Publicado en El Faradio el domingo 24
Aunque hace semanas que El Faradio acoge mis opiniones, esta
columna pertenece a otro conjunto, el de mi blog personal y esta es la entrada
500 en ese blog. 500 exposiciones públicas con errores y aciertos, supongo. Y
con una de mis últimas lecturas “El muchacho de los ojos grises”, de Gilles
Perrault, que me ha llevado ochenta años atrás, a aquellos campos franceses que
eran arrasados por la fuerza militar nazi. La guerra relámpago en su mayor
exhibición. Ya no eran países pequeños y débiles militarmente. Ahora era nada
menos que Francia la que no podía contener la avalancha.
Y esta entrada, con número tan redondo, me hace elegir.
Dunkerque o el covid19? Churchill o
Abascal? Lord Halifax o Casado? También me podía haber dado por reseñar otras
lecturas recientes. Los diarios de Héctor Abad Faciolince de los que dijo que
se había decidido a publicarlos por falta de inspiración para más ficción… Podía
ser una broma, o no. Recordando que aquí el más tonto hace relojes, no me libro
de decir que no es lo mejor que he leído del colombiano. Y no quiero engrosar
la lista de relojeros.
Me enferma ver como ilustres profesionales son ninguneados a diario y no por el cuñao, que
no terminó EGB. Se trata de comunicadoras/es con cientos de miles de televidentes.
La profesión es amplia, no sé si tienen título ni de qué… Han pillado, se han
enriquecido, han pasado de la crónica más o menos rosa a politiquear… y se han
creído, ellos mismos, que su opinión valía más que la de los expertos. No de
fútbol o de política, incluso de Historia, que de eso aquí sabe todo el mundo.
La novedad de la temporada son opiniones sobre biología o farmacopea. Ni en lugares
con campeones de prensa escrita amarillenta, como Alemania o Gran Bretaña, sus
relojeros televisivos han llegado a tanto. Brasil o EE.UU tienen variedades más
cercanas.
Si a escala nacional el esperpento diario de millonarios de
la comunicación es lo que es, en la escala local el fenómeno roza el infierno.
Da igual que el protagonista se incluya en la izquierda virginal, la que nunca
hará nada porque no se va a manchar con nada y a los que autoridades en ciencia
política les parecen intelectualmente muy
limitados… El gobierno, la pandemia la ha gestionado fatal, pero ojo, no
confundir con las críticas de la derecha… lo de la izquierda de la izquierda es
distinto. Faltaría más.
En la otra banda del terreno de juego, escucho a apolíticos de
ayer que se han diplomado en virología y que de un cierto abstencionismo, en
salto sin red, ya son expertos en pactos y elecciones anticipadas… Y el propio
gobierno, que ayuda lo que puede a descolocar a propios y extraños. Ya he
definido como porno las sesiones de los miércoles en el Congreso, desde hace
semanas; la última ensayó con tríos variados. La orgía tiene que estar al caer.
Pero es muy difícil que un ciudadano normal consiga enterarse de lo que debaten
y votan sus señorías y, así, puede que alguno haya unido su vehículo modesto a
la cabalgata de BMWs y Porsches de ayer. Sobre, digamos, la estética de Bildu,
no me va a ganar nadie, tampoco me gusta, pero es que el acuerdo con los
radicales vascos supone cosas muy parecidas para las administraciones locales a
las que el PP ha pedido, en Madrid, en
Murcia y en Santander.
Descubrir ahora que
las cuatro provincias forales tienen un fiscalidad propia, distinta y
ventajosa, me lleva a aquella Casablanca en la que el capitán de Vichy descubría
que se jugaba en Ricky’s. En el interior del gobierno, las diferencias entre
las dos partes, o tres o cuatro, de la coalición, podrían ser perfectamente
normales. Desde antes de que los alemanes embolsaron Dunkerque, aquí no
habíamos tenido gobierno de coalición. No podemos saber mucho del asunto,
incluso en el país de los relojeros espabilados. Pero el amago de órdago del
vicepresidente Iglesias también se
relaciona con el vértigo de la izquierda autodenominada “transformadora”. Lo
que viene, ya falta menos para el final de la bajada viral, va a ser tan duro que la tentación de tirarse
en marcha es muy fuerte. Se transforma con el BOE. Si se renuncia al BOE
volvemos a la izquierda virginal. Y la tercera fase a la vista.
Y final. Con relación a la derogación de la
reforma laboral el texto de la “Coalición progresista, un nuevo acuerdo para
España”, de diciembre, encabeza su punto 1.3 con dos frases: “Derogaremos la
reforma laboral. Recuperaremos los derechos laborales arrebatados por la
reforma laboral de 2012” .
No veo la palabra íntegra o completa. Si por algo parecido se desmembra un
gobierno, que alguien recuerde lo que le ocurrió a Churchill en las siguientes
elecciones al triunfo sobre Alemania. Cuando todavía no se había rendido Japón,
con medio millón de británicos muertos en la guerra, los electores le dieron el
gobierno a la leal oposición del tiempo de guerra. Aquí, retirando el leal, hay
dudas sobre lo que ocurriría?