Hace un siglo mi padre estaba a punto de cumplir siete años
y a mi abuela le faltaban algunas semanas de gestación para que naciera mi
madre. Mi suegra, como mi padre, también había nacido en noviembre. Iba a
cumplir cuatro años el día que oficializaron que aquella primera guerra
industrial había terminado. Ninguno de ellos debió enterarse en aquellos días.
Tengo más dudas sobre mi suegro. Vuestro bisabuelo José Mari era algo mayor que mi padre, pudo enterarse al día siguiente
por la prensa.
No me importa reconocer, al contrario, que cada vez estoy
más preocupado por el mundo que os dejamos. Diez años después de acabada
aquella guerra se podría decir que la pendiente hacia la siguiente ya era muy
acusada, pese a que algunos aspectos de los bailes de lujo lo ocultaran. La
crisis financiera estaba a meses vista, Mussolini
había convertido Italia en una finca particular de los fascistas y Trotski ya era un perseguido oficial en
su país natal. Diez años más nos colocaron ante la Kristallnacht y todavía pasaron diez meses
hasta que las democracias occidentales tomaron nota, en serio, de lo que
significaba Hitler.
Otro salto de un decenio nos coloca en la resaca de la otra
gran guerra, que dejó a la primera en algo casi infantil. El telón de acero, el
plan Marshall, la creación del estado de Israel/el inicio del drama
palestino…marcaron un mundo que ha sido el de vuestros abuelos que todavía no
habían nacido. Y otros diez años más nos ponen en 1958. Yo ya leía el
periódico. La noticia del año pudo ser la llegada al Vaticano de un Papa, Juan XXIII, que el franquismo etiquetó
de rojo sin reparos. Y la carrera espacial, con ventaja soviética al inicio o
una paz con Marruecos que terminó una guerra, otra más, muy moderna, de las que
no se declaran. Como las actuales. Pero en Ifni murieron algunos españoles. Y
las fronteras se retocaron y el contencioso quedó abierto. Hasta hoy.
De 1968 ya se ha hablado bastante en este blog. Vuestro abuelo cumplió los 18 ese año y diez
años más tarde se murieron dos Papas. Y en las dos ocasiones estaba en Italia,
la primera, en agosto, de vacaciones. Mi primera visita a Pompeya, con vuestra
abuela y Jaume y Pilar. Elegimos un lunes. No pasamos
del aparcamiento. Estaba cerrado el recinto arqueológico. El otro Papa duró muy
poco y en mi visita a Turín, en el puente del 1 de noviembre, por razones muy
cercanas al trabajo, coincidió que apareció muerto. He tardado exactamente
cuarenta años en volver a Pompeya.
No quiero rescatar historias universales para 1988.
Exactamente el 8 de agosto (8/8/88) volé a Nueva York. Pasé miedo en mi primer
vuelo trasatlántico. Había un problema de condensación en los compartimentos
del equipaje de cabina y las azafatas colocaban pañuelitos de papel para que el
goteo no molestase a los pasajeros… Iba en busca de vuestra abuela pero vuestro
padre quedaba atrás, en Buendía, ese otro pueblo familiar… Lo mismo os digo de
1998. Rescato una Nochevieja en el Nilo, camino de Luxor, aprovechando que
vuestro padre había vuelto a Newburyport (MA)
2008 es un año negro en nuestra familia, pero en los últimos
días de noviembre, a punto pues de cumplir su décimo aniversario, pudimos tomar
una de las fotos míticas que desde entonces nos acompañan y que os voy a
buscar. No sé si con esto podéis pasar con buena nota un examen de Historia. Mi
intención es que os coloquéis en marcos de referencia propios y ajenos y que le
deis alguna importancia al nada-nuevo-bajo-el-sol.
Hay que seguir. Mientras el planeta no se detenga, hay que seguir. Ayudar a que
no se pare siempre que nos resulte posible y tomarnos, también, nuestros
respiros y buena nota de lo que ocurre alrededor.
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