Durante mucho tiempo tuvo significado. Hoy puede estar cerca
del olvido. Han pasado cuarenta años desde aquel 15 de junio. Cinco semanas más
tarde iba a ser y fue mi boda. Yo estudiaba en la Universidad de Barcelona y
trabajaba en la factoría de Seat en la Zona Franca, una fábrica con unas
distancias difíciles de comprender si no se ha pasado por allí. Yo era solo uno
de los miles que acudían allí a diario. ¿Aprendí allí más que en la
Universidad? Creo sinceramente que siendo aprendizajes diferentes no pongo por
delante ninguno de los dos. Empate técnico. Pero los dos en Barcelona. Por eso
me importa, mucho, todo lo que sucede allí. Y lo que se dice. Lo que digan Llach y Guardiola y todos los demás. Incluyendo a mis amigos de allí, con
esas posiciones, muy pocos, o las contrarias. Respetables todas. Necesitadas de
cauce todas.
Cuarenta años son la mitad de la esperanza de vida de un
varón español de los nacidos más tarde que yo. Aquel día, jornada electoral
libre por primera vez desde febrero de
1936, resultó una fiesta. Y en la circunscripción de Barcelona el resultado se
acercó al espejismo que nos hizo creer por unas semanas, o meses, incluso unos
pocos años, que se podía construir un estado democrático viniendo de uno
totalitario, con una transición medianamente pacífica. La trampa apareció muy
paulatinamente, revelando una ingenuidad notable en quienes creímos que aquello
fuera posible. Tengo recuerdos personales como para aburrir a rebaños
completos.
Vuelve a ser 15 de junio y es el cumpleaños de algún amigo,
pero también llega a la mayoría de edad alguien a quien no conozco
personalmente. Samuel ha sido su
nombre en clave precisamente por ser menor. Un menor camerunés no acompañado
que ha tenido la suerte de encontrar en el turno de oficio a una abogada que se
ha batido por él como no podría haberlo hecho por quien pague la más alta de
las minutas. Se sabe ya en muchos rincones pero yo creo que no la había
nombrado aquí. Gracias Eugenia Gómez de
Diego. Gracias por esa pelea contra el fuego amigo que ya se sabe que mata
mucho más que el otro.
Granos de arena. Muchos pequeños casos que componen una
playa desolada en la que la gestión cotidiana de la alternativa supuestamente
progresista al gobierno del PP se revela como algo muy parecido. No igual. No
lo he dicho nunca ni aparece en mi horizonte, pero las decisiones de algunos
cargos de confianza en Educación o en Servicios Sociales, departamentos que
sigo con más interés, no se diferencian en el día a día de las que han aplicado
los contrarios.
Ese es el campo, con todo el barro que se quiera añadir, en
el que la moción de censura virtual de Podemos ha celebrado el cuarenta
aniversario del 15-J. No me gusta alguno de sus dirigentes ni algunas de sus
formas internas, pero solo ver como ruge la caverna, lo que hace cuarenta años
denominábamos bunker y la mayoría de lo que entonces apareció como alternativa,
me parece esperanzador. Solo queda ver cuánto hay de real en el proceso que
está a punto de culminar el partido socialista. Sin esa base electoral no hay
ninguna posibilidad de cambio en España y Pablo
Iglesias no ha pensado mucho en eso a la hora de presentar su moción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario