Un día como hoy, hace ochenta años, el ejército de Franco
entró en Bilbao y tu bisabuelo José Mari,
pudo llegar a casa de tu bisabuela Carmen,
en la calle Méndez Núñez de Santander, que era la casa de tu tatarabuela Carmen y tu tatarabuelo Mario. En generaciones posteriores
nuestra relación con Bilbao se ha vuelto a cruzar más de una vez, tu tía Carmen vivió varios años aquí donde
nació Carlos, el primo mayor de tu
padre por la rama materna. Y aquí llegamos tu abuela y yo, con tu padre de seis
años, hace ahora casi treinta y un años.
La noticia del aniversario del atentado en el Hipercor de la
Meridiana o del final de la guerra civil en el País Vasco, me lleva a darte
alguna nota que puede que algún día leas o te cuenten, querida nieta. Tu bisabuelo
fue un refugiado, así se les denominaba. Hoy diríamos que era un desplazado
interno. La suma de unos y otros alcanza a la mitad de lo que era la población
siria antes del conflicto. No estamos ante conflictos nuevos. Lo que puede ser
más nuevo es el incumplimiento de las leyes internacionales por parte de los
poderes públicos. Mañana, 20, es el día internacional de los refugiados.
Una conmemoración que debe tener unos trescientos mil
afectados más que hace un año. Son casi mil personas las que cada día deben
huir de su residencia habitual para salvar la vida. Y no es un asunto que
tengamos en el centro de nuestras preocupaciones. El calor, las olas de calor,
los incendios forestales, los ataques terroristas de intensidad variable…
futbol, cotilleos, corrupción, casi todo está por delante en el interés
informativo.
Cuando tus bisabuelos se encontraron en Santander y se
vieron lo que se dice flechados, el escudo de nuestra ciudad ya llevaba las
cabezas de los dos santos mártires patronos de la misma y la nave y la torre
del Oro, recordando la participación de nuestros marinos en la
conquista de Sevilla a mediados del siglo XIII. Nuestras famosas dos caras. Algo que nos puede molestar o
divertir. Que en algún momento se respondía desde, creo, el sentimiento de
inferioridad respecto al agresor.
Esta semana se va a producir un acontecimiento en la
historia local, con visita real incluida. Con tres años de retraso, la crisis
no perdona a nadie, con Emilio, el
patrón del proyecto fallecido, su hija Ana
Patricia, los reyes, la alcaldesa, supongo que la reina madre Revilla y la vicepresidenta Díaz Tezanos, no creo que falte el ministro de Fomento… y a saber
cuantísimos aduladores y ciudadanos respetables más, el viernes 23 se inaugura
el centro Botín, obra del ilustre arquitecto italiano Renzo Piano.
Las dos caras versión actualizada. Yo no voy a ir a la magna convocatoria. Si me lo hubieran
programado otro día hubiera dudado, pero en la noche de San Juan mi lugar es
junto a una hoguera. Si el Ayuntamiento de Santander anula la de la segunda
playa, para realzar lo otro, buscaré otra. El baño, a mi edad, antes de que se
haga de noche.
No soy muy combativo en este asunto. No voy el 23 pero iré
en otro momento. Ya lo he anunciado en un acto público en el que una activista
pedía más o menos boicot eterno. El edificio no parece el mejor de su autor y no me gusta el emplazamiento, pero entre que
esté ahí o que no exista, me inclino por lo primero. No me gusta el patrón que
lo impuso en ese lugar precisamente, ni el alcalde que lo aceptó, ni los coros
de plañideras a favor y en contra… tenemos demasiados desaguisados urbanísticos
en la ciudad. Me cuesta señalar uno como el más notable. Botín murió. Viva Botín.
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