lunes, 4 de junio de 2018

Censuras


La entrada anterior se cerraba con promesa de evaluación. Hemos aprobado. Por 180 contra 169 y una abstención, la representación política de la ciudadanía ha dicho basta al insoportable hedor a corrupción que procedía del partido en el gobierno. La sentencia, la primera, faltan muchas más, del caso Gürtel, tarde como acostumbra nuestra Justicia, acabó con lo que muy pocos veíamos realizable pero que muchos, la mayoría, deseábamos. Y ya está. Ahora todo empieza de nuevo y no va a ser fácil ni mucho menos. Como la carta a los reyes magos de un niño pobre, no me atrevo a pedir nada caro.

Desde el minuto cero, la estrategia de tensión de nuestras derechas cuando no mandan, con insospechados apoyos del mundo del deporte, el folklore o la basura televisiva. Eso también hay que incorporarlo a la #marcaEspaña. Con todo el respeto para algunos y muy poco para otrxs. No sé si el estado mayor socialista controla las declaraciones de Belén Esteban. Pero lo parece. En algún momento escribí que la profesión de fe socialista del presentador que lanzó a la fama a la mencionada (no tengo idea de qué profesión se le podría atribuir) no me parecía que le pudiera dar ningún bien al PSOE de Rodríguez Zapatero. Ahora, las críticas de esa señora parecen un piropo al PSOE de Pedro Sánchez.

Por circunstancias personales y o familiares, después de treinta años en el mismo domicilio, he cambiado de residencia tres veces en dos años. Casi tantas como en toda mi vida anterior. Cambios siempre programados, conocidos con mucho tiempo de antelación… Del último hace ya mes y medio y todavía tengo los libros sin ordenar, los cuadros sin colgar y me falta alguna cortina. Toda mi solidaridad con Mariano Rajoy. Enterarte un jueves al mediodía de que el viernes te tienes que ir de casa con todo lo que te puedas llevar, es para pasarse al tarde bebiendo como hizo el todavía presidente. Finalmente supimos que era humano. Y en unos breves segundos del viernes por la mañana, cuando se mostró elegante después de no haber madrugado para llegar al Congreso, lo que confirmaba la resaca.

Dos apuntes para terminar los comentarios semanales. Esperanzador, si como presumen los bien informados, el nuevo presidente del gobierno ha dejado finalmente y literalmente plantados y plantadas a las viejas porcelanas de su partido. Empezando por Felipe González. Tratar de mantener algo parecido a una mayoría parlamentaria con Podemos y los nacionalismos diversos, exige de los socialistas un corte de amarras con la mayor parte de su pasado reciente. Solo así se podrá presumir de un partido renovado y limpio. Que Rodríguez Ibarra prefiera los ladrones a los independentistas catalanes tiene que ser solo un problema personal del expresidente extremeño y no contaminar a su partido.

Y tiempo para ver cómo asume el PP su nueva estancia en la oposición y cómo se recoloca para dejar a Rivera, el mayor perdedor del terremoto político de la semana pasada –contando la edad y aspiraciones de Rajoy y la suya propia- en la fracción más extremista. Si los populares encuentran el camino del centroderecha como se entiende en la mayoría de Europa, a las próximas elecciones generales Ciudadanos puede concurrir como una especie de Liga Norte a la española. Eso si no hay también en ese grupo una revuelta interna que ajuste cuentas con un líder que solo sabe jugar al rédito inmediato, malogrando aspiraciones legítimas de más largo plazo y mayor seriedad. Esa ventana abierta a otra cosa hubiera pasado por la abstención en la votación del viernes 1 de junio. La foto de Rivera abrazado a Rajoy en el hundimiento del barco me la tendrían que explicar con detalle si yo fuera votante de esa opción.


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