, que la versión facha, sin
que lo cortés pueda no quitar lo valiente. Pese a que algún exaltado/a quiera
acabar aquella famosa revolución pendiente, lo que quieren es disfrutar de lo
que tienen, que es mucho. Y al que no pueda…
El guionista loco no pudo atreverse a tanto. El estereotipo
más estereotipo luciendo portadas. Pocholo y Borjamari con Barbour
acolchada que era una tarde fresquita de mayo y la maldad bolivariana impedía
coger el caballo y marchar a pasear. En el cuartel general de los asesores contrarios tienen que
estar encantados. La prensa extranjera ya se ocupa de un caso como el de la
presidenta madrileña. Me acuerdo mucho, en estos casos, de un amigo residente
en su pueblo natal, en el que, dice, ni ha habido ni habrá alternancia en el
Ayuntamiento “Aquí gana el PP aunque encabece la lista la cabra de la Legión.
Blanquita no encabezó la lista ganadora en Madrid, pero ahí está ella. Dice que
gobernando sin parar. Sin parar de hacerse fotos.
Antes de que lleguen banderas con lemas tipo: Pijos unidos
jamás serán vencidos o pijoak armatua inoiz ez zanpatua, quiero y debo decirlo.
Tengo una foto del día 7, tomada enfrente de la mayor parada del transporte
urbano de Santander. En El Sardinero. Faltaba una semana para el gran
espectáculo de la calle Núñez de Balboa, posteriormente imitado en muchos
sitios, de Albacete a Sarriá pasando por nuestro Ensanche. Usar la bandera con
lemas partidistas es, como mínimo, poco elegante. Y no, Jabois, antes de que el
DJ convocara a la despedida, esa bandera, bien impresa, como se puede apreciar,
ya estaba en esa fachada.
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