La entrada anterior se cerraba con promesa de evaluación.
Hemos aprobado. Por 180 contra 169 y una abstención, la representación política
de la ciudadanía ha dicho basta al insoportable hedor a corrupción que procedía
del partido en el gobierno. La sentencia, la primera, faltan muchas más, del
caso Gürtel, tarde como acostumbra nuestra Justicia, acabó con lo que muy pocos
veíamos realizable pero que muchos, la mayoría, deseábamos. Y ya está. Ahora
todo empieza de nuevo y no va a ser fácil ni mucho menos. Como la carta a los
reyes magos de un niño pobre, no me atrevo a pedir nada caro.
Desde el minuto cero, la estrategia de tensión de nuestras
derechas cuando no mandan, con insospechados apoyos del mundo del deporte, el
folklore o la basura televisiva. Eso también hay que incorporarlo a la #marcaEspaña. Con todo el respeto para
algunos y muy poco para otrxs. No sé si el estado mayor socialista controla las
declaraciones de Belén Esteban. Pero
lo parece. En algún momento escribí que la profesión de fe socialista del
presentador que lanzó a la fama a la mencionada (no tengo idea de qué profesión
se le podría atribuir) no me parecía que le pudiera dar ningún bien al PSOE de Rodríguez Zapatero. Ahora, las críticas
de esa señora parecen un piropo al PSOE de Pedro
Sánchez.
Por circunstancias personales y o familiares, después de
treinta años en el mismo domicilio, he cambiado de residencia tres veces en dos
años. Casi tantas como en toda mi vida anterior. Cambios siempre programados,
conocidos con mucho tiempo de antelación… Del último hace ya mes y medio y
todavía tengo los libros sin ordenar, los cuadros sin colgar y me falta alguna
cortina. Toda mi solidaridad con Mariano
Rajoy. Enterarte un jueves al mediodía de que el viernes te tienes que ir
de casa con todo lo que te puedas llevar, es para pasarse al tarde bebiendo
como hizo el todavía presidente. Finalmente supimos que era humano. Y en unos
breves segundos del viernes por la mañana, cuando se mostró elegante después de
no haber madrugado para llegar al Congreso, lo que confirmaba la resaca.
Dos apuntes para terminar los comentarios semanales.
Esperanzador, si como presumen los bien informados, el nuevo presidente del
gobierno ha dejado finalmente y literalmente plantados y plantadas a las viejas
porcelanas de su partido. Empezando por Felipe
González. Tratar de mantener algo parecido a una mayoría parlamentaria con
Podemos y los nacionalismos diversos, exige de los socialistas un corte de
amarras con la mayor parte de su pasado reciente. Solo así se podrá presumir de
un partido renovado y limpio. Que Rodríguez
Ibarra prefiera los ladrones a los independentistas catalanes tiene que ser
solo un problema personal del expresidente extremeño y no contaminar a su
partido.
Y tiempo para ver cómo asume el PP su nueva estancia en la
oposición y cómo se recoloca para dejar a Rivera,
el mayor perdedor del terremoto político de la semana pasada –contando la edad
y aspiraciones de Rajoy y la suya propia- en la fracción más extremista. Si los
populares encuentran el camino del centroderecha como se entiende en la mayoría
de Europa, a las próximas elecciones generales Ciudadanos puede concurrir como
una especie de Liga Norte a la española. Eso si no hay también en ese grupo una
revuelta interna que ajuste cuentas con un líder que solo sabe jugar al rédito
inmediato, malogrando aspiraciones legítimas de más largo plazo y mayor
seriedad. Esa ventana abierta a otra cosa hubiera pasado por la abstención en
la votación del viernes 1 de junio. La foto de Rivera abrazado a Rajoy en el
hundimiento del barco me la tendrían que explicar con detalle si yo fuera
votante de esa opción.
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