Tu añito y medio se merece el titular. Mañana cumples 18
meses, en la misma semana de un 8 de marzo que se anuncia como histórico y que
para nuestro gobierno regional es merecedor de actos que me han recordado las
vísperas de los 1 de mayo del franquismo, aquellas demostraciones sindicales del
Bernabeu que nos predispusieron para siempre con aquel estadio. Ayer nos hemos
encontrado en La Magdalena. Más o menos en el mismo sitio en el que hace 48
años me encontré con tu abuela. Siete años más tarde emprendíamos una vida
juntos.
Ayer tus padres te llevaron a una concentración de protesta
por una barbaridad que se está perpetrando en un lugar altamente simbólico.
Puede parecer que el superpuerto que nunca fue se esté construyendo dentro de
la bahía. De ese tamaño es la escollera que supuestamente retendrá arenas
díscolas, que vienen y van, como las ondiñas de Rianxo.
Fue tu abuelo quien le pidió a Chema Puente que cantara y no hizo falta concretar el título,
Santander la marinera, con un alma azul, como las blusas de la mar y un pañuelo
encarnado, y el jilguero en el balcón. Me emociona ese himno oficioso de esta
ciudad de las dos caras. Y el coro de ayer en la playa, en un hermoso día
primaveral, era muy transversal. Vecinos de los barrios y apellidos de
abolengo. Raqueros de toda la vida y socios de los clubs elitistas. El PP, en
el gobierno de esta ciudad desde que entraron los nacionales, literal, se debe
sentir muy fuerte para abrir tantos frentes a la vez.
Olvidan la Historia. Ni Napoleón
Bonaparte, ni Adolf Hitler
consiguieron éxitos dividiendo fuerzas. Nuestra ciudad, de las más tranquilas
de nuestro país, ha conocido, en la misma semana, movilizaciones muy diversas,
todas contra políticas del Partido Popular. A la del jueves, que como en toda
España sacaba a la calle la protesta de los pensionistas, se han unido la del
sábado, estrictamente local, que quiere la vuelta atrás del desastre en que han
convertido desde hace cinco semanas al transporte urbano; y la de ayer, un evidente
atentado paisajístico que algunos abogados creen que entra dentro de la
tipificación de delito ecológico.
A la rutinaria soberbia con la que este Ayuntamiento suele
contestar las reivindicaciones populares se junta la vieja treta de cambiar de
tema cuando se pierde el hilo argumental. De nuevo el emplazamiento del Museo
de Arqueología se ha convertido en la maniobra de distracción que trata de
aliviar la presión sobre lo que ya parece imparable: el definitivo declive de
una forma de hacer política contra la mayoría social.
La confianza de tu abuelo en que ese descontento se encauce
y nos lleve a una nueva corporación más sensible en las elecciones del año
próximo, es muy escasa. Tú tendrás tiempo de analizar cómo acaba todo esto. La
fragmentación de la izquierda y el sectarismo de alguno de sus componentes no
ayudarán nada, y en estas latitudes no ha existido, desde la voladura interna
de UCD, una derecha medianamente equiparable a la de nuestros vecinos de Europa occidental. Esos vecinos que andan hoy
también… Francia en la atonía casi un año después; Italia con el voto de ayer
haciendo puzzles; Alemania casi seis meses de gobierno provisional y la
socialdemocracia casándose de nuevo con Merkel
y los británicos descubriendo que el brexit significa una frontera entre las dos
Irlandas...
Una derecha democrática es menos frecuente aquí que la nieve
en nuestra costa, pero el miércoles la ciudad amaneció blanca. No llegamos a
mediodía con el manto, pero desde la época de UCD parece que no habíamos tenido otro
tanto. Se ha destrozado mucho patrimonio natural y cultural en esta ciudad de
emplazamiento tan singular, pero queda mucho por destrozar/salvar. La próxima
partida se juega entre los que han gobernado siempre, en interés de una poderosa
minoría y todos los demás, la inmensa mayoría. Si nos vuelven a derrotar que no
sea por habernos quedado en casa y en silencio. Algo parecido dijo ayer, en la
Magdalena, Domingo Lastra, arquitecto, en representación de un colectivo que está muy lejos
del bolchevismo salvo que en la Casona ya lleven el sombrero de Bonaparte como en los psiquiátricos.
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