lunes, 5 de marzo de 2018

Para Olivia (10)



Tu añito y medio se merece el titular. Mañana cumples 18 meses, en la misma semana de un 8 de marzo que se anuncia como histórico y que para nuestro gobierno regional es merecedor de actos que me han recordado las vísperas de los 1 de mayo del franquismo, aquellas demostraciones sindicales del Bernabeu que nos predispusieron para siempre con aquel estadio. Ayer nos hemos encontrado en La Magdalena. Más o menos en el mismo sitio en el que hace 48 años me encontré con tu abuela. Siete años más tarde emprendíamos una vida juntos.

Ayer tus padres te llevaron a una concentración de protesta por una barbaridad que se está perpetrando en un lugar altamente simbólico. Puede parecer que el superpuerto que nunca fue se esté construyendo dentro de la bahía. De ese tamaño es la escollera que supuestamente retendrá arenas díscolas, que vienen y van, como las ondiñas de Rianxo.

Fue tu abuelo quien le pidió a Chema Puente que cantara y no hizo falta concretar el título, Santander la marinera, con un alma azul, como las blusas de la mar y un pañuelo encarnado, y el jilguero en el balcón. Me emociona ese himno oficioso de esta ciudad de las dos caras. Y el coro de ayer en la playa, en un hermoso día primaveral, era muy transversal. Vecinos de los barrios y apellidos de abolengo. Raqueros de toda la vida y socios de los clubs elitistas. El PP, en el gobierno de esta ciudad desde que entraron los nacionales, literal, se debe sentir muy fuerte para abrir tantos frentes a la vez.

Olvidan la Historia. Ni Napoleón Bonaparte, ni Adolf Hitler consiguieron éxitos dividiendo fuerzas. Nuestra ciudad, de las más tranquilas de nuestro país, ha conocido, en la misma semana, movilizaciones muy diversas, todas contra políticas del Partido Popular. A la del jueves, que como en toda España sacaba a la calle la protesta de los pensionistas, se han unido la del sábado, estrictamente local, que quiere la vuelta atrás del desastre en que han convertido desde hace cinco semanas al transporte urbano; y la de ayer, un evidente atentado paisajístico que algunos abogados creen que entra dentro de la tipificación de delito ecológico.  

A la rutinaria soberbia con la que este Ayuntamiento suele contestar las reivindicaciones populares se junta la vieja treta de cambiar de tema cuando se pierde el hilo argumental. De nuevo el emplazamiento del Museo de Arqueología se ha convertido en la maniobra de distracción que trata de aliviar la presión sobre lo que ya parece imparable: el definitivo declive de una forma de hacer política contra la mayoría social.

La confianza de tu abuelo en que ese descontento se encauce y nos lleve a una nueva corporación más sensible en las elecciones del año próximo, es muy escasa. Tú tendrás tiempo de analizar cómo acaba todo esto. La fragmentación de la izquierda y el sectarismo de alguno de sus componentes no ayudarán nada, y en estas latitudes no ha existido, desde la voladura interna de UCD, una derecha medianamente equiparable a la de nuestros vecinos de  Europa occidental. Esos vecinos que andan hoy también… Francia en la atonía casi un año después; Italia con el voto de ayer haciendo puzzles; Alemania casi seis meses de gobierno provisional y la socialdemocracia casándose de nuevo con Merkel y los británicos descubriendo que el brexit significa una frontera entre las dos Irlandas...

Una derecha democrática es menos frecuente aquí que la nieve en nuestra costa, pero el miércoles la ciudad amaneció blanca. No llegamos a mediodía con el manto, pero desde la época de UCD parece que no habíamos tenido otro tanto. Se ha destrozado mucho patrimonio natural y cultural en esta ciudad de emplazamiento tan singular, pero queda mucho por destrozar/salvar. La próxima partida se juega entre los que han gobernado siempre, en interés de una poderosa minoría y todos los demás, la inmensa mayoría. Si nos vuelven a derrotar que no sea por habernos quedado en casa y en silencio. Algo parecido dijo ayer, en la Magdalena, Domingo Lastra, arquitecto, en representación de un colectivo que está muy lejos del bolchevismo salvo que en la Casona ya lleven el sombrero de Bonaparte como en los psiquiátricos.



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